Hoy hace un año que amanecí sin ninguna compañía a mi lado por última vez, fue una noche larga por los dolores de parto que habían comenzado desde la tarde del 19 de abril.
Sin embargo, ya en la tarde del 20 de abril la presión arterial había subido y con el paso de las horas subió mucho más, todo terminó en una cesárea de emergencia para que mi hija naciera a la 1:04 AM del 21 de abril.
Mientras estaba esperando para entrar a quirófano, escuchaba discutir al anestesiólogo, la ginecobstetra y a la auxiliar, mencionaban que esa complicación fue causada por un ataque de ansiedad y no lo dudo.
Recuerdo que desde la primera semana de abril me despertaba en las noches con una inmensa preocupación por la parte económica y pensando en si lograría ser una buena madre, muchas veces pasaba horas de la madrugada llorando por no poder apartar esos pensamientos intrusivos de mi cabeza.
Y hace un año, ya a mediodía, había comenzado a sentirme desesperada porque llevaba casi 24 horas con dolores y nada que terminaba el proceso, pensaba que tantas horas con contracciones podrían hacerle daño a mi bebé.
Gracias a Dios, finalmente todo salió muy bien. Pero mi ansiedad fue empeorando los primeros meses, yo me desesperaba porque quería cumplir con las tareas del hogar igual que antes, quería hacer mis evaluaciones de la universidad de la misma manera que antes de ser mamá.
Siempre me dijeron que los bebés dormían casi todo el día el primer mes de vida, pero no fue el caso de mi hija, solo durmió varias veces en el día los primeros 15 días. Así que siempre estaba encima de mí.
Yo trataba de hacer caso a los consejos que me daban de "no darle mucho brazo" y de no dormirla sobre mí pecho, a pesar de que sabía que ella necesitaba contención y contacto con su mamá.
El vivir en esa lucha interna, me hacía sentir malhumorada porque trataba de hacerle caso a mi instinto, a mi razonamiento y a la vez complacer a quienes me daban consejos.
Cuando ya habían pasado casi dos meses, en los que en varias ocasiones mi hija llegó a pasar todo el día despierta, decidí que no podía más, no podía seguir intentando llevar el mismo ritmo que antes de ser mamá, y que mi hija me necesitaba y yo necesitaba sentirme bien para poder rendir como madre.
Ese día, me acosté en una hamaca y me dormí durante 3 horas con ella en el pecho, al fin había logrado descansar una tarde.
Varios meses después, me encontré con este escrito en la web:
Detente Mamá, no hay necesidad de apurarse.
Detente Mamá, ¿por qué tanto alboroto?
Detente Mamá, prepárate una taza de té. Detente Mamá, ven a pasar un poco de tiempo conmigo.
Detente Mamá, vamos a ponernos nuestras botas y salgamos a pasear, levantemos un montón de hojas, sonriamos, riamos y hablemos.
Detente Mamá, siempre te ves tan cansada, vamos a echarnos y acurrucarnos en la cama y quédate allí conmigo.
Detente Mamá, esos platos sucios pueden esperar.
Detente Mamá, ¡divirtámonos un poco y preparemos una torta!
Detente Mamá, yo sé que tienes mucho trabajo...
Pero a veces mami es tan lindo cuando tú simplemente te detienes.
Siéntate conmigo un momento, y escucha sobre mi día.
Pasemos un momento preciado. Porque mi niñez mami, esa no se detiene.
R. Knight
Cuando lo leí, pensé en lo mucho que me habría gustado leerlo muchos meses antes, cuando aún estaba embarazada. Me habría acostado a hablar a la barriga durante horas, habría dedicado más tiempo en pareja imaginandonos a nuestra hija, habría dormido mucho esas últimas semanas y habría bajado el ritmo durante esos primeros meses junto a mi hija, no me habría exigido tanto.
Sin embargo, estoy feliz de haberlo leído a tiempo, para que mi hija no tenga la imagen de una mamá distante y siempre ocupada. Desde hace unos meses, no solo le doy los buenos días al despertar, también paso unos minutos en la cama junto a ella abrazándola y llenandola de besos, si un día no quiere dormir más que sobre mí pecho, pues ahí está mi pecho para ella, si solo quiere jugar conmigo o estar en brazos, pues mis trabajos de universidad y oficios de la casa, tendré que hacerlos en los pocos momentos que quiera despegarse de mí.
Y todo esto lo disfruto, el tiempo pasa volando y quiero darle mucho amor y tiempo de calidad.