Las gallinas degolladas
Huevos tenían los dinosaurios para pasarse por el gaznate a cuanto bicho se le atravesara; no hubo ser vivo que no le incomodara vivir en la misma época que semejantes bestias; animal o planta quedaban trituradas por las pisadas de algún Mamenchisaurus sinocanadorum; cucarachas o ratas tampoco se salvaban y eso que son de las especies más ágiles para sobrevivir.
Pero que va. Durante miles de años fueron los dinosaurios amos y señores de la Tierra; a ver ¿y de que les sirvió? Tan grandotes y tan pesados y vino un meteorito y ¡zas! les partió el cráneo a todos; adiós a sus huevos, porque como dicen en mi pueblo, a cada tramposo se le acaba lo glorioso. En cambio, las cucarachas y ratones en pleno siglo XXI siguen disfrutando de la fama de ser dos de las plagas más temibles del mundo.
Pero no se crean los meteoritos que a ellos no se las tienen jurada los de la Nasa; polvillo los quieren convertir y todo por aquello de que polvo son y al polvo volverán. Claro que eso no es tan fácil como partir un huevo. Y hablando de huevos, hay un usuario en hive llamado @saulos que organiza un extraño concurso y en esta oportunidad tuvo los huevos claros para pedir un relato que trate acerca de los huevos de colores.
Imagino que quiere que hablemos de huevos de payasos o de arcoíris; pero no me imagino a un personaje de un cuento, en este caso a una señora, preguntándole a su marido que si le prepara los huevos blancos o se los deja de colores o a una gallina vanidosa comentando en la reunión dominical del gallinero que sus huevos superaron al blanco, que entraron en el nuevo orden de la modernidad porque ahora son de colores, prestos a saciar el paladar de los nuevos gustos; y detrás de ella, la que nunca falta en un corral, la gallina chismosa, cuchicheando que los benditos huevos de colores de la vanidosa se deben a que cada madrugada cambia de gallo, ¡Dios nos cuide de caer en el pico de semejante animal!
Para ir cerrando este asunto es necesario contar el motivo de este escrito. Mi abuela, que sabe mucho de huevos porque le tocó criar doce hijos, cuatro sobrinas y veintidós nietos, se enteró de la existencia de los huevos de colores y en una tarde, sin ayuda, sin descansar, sacrificó treinta y tres gallinas ponedores y ninguna tenía colorante en la matriz ni en la sangre ni cerca del alma. Ante tan grande decepción me pidió que escribiera este texto para ver si ganábamos y con el premio reponer las gallinas degolladas; me lo pidió tantas veces que no me pude negar y se los dejo para que ustedes hagan algo por mi abuela, porque por las gallinas lo único que queda en pasarlas por el gallote. Ahí les dejo eso y las bases del concurso. ¡Feliz tarde!
La imágenes pertenecen a Canva; allí se editó la portada.