La Dama de las Rosas
Algunos sucesos no deben ser investigados.
En la tranquila ciudad de Santa Fe, había un viejo parque que todo el mundo evitaba cuando oscurecía. En el centro del parque, un viejo quiosco de música se erguía como un guardián silencioso. Los rosales que lo rodeaban florecían con inusitada intensidad y sus pétalos rojos brillaban incluso a la luz de la luna. La leyenda contaba que una dama elegantemente vestida, portando un ramo de rosas, aparecía todas las noches contemplando la ciudad.
Un día, Lorena, una joven periodista y novelista, apareció en la ciudad, decidida a investigar la historia. El dueño del hotel e incluso algunos lugareños que la oyeron hablar de lo que había planeado le advirtieron que se mantuviera alejada del lugar. Sin embargo, ella se tomó esas advertencias a broma y, al caer la noche, se armó de valor y, con su cámara y su linterna, se dirigió al parque. Cuando llegó, sintió que un escalofrío le recorría el cuerpo. El lugar estaba desierto y el silencio era sobrecogedor. Con el corazón palpitante, se acercó al famoso quiosco.
Enseguida se dio cuenta de que el quiosco estaba cubierto de enredaderas y musgo. El aire era pesado y olía a tierra húmeda. Lorena encendió su linterna y empezó a explorar. Subió los escalones de madera que crujían bajo sus pies. Cuando llegó al centro del quiosco, la linterna parpadeó y se apagó. Lorena intentó encenderla de nuevo, pero no funcionó. En la oscuridad, oyó un susurro. «¿Quién está ahí?», preguntó con voz temblorosa. No obtuvo respuesta. Sintió una presencia detrás de ella y se volvió rápidamente, pero no vio nada.
El susurro se hizo más fuerte, como si alguien le hablara al oído. Lorena retrocedió hasta chocar con algo. Al girarse, contempló un espejo antiguo apoyado en una de las columnas del quiosco. En el reflejo se vio una figura elegantemente vestida que sostenía un ramo de rosas rojas. La figura se acercó lentamente y la joven periodista sintió que el miedo la paralizaba. Intentó gritar, pero ningún sonido salió de su boca. La dama del espejo levantó una mano y señaló hacia el borde del quiosco.
Con un esfuerzo sobrehumano, Lorena consiguió moverse y corrió hacia el borde del quiosco. Al asomarse, vio que el parque había cambiado. Los rosales parecían más altos y las sombras más profundas. Sintió que algo la observaba desde la oscuridad. De repente, una mano fría la agarró del brazo. Lorena se volvió y vio a la señora de las rosas, con los ojos vacíos y el rostro pálido. La dama susurró algo ininteligible y Lorena sintió que el mundo se desvanecía a su alrededor.
Cuando despertó, su linterna y su cámara estaban a su lado, pero el quiosco parecía más viejo y destartalado. Se levantó con dificultad y salió del parque, sintiendo que algo la seguía. Desde aquella noche, nunca volvió a ser la misma. La gente del pueblo notó un cambio en ella, una profunda tristeza en sus ojos. Nadie supo nunca lo que realmente ocurrió aquella noche, pero la joven periodista sabía que la dama de las rosas siempre estaría con ella, observándola desde las sombras.
Después de aquella noche en el parque, la vida de Lorena cambió drásticamente. Aunque intentó retomar su rutina, algo en su interior se había modificado. Las noches se hicieron interminables, plagadas de pesadillas en las que la dama de las rosas la observaba desde las sombras. Lorena empezó a evitar los lugares oscuros y a desconfiar de los espejos, temiendo volver a ver aquella figura espectral.
Sus amigos y familiares también notaron su cambio. Lorena, que antes era una persona alegre y extrovertida, se volvió retraída y melancólica. Intentaron ayudarla, pero ella no podía explicar lo que había experimentado sin que pareciera que perdía la cordura. La sensación de ser observada nunca la abandonaba, y a menudo sentía un inexplicable escalofrío en su hogar, e incluso un fuerte olor a flores, como si la presencia de la dama la hubiera seguido.
Pero, ¿qué crees que pasó después?
Fuente de las imágenes
1, 2, 3, 4