Setbacks
When I married my husband Efraín, we came to live in the house where I still live, in Cumaná, Venezuela. At that time the house was very small. The following year my first daughter was born. Within two years the first boy was born. We decided to build two more rooms. In those years I was working at the Rectorate of the U.D.O. in one of its offices located on Gran Mariscal Avenue. Efrain worked at the University located on San Luis Avenue. To get to the Rectorate I had to board 2 buses. The first bus would drop me off at Guaiquerí Park. Then I would cross the street and pass by the Plaza Francisco de Miranda, where the statue of this hero is located. This square has a water fountain with a variety of colours projected by electric bulbs. Several trees, where the iguanas climb to enjoy their leaves and the birds flutter around and build their nests to nest their little birds. In addition, passers-by take advantage of its shade, sitting on concrete seats, to take shelter from the intense sun. Opposite was the Paramount cinema. A roof overhung from it, casting a shadow that was used by the young shoeshine boys who polished boots and shoes. There were also artisan shoemakers who sewed and mended shoes.
At that time I was quite young, my hair was dyed burgundy red. I took great care of my personal appearance, I wore good make-up. I also wore high heels. My blouses, skirts and trousers are tight to my body. I take good care of my clothes, they are of good quality.
When my family started to grow, Ephraim, my husband, proposed a strategy to build the two rooms. He said to me:
"Do you think that if we both draw up a budget in which we calculate the money for food, clothes for the children and other supplies for them?’ I interrupted him: "¿Will it be enough for the basic services?"
‘"Sure, and with some savings we will buy the building materials". I took him at his word and we did. Little by little we bought building materials and built the first room, within 3 months.
We continued to save and built the other one in less time. Faced with this situation, we could not buy clothes or shoes for ourselves. In those same days, I went to the shops on Bermudez Avenue in my city and I noticed some red shoes on a counter in a shop, which I loved because I didn't have one in that colour. I approached and took them in my hands, turned to the girl who was attending to the users and asked her:
"¿How much do they cost’?" With a smile, she answered:
"Bolivares 100".
"So cheap," she nodded, so I said:
I tried them on and they looked spectacular, I cancelled them and went home very happy. When I got home, I put them on and showed them to Efraín; he said to me:
‘"You're going over budget", enthusiastically, I replied:
"You're wrong, they cost me very cheap". With a smile, he agreed with me
The next day, after dressing very formally, I put on my red shoes to go to work in my office at the Rectorate. The vehicle dropped me off at Guaiquerí Park, I crossed the street and arrived at Plaza Miranda, where I had the sensation that one heel was crumbling and when I had the chance to walk, I couldn't, as I had one high heel and the other short. Then, as best I could, limping on one foot, I arrived in front of the Paramount cinema, I addressed the shoemaker: ‘"Sir, can you cut this high heel for me and fix it to the same size as this short one, I have to get to work’. He said:, "I do, but you won't be able to walk very far". ’
I stayed there until he fixed it for me, I cancelled it. I got ready and took the other bus, I finally got to my workplace, I didn't want to take my feet out with my shoes under the desk. At the end of the day I went back home and Efraín said to me:
‘"hat happened to your shoes, so nice you came out?" I told him what had happened, he hugged me and said:
That's what happened to you because you bought them on sale".
Then I changed and went to dinner.
The next day I started my work routine. When I was walking through Plaza Miranda, an iguana defecated from a tree and some of the excrement fell on my head and blouse. I wiped some of it off with a handkerchief. On the way back, I was anxious to get home, to bathe and change. When I got home, Efrain asked me, ‘What happened to you now?’
I told him about the mishap I had had. He said to me in a very contentious way:
‘Watch out for another mishap!’
