Mari looks at her and asks:
"Do you believe what they say about that Cabin?"
"Call me crazy, but I'm beginning to believe the story of the Witch of the Hill."
That day, Mari had convinced Estela to visit an abandoned cabin, which was located on a hill, on the way out of town; Upon reaching the foot of the hill, the girl regretted following.
"Really, you're crazy, witches don't exist."
"Maybe you're right, but I'd rather not check."
"We're already here, let's go!"
"My intuition never fails and it screams at me, that we shouldn't go on".
Mari, disregarded what Estela said, took her by the hand and pulled her, uphill, until they reached the cabin; When they arrived, they entered without problem, because the door was open, they turned on the flashlights and began to inspect the place, there was nothing more than a couple of old furniture, dust and cobwebs.
"You saw, I told you, no witch lives here."
After thoroughly observing everything, Estela found nothing that seemed out of place, so she was convinced that this cabin was not the home of any witch, but, as they were about to leave, she noticed something strange on the floor.
"What is it?"
"What do you mean?" asked Mari.
"This light you see through the slits in these boards," she said, as she knelt on the floor.
Estela discovered a room under the floor, this provoked fear in her, fear that penetrated her bones, she sensed that there was something dark there, she stood up quickly and walked to the door.
"Let's get out of here, Mari."
"Not yet, let's find the entrance to the basement."
"I tell you, we'd better go."
"Because of your intuition?" he asked jocularly.
Mari wouldn't leave until she found that entrance, so Estela agreed to help her, they searched until they found a door under a piece of furniture, they went downstairs and there they were in a small room, clean and cozy, illuminated by a diesel lamp, hanging from the ceiling, it looked like a doll house, the girls' heads touched the ceiling.
They began to snoop around. There was a kitchen, with a couple of pots, containing a little food, a sink with clean dishes, two pieces of furniture, a dining table , a couple of chairs and pots with beautiful plants, which decorated the place.
"Evidently, someone lives here," said Estela.
"I'm out of here," Mari gave, abruptly letting go of Estela's hand.
"Let 's go then."
When they were about to go up the stairs, they heard a noise that stopped them, they looked into each other's eyes and remained silent for a few minutes, shortly after, they heard someone running at the top, terrified, with their hearts racing, they decided to go upstairs to see who it was.
They went up quickly, then, they saw the presence of three little people, who were trying to get out of one of the windows; Estela was paralyzed, but Mari approached the strange beings, they had long faces, bulging eyes, cow feet and long hair.
"Don't hurt my daughters," said one of the little people.
The little woman trembled with fear and the younger girls hid behind her; apparently, they were more frightened than Estela and Mari.
"Calm down, we won't hurt you," said Estela.
"Who are you?
"I am Martha and these are my daughters, Lucia and Mandi."
"But what are you doing here?"
Martha told the girls that their village was destroyed, when they deforested the forest, many died, others managed to escape, her husband found that abandoned cabin, building a home there for them, where they lived quietly for many years, but then people began to bother them.
"Many are afraid to come here, because they say they see a witch in this place," Mari said.
The woman and her daughters went to the room and brought a kind of scarecrow, with a black dress, long hair, a big nose and a giant hat.
"So this is the witch," said Mari, laughing loudly.
The mystery solved, they chatted for quite a while, then said goodbye, promising to visit them again.
Mari la mira y le pregunta:
“¿Acaso crees lo que dicen, de esa Cabaña?”
“Llámame loca, pero, estoy comenzando a creer la historia de la Bruja de la Colina”
Aquel día, Mari había convencido a Estela de visitar una cabaña abandonada, que se encontraba en una colina, a la salida del pueblo; Al llegar al pie de la colina, la chica se arrepintió de seguir.
“De verdad, estás loca, las brujas no existen”
“Quizás tengas razón, pero prefiero no comprobarlo”
“Ya estamos aquí, ¡vayamos!”
“Mi intuición nunca falla y me grita, que no debemos seguir”
Mari, hizo caso omiso de lo que Estela dijo, la tomo de la mano y la llevo jaloneada, cuesta arriba, hasta llegar a la cabaña; Al llegar, entraron sin problema, pues la puerta estaba abierta, encendieron las linternas y comenzaron a inspeccionar el lugar, no había más que un par de muebles viejos, polvo y telarañas.
