[ESP] ¿Todavía crees que no existen?

in #hive-1792912 days ago


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¿Todavía crees que no existen?

Los hermanos Gael y Harry llevaban semanas planeando esa noche. La excitación y la adrenalina corrían por sus venas mientras esperaban a que la casa quedara en completo silencio. A la señal de Gael, los dos chicos se deslizaron escaleras abajo, evitando los escalones que crujían bajo sus pies. Llegaron al garaje, donde se encontraba el coche de su padre, envuelto en la penumbra.

—¿Estás seguro de esto hermano? —susurró Harry, con la voz ligeramente temblorosa.

Gael sonrió, sus ojos brillando con una mezcla de desafío y entusiasmo.

—Confía en mí, Harry, esta será una noche que nunca olvidaremos.

Con manos temblorosas, Gael cogió las llaves del coche y, con un sutil clic, desactivó la alarma. Abrió la puerta, puso la palanca en punto muerto y ambos empujaron el coche para sacarlo del garaje. Una vez en la calle, los chicos subieron al coche y Gael arrancó el motor con un rugido sordo que les llenó los pulmones de aire por la excitación de la aventura.



Era una noche oscura, sin luna, y el cielo estaba lleno de estrellas titilantes que parecían susurrar secretos. Gael, mientras conducía, mantenía una actitud despreocupada y optimista. Harry, en cambio, se mostraba más reservado y pesimista, solamente miraba por la ventanilla, sumido en sus miedos y pensamientos. Poco a poco las luces de la ciudad se iban apagando, dando paso a la oscuridad del campo, donde los faros del coche eran lo único que iluminaba la carretera, haciéndola parecer un río interminable bajo el cielo estrellado.

—Siempre me has dicho que no crees en lo desconocido —expresó Gael, rompiendo el silencio mientras mantenía la vista en la carretera—. Pero hoy, Harry, esta noche cambiará tu percepción.

Harry resopló, tratando de mantener su escepticismo.

—Lo único que me preocupa es quedarnos sin gasolina en medio de la nada.

Gael soltó una carcajada, pero había una seriedad en sus ojos que Harry no pudo ignorar. Condujeron en silencio hasta que llegaron a un claro en el bosque, donde el conductor detuvo el coche. Ambos bajaron y Harry sintió un escalofrío que le recorría la espalda. Había algo en el aire, una sensación de expectación que no podía explicar.

—¿Qué hacemos aquí? —preguntó Harry, cruzándose de brazos, para combatir el frío de la noche.

—Espera y verás —respondió Gael, señalando al cielo.

De repente, una luz brillante apareció en el horizonte. Se movía con una velocidad y una precisión imposibles para cualquier aeronave conocida. Harry sintió que el corazón se le aceleraba a medida que la luz se acercaba, tomando la forma de una nave de diseño desconocido, planeando silenciosamente sobre ellos.

—Esto no puede ser real —manifestó Harry.

Gael sonrió, su mirada estaba llena de admiración.

—A veces la realidad supera a la ficción, hermanito.

La nave siguió planeando sobre ellos y, de repente, una pálida luz celeste apareció en su interior hasta tocar el suelo. De ella emergieron figuras altas y esbeltas, con ojos brillantes que parecían contener todo el conocimiento del universo. Avanzaron hacia los chicos, y Gael se adelantó, intentando mantener la calma.

—¿Qué quieren ellos?—preguntó Harry, incapaz de ocultar su miedo.

—No lo sé, hermano. Es la primera vez que los veo descender —respondió Gael, inquieto.

De repente, uno de los seres levantó una mano y, de algún modo, sus pensamientos se proyectaron directamente en la mente de los chicos. Quienes experimentaron una sensación de paz y sabiduría, como si estuvieran conectados a algo mucho más grande que ellos. «Venimos en busca de conocimiento», dijeron los pensamientos del extraño, «deseamos aprender de vosotros, de vuestro mundo y de vuestras emociones». «No somos enemigos, sino viajeros del cosmos».

Gael asintió, sintiendo una inexplicable conexión con aquellos seres. Harry, aunque todavía escéptico, no pudo evitar sentirse conmovido por la experiencia.

—¿Aún crees que no existen?—preguntó Gael, mirando a su hermano.

Harry miró a los visitantes, luego a su alrededor y finalmente a su hermano mayor. Algo dentro de él cambió en ese momento, una chispa de alegría y curiosidad que no había sentido en años.

—No, ya no —respondió Harry, con una sonrisa temblorosa—. Creo que siempre han estado ahí, esperando a que estuviéramos preparados para verlos.



De repente, las expresiones de los visitantes cambiaron. Sus ojos, antes llenos de sabiduría y paz, se volvieron fríos y calculadores. En un instante, los pensamientos pacíficos fueron sustituidos por un mensaje de advertencia y miedo.

«Deben venir con nosotros».

Antes de que los chicos pudieran reaccionar, fueron rodeados por una fuerza invisible que los levantó del suelo. Gael intentó gritar, pero el aire ahogó su voz. Harry, paralizado por el miedo, observó impotente cómo eran arrastrados hacia la nave. Y esta se elevó rápidamente, desapareciendo en el cielo nocturno sin dejar rastro.

Lo que siguió fue un vacío de silencio y preguntas sin respuesta.

La desaparición de los adolescentes se hizo rápidamente viral. Una vez encontrado el coche en el lugar donde se les vio por última vez, las teorías conspirativas sobre abducciones alienígenas empezaron a inundar las redes sociales. Familiares, amigos y curiosos se unieron a la búsqueda de respuestas, pero la verdad permanece oculta, envuelta en el misterio y el terror.


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Saludos, buen escrito