Español
Contratiempos
Cuando me casé con mi esposo Efraín, vinimos a vivir a la casa donde aún vivo, en Cumaná, Venezuela. En aquella época la casa era muy pequeña. Al año siguiente nació mi primera hija. A los dos años nació el primer varón. Decidimos construir dos habitaciones más. En esos años yo trabajaba en el Rectorado de la U.D.O. en una de sus oficinas ubicada en la avenida Gran Mariscal. Efraín trabajaba en la Universidad ubicada en la avenida San Luis. Para llegar al Rectorado tenía que abordar 2 buses. El primer bus me dejaba en el Parque Guaiquerí. Luego cruzaba la calle y pasaba por la Plaza Francisco de Miranda, donde se encuentra la estatua de este prócer. Esta plaza tiene una fuente de agua con diversidades de colores, proyectadas por bombillas eléctricas. Varios árboles, donde las iguanas trepan para disfrutar de sus hojas y los pájaros revolotean y construyen sus nidos para anidar sus pajaritos. Además, los transeúntes aprovechan su sombra, sentados en asientos de hormigón, para resguardarse del intenso sol. Enfrente estaba el cine Paramount. Un tejado sobresalía de él, proyectando una sombra que aprovechaban los jóvenes limpiabotas que lustraban botas y zapatos. También había zapateros artesanos que cosían y remendaban zapatos.
En aquella época era bastante joven, tenía el pelo teñido de rojo borgoña. Cuidaba mucho mi aspecto personal, me maquillaba bien. También llevaba tacones altos. Mis blusas, faldas y pantalones son ceñidos al cuerpo. Cuido mucho mi ropa, es de buena calidad.
Cuando mi familia empezó a crecer, Efraín, mi marido, me propuso una estrategia para construir las dos habitaciones. Me dijo:
"¿Crees que si los dos elaboramos un presupuesto en el que calculemos el dinero para comida, ropa para los niños y otros suministros para ellos?". Le interrumpí: "¿Será suficiente para los servicios básicos?"
' «Claro, y con algunos ahorros compraremos los materiales de construcción». Le tomé la palabra y lo hicimos. Poco a poco compramos los materiales y construimos la primera habitación en tres meses.
Seguimos ahorrando y construimos la otra en menos tiempo. Ante esta situación, no podíamos comprarnos ropa ni zapatos. En esos mismos días, me acerqué a las tiendas de la avenida Bermúdez de mi ciudad y observé en el mostrador de una tienda unos zapatos rojos, que me encantaron porque no tenía unos de ese color. Me acerqué y los tomé en mis manos, me dirigí a la chica que atendía a los usuarios y le pregunté: "¿Cuánto cuestan?" Con una sonrisa me respondió:
"100 bolívares".
'Tan baratos', asintió, así que le dije:
'"Déjame probármelos'" Me los probé y me quedaron espectaculares, los cancelé y me fui a casa muy contenta. Cuando llegué a casa, me los puse y se los mostré a Efraín; me dijo:
"Te estás pasando del presupuesto", entusiasmada, le respondí:
"Te equivocas, me costaron muy baratos". Con una sonrisa, me dio la razón
Al día siguiente, después de vestirme muy formal, me puse mis zapatos rojos para ir a trabajar a mi despacho del Rectorado. El vehículo me dejó en el Parque Guaiquerí, crucé la calle y llegué a la Plaza Miranda, donde tuve la sensación de que un tacón se me desmoronaba y cuando tuve la oportunidad de caminar, no pude, pues tenía un tacón alto y el otro corto. Entonces, como pude, cojeando de un pie, llegué frente al cine Paramount, me dirigí al zapatero: 'Señor, me puede cortar este tacón alto y arreglármelo a la misma medida que este corto, tengo que ir a trabajar'. Me dijo: "Sí, pero no podrá caminar mucho".
Me quedé allí hasta que me lo arregló, los cancelé. Me preparé y tomé el otro autobús, por fin llegué a mi lugar de trabajo, no quería sacar los pies con los zapatos debajo del escritorio. Al final del día regresé a mi casa y Efraín me dijo:
"¿Qué pasó con tus zapatos, tan bonitos que saliste? Le conté lo que pasó, me abrazó y me dijo:
"Eso te pasó porque los compraste en rebajas".
Después me cambié y me fui a cenar.
Al día siguiente comencé mi rutina de trabajo. Cuando caminaba por la Plaza Miranda, una iguana defecó desde un árbol y parte del excremento cayó sobre mi cabeza y mi blusa. Me limpié un poco con un pañuelo. De regreso, estaba ansiosa por llegar a casa, bañarme y cambiarme. Cuando llegué a casa, Efraín me preguntó: «¿Qué te ha pasado ahora?
Le conté el percance que había tenido. Me dijo en tono muy contencioso:
'¡Cuidado con otro percance!'.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor DeepL.com