Poesía narrativa: La espada rompe cadenas [Esp-Eng]

En la caída de una lágrima, en el silencio de un dolor, en el momento decisivo de un brinco al abismo. La espada puede pesar en mi mano pero nada me detendrá. Las nubes grises pueden perturbar la paz, pero mi corazón le hace frente a las tumultosas olas en altamar. Hundida en tradiciones que no me dejaban respirar, presa de una historia que no debería repetirse nunca más.

Pies de bailarina pero pesados como mármol imposible de llevar, si la guerra la trae el enemigo del horizonte más allá, un vestido no me impedirá mi carácter inmortalizar. Sobre libros y pergaminos de una era de escudos cansados de levantar. Un extraño mal ha visitado las noches para no descansar, el miedo susurra en oídos de la descendencia real.

Monedas cayendo en picada a través de un sueño lleno de esperanzas. Mis manos sangran, pero mi mentón sigue en alto, mientras mi flecha certera da en el blanco. La delicadeza no es una virtud que se use en vano, cual flor carnívora puede ser solo la ilusión de un mago. Envueltos en oscuridad nos arrastramos en nombre de la fe, rogando no perdernos en un destino salvaje y cruel.

Zapatillas quemadas para usar botas café, usando cinturones en vez de un bello corsé. El rey ha muerto y la corona debe mantenerse en pie. Las flores ya no son un privilegio, pues se han convertido en un grillete que antes amé. Las inseguridades hacen un paseo inoportuno y las pérdidas de vidas causan un sabor amargo ocasionando el ayuno.

Sueños de conquista y otros de libertad, los cuentos infantiles de hadas y príncipes han quedado atrás. La princesa puede cortar con maestría a quien la pretende reclamar y hacerla arrodillar. Sin magia ni un juego de ajedrez fatal. Completamente capaz de pisar con seguridad y darle uso a todo su arsenal. Seguros de que quieren jugar a perder, saborearán con malestar la ira y la fuerza de mi corazón, el cual creían con vehemencia que era de cristal y fácil de poseer.

Atravesando llamas hasta el cielo y esquivando flechas con veneno. Los débiles han dejado de serlo y la marcha de un todo o nada por fin ha llegado al extremo. Mi cabello largo y ojos turquesa cual arroyo a lo lejos, son solo la portada de una fuerza capaz de reconstruir un inmenso reino. Recuperando el aliento en el medio tiempo, las piezas de mayor peso finalmente enfrentándose hervidos de ansiedad y desprecio.

Tobillos sangrantes y ojos llenos de fuego, un campo de batalla casi en silencio, preparan el punto final de una guerra para ciegos. Un giro y mi corazón abraza la adrenalina en cada bombeo. Vellos erizados recordando cada muerte y cada canción. Tragando saliva luego de cada respiración. El choque de espadas cortando el viento con intención y profundizando la curiosidad de la muerte apostando al mal solo por diversión.

El beso agresivo del hierro a la piel derraman un camino carmesí. Pasos tambaleantes, dos líderes entregados a ideales sin temor a retroceder y sin pensar huir. De rodillas he caído sin poder creerlo, con mi espada roja y lujuriosa declarando la victoria. Su cabeza rodando sin amo y su cuerpo desplomado. Bienvenidos a la era de la reina de ojos turquesa, donde si sus palabras no son suficientes para hacerte cambiar de idea, demostrará sin problema que su espada es capaz de romper cadenas.

In the fall of a tear, in the silence of a pain, in the decisive moment of a leap into the abyss. The sword may weigh in my hand but nothing will stop me. Gray clouds may disturb the peace, but my heart stands up to the tumultuous waves on the high seas. Sinking in traditions that wouldn't let me breathe, prey to a history that should never be repeated.

Feet of a dancer but heavy as marble impossible to carry, if the war is brought by the enemy from the horizon beyond, a dress will not prevent me from immortalizing my character. Upon books and scrolls of an age of shields weary to lift. A strange evil has visited the nights not to rest, fear whispers in ears of royal offspring.

Coins plummeting through a hope-filled dream. My hands bleed, but my chin is still high, as my accurate arrow hits the target. Delicacy is not a virtue to be used in vain, like a carnivorous flower it may only be a magician's illusion. Wrapped in darkness we crawl in the name of faith, praying not to lose ourselves in a wild and cruel destiny.

Burnt slippers to wear brown boots, wearing belts instead of a beautiful corset. The king is dead and the crown must stand. Flowers are no longer a privilege, for they have become a shackle I once loved. Insecurities make an ill-timed walk and losses of life cause a bitter taste occasioning fasting.

Dreams of conquest and others of freedom, childhood tales of fairies and princes are left behind. The princess can masterfully cut off whoever intends to claim her and bring her to her knees. No magic, no fatal chess game. Fully capable of stepping safely and putting her arsenal to full use. Sure that they want to play to lose, they will savor with discomfort the anger and strength of my heart, which they vehemently believed to be crystal and easy to possess.

Piercing flames to the sky and dodging arrows with poison. The weak have ceased to be weak and the march of an all or nothing has finally come to an end. My long hair and turquoise eyes like a stream in the distance, are only the cover of a force capable of rebuilding an immense kingdom. Catching my breath at halftime, the heaviest pieces finally facing each other boiling with anxiety and contempt.

Bleeding ankles and eyes full of fire, a battlefield almost silent, prepare the final point of a war for the blind. One turn and my heart embraces the adrenaline in every pump. Bristling hairs remembering every death and every song. Swallowing saliva after every breath. The clash of swords cutting the wind with intent and deepening the curiosity of death betting on evil just for fun.

The aggressive kiss of iron to skin spilling a crimson path. Staggering steps, two leaders surrendered to ideals without fear of backing down and without thought of fleeing. On my knees I have fallen in disbelief, with my red and lustful sword declaring victory. His head rolling masterless and his body slumped. Welcome to the age of the turquoise-eyed queen, where if her words are not enough to change your mind, she will prove without a problem that her sword is capable of breaking chains.