Hace días que no escribo por acá debido a que estuve de viaje. Debía llevar a mi bebé al pediatra y la doctora con la cual la tengo en control ve en Barquisimeto, así que aproveché de pasar unos días con mi abuela y pasear.
Sin embargo, el viaje fue bastante tedioso, empezando por la noche antes de irnos debido a que mi hija estuvo con fiebre y eso nos mantuvo despiertas hasta las 2 de la mañana, sin embargo, a la mañana siguiente estuvo de muy buen humor, incluso esperó con calma en el terminal durante más de una hora hasta que se llenará la buseta y hasta compartió galletas con una niñas que también esperaban.
Lo peor, comenzó cuando llegamos al apartamento de mi abuela. Al ver a mi tío, a quien no veía desde hace casi 6 meses y quien quiso agarrarla de una vez, comenzó a llorar. Estuvo solo llorando y no quería ver a nadie que nos fuéramos mi mami o yo.
En la tarde, fuimos a un parque y allí estuvo bastante tranquila pero al llegar al apartamento volvía a llorar, y así fué durante dos días, no quería ver a otras personas y a cada rato me llevaba hasta la reja y se quedaba parada, con mirada triste mirando hacia la calle.
El segundo día, escuchaba a mis tíos diciéndole a mi mami que tanto que me aconsejaron y no hice caso, que la bebé está muy pegada a mí y que ella lloraba tanto porque yo "le dí mucho brazo".
Ya al tercer día, mi bebé comenzó a sentirse en confianza con las personas y hasta jugaba con ellos pero sin dejarse cargar. Y seguía estando mucho más tranquila cuando salíamos del apartamento, excepto en la visita al pediatra, no le gustó para nada pero era necesario.
Uno de esos días, cuando ya mi bebé estaba más calmada, fuimos a ver a una tía de mi mami que también estaba de visita en Barquisimeto y ese día conoció a mi hija.
Esa noche pasaron varias cosas:
- Ella quiso obligar a mi hija a que se dejara agarrar
- Mi hija está aprendiendo a caminar y no quiso quedarse sentada sino que estuviéramos caminando por la acera.
- Se pasó la hora de la cena y estaba comenzando a llorar por hambre los últimos minutos que estuvimos allí.
Bueno, esta tía al ver que yo no me quedé sentada escuchando su conversación sino que estaba en la parte de afuera jugando con mi bebé y un primo, caminando con ella, ayudándola a subir escalones, etc. Me dice:
A los hijos no se les consiente de esa manera. Yo a mis hijos les daba la teta y los acostaba, los tenía de lejitos. Y a los nueve meses les amarraba un trapo en la cintura y los enseñaba a caminar para no cargarlos más.
En ese momento, decidí simplemente ignorar lo que decía, ella continúo hablando sobre no consentir a los hijos y que tanto juego, brazo y besuqueadera los mal acostumbra.
Solo pensé en que es una mujer de 71 años y ya difícilmente se cambia la mentalidad de una persona a esa edad, recordé que mi mami decía que cuando era niña le tenía miedo por ver cómo era con sus hijos, y también pensé en que tuvo 9 hijos y a lo mejor por eso estaba tan desesperada porque sus hijos no dependieran de ella.
Sin embargo, no dejo de pensar en cómo llegó a la mente de las personas la idea de que el amor mal acostumbra.
Un abrazo no mal acostumbra.
Un beso no mal acostumbra.
Las palabras bonitas no mal acostumbran.
El buen acompañamiento no mal acostumbra.
Los buenos momentos no mal acostumbran.
Lo bueno, no mal acostumbra.
Por qué si estamos enamorados no está mal besar, abrazar, hablarle bonito y pasar buenos momentos con esas personas y con nuestros hijos sí está mal?
Qué es lo que realmente mal acostumbra?
Mal acostumbran los gritos.
Mal acostumbran los golpes.
Mal acostumbra la ausencia de los padres física y emocionalmente.
Mal acostumbran los desprecios.
Mal acostumbra el irrespeto.
Mal acostumbra la falta de límites claros y normas.
Pero dar amor a nuestros hijos, jamás mal acostumbra.
Que no nos avergüence ser padres amorosos (los límites también son una muestra de amor hacía nuestros hijos).