“Viste, te dije, que no vive ninguna bruja aquí”
Después de observar minuciosamente todo, Estela no encontró nada que pareciera fuera de lugar, así que se convenció, de que esa cabaña, no era el hogar de ninguna bruja, pero, cuando estaban por irse, noto algo extraño en el piso.
“¿Qué es esto?”
“¿A qué te refieres?, preguntó Mari.
“Esta luz que se ve por las hendijas de estas tablas”, dijo, mientras se arrodillaba en el piso.
Estela descubrió una habitación debajo del piso, esto le provocó miedo, miedo que le calaba hasta los huesos, presentía que allí había algo tenebroso, se puso rápidamente de pie y camino hasta la puerta.
“Vayámonos de aquí, Mari”
“¡Aún no!, encontremos la entrada al sótano”
“Te digo, que mejor nos vamos”
“¿Por tu intuición?”, preguntó jocosamente.
Mari no se iría hasta encontrar esa entrada, así que Estela accedió a ayudarla, buscaron hasta dar con una puerta debajo de un mueble, bajaron las escaleras y allí estaban en una pequeña habitación, limpia y acogedora, iluminada por una lámpara de gasoil, que colgaba del techo, parecía una casa de muñecas, la cabeza de las chicas tocaba el techo.
Comenzaron a husmear por todas partes, había una cocina, con un par de ollas, que contenían un poco de alimentos, un fregadero con trastes limpios, dos muebles, una mesa de comedor , un par de sillas y macetas con hermosas plantas, que decoraban el lugar.
“Evidentemente, aquí vive alguien”, dijo Estela
“Y no es, precisamente una bruja”, comentó Mari; “Un enano si podría vivir aquí”
“Estoy de acuerdo contigo, despejado el misterio, salgamos de aquí”
“Tienes razón, regresemos a casa”
Pero entonces, Estela la tomo de la mano y dijo:
“Espera”
“¿Qué pasa?”, preguntó Mari, con el ceño fruncido; “No tenías afán, por irte, vayámonos pues”.
La sensación de que alguien las observaba, se apodero de Estela, su corazón comenzó a latir, como tetera en ebullición, cautelosamente miro a todos lados, pero no encontró nada sospechoso, sin embargo intuía que alguien más estaba allí.
“Yo me voy de aquí”, dio Mari, soltando bruscamente la mano de Estela.
“Vamos pues”
Cuando se disponía a subir las escaleras, escucharon un ruido que las detuvo, se vieron a los ojos y se mantuvieron en silencio unos cuantos minutos, poco después, escucharon que alguien corría en la parte de arriba, aterrorizados, con los corazones acelerados, decidieron subir a ver quién era.
Subieron rápidamente, entonces, avistaron la presencia de tres pequeñas personitas, que intentaban salir por una de las ventanas; Estela quedo paralizada, pero Mari, se acercó hacia los extraños seres, tenían la cara alargada, ojos saltones, pies de vacas y larga cabellera.
“No, le hagan daño a mis hijas”, dijo una de las personitas.
La pequeña mujer, temblaba de miedo y las más chicas se escondían detrás de ella; Al parecer, estaban más asustadas que las Estela y Mari.
“Tranquilas, no les haremos daño”, dijo Estela.
“¿Quiénes son ustedes?
“Yo soy Martha y ellas son mis hijas, Lucia y Mandi”.
“Pero, ¿Qué hacen aquí?”
Martha, les contó a las chicas, que su aldea fue destruida, cuando desforestaron el bosque, muchos murieron, otros lograron escapar, su esposo encontró esa cabaña abandonada, construyendo un hogar allí para ellos, donde vivieron tranquilos por muchos años, pero luego personas comenzaron a importunarnos.
“Muchos temen venir aquí, porque dicen ver una bruja en este lugar”, dio Mari.
La mujer y sus hijas, fueron al cuarto y trajeron una especie de espantapájaros, con un vestido negro, larga cabellera, una gran nariz y un gigante sombrero.
“Entonces esta es la bruja” dijo Mari, riendo a carcajadas.
Resuelto el misterio, charlaron por un buen rato, luego se despidieron, prometiendo volver a visitarlos.
This is my Participation in Creative The Ink Well Fiction Prompt #146, I hope you like my publication.
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