El monje detrás del espejo
Sin proponérselo inició el viaje más importante de su vida. El encuentro supuestamente casual con el monje dio en un traspié con todo lo que daba sentado por cierto.
El sinsentido del mundo y el limbo de la futilidad lo atormentaban justo antes de dormir cada noche hasta desvelarlo. Un ir y venir sin objetivo claro que escrutaba en sueños lúcidos, enigmáticos y difusos.
Aquel hombre rapado y ataviado con ropaje extraño, sacado de un lugar y tiempo remoto, sin embargo le inspiró confianza. Un vagabundo errante de cálida sonrisa, a quien parecía no importarle nada lo que ambicionaba la gente.
Por momentos, el sentimiento de una envidia sana lo invadió. El menudo hombre se veía tan libre y él, aunque vestido con ropa fina y elegante, se sentía tan esclavo.
Al verse de frente, le escuchó decirle, sígueme, es tiempo de salir de las rejas.
Confrontado vio alrededor. Nadie estaba a su lado. Más que una instrucción imperativa, era una invitación jovial y amistosa difícil de rechazar.
Nunca había faltado a sus labores. No al menos sin previo anuncio o forzado por una razón de peso.
Aunque no creía en el destino, si en que uno lo decide. Tenía la fuerte convicción de que la invitación era mucho más importante que una aburrida jornada por muy bien pagada que fuera.
Hizo una breve llamada mientras lo siguió hacia un parque forestal en el pie de monte de la gran montaña, orgullo de la ciudad y área protegida que fungía de espacio de recreación.
El monje caminó en sandalias en forma cómoda por la vereda de tierra. En cambio, el lujoso calzado pulido le estorbaba en cada pisada.
De nuevo le habló diciéndole, ¡si algo te molesta, entonces quítatelo de encima!
Sorprendido pensó, ¿cómo sabe que me molestan los zapatos?
En todo el trayecto, si volteó una vez fue mucho. Con Seguridad, uso la lógica para deducir mi molestia, se dijo así mismo.
De nuevo le habló justo cuando llegaron a un imponente árbol diciendo, el calzado te molesta menos que el mundo en donde vives. Ni siquiera duermes tranquilo. Necesitas cambiar ahora o estarás perdido para siempre.
Sin titubear le preguntó, ¿quién eres? La respuesta lo cimbró: Tan solo tu guía espiritual para desentrañar inquietudes y disipar los temores que evitan el goce de la vida.
Impactado, una sonrisa tenue denotó sin palabras la incógnita anidada en lo más profundo de su ser, y trajinada cada noche durante sus sueños.
Pensó en estar soñando de nuevo. Pero el monje le replicó: ¡no sueñas tal como crees! Quizás cuando duermes estás en realidad despierto. Mantente despierto, no dejes que nadie te quite la vida siguiendo el sueño de este.
Las palabras retumbaron con tal fuerza en sus oídos, a pesar de la serenidad y docilidad que las envolvían.
Volvió a preguntarle, ¿quién eres?
El monje respondió que era innecesario explicar lo que él ya sabía.
Pensó en estar en un estado esquizofrénico.
El monje rio a carcajadas sentenciando que son los demás los esquizofrénicos al vivir sin sentido ni propósito.
De repente el monje se enserió preguntándole: ¿acaso, aún necesitas dormir más y perder el gran regalo de la vida?
Supo en seguida el tamiz retórico de la pregunta cuando frente al espejo vio el rostro transfigurarse.
Aquel mismo día renunció a la antigua vida deshaciéndose de los caros zapatos en el cesto de la basura. Al final, a donde iba, de nada le serviría.
Fin
Una micro ficción original de @janaveda