Él está al mando del escuadrón de operaciones especiales experimental. En su dilatada carrera, el roce con los soldados le dio la pericia en el manejo de situaciones extremas y de alta tensión, en donde la compenetración era muy estrecha con cada miembro del equipo.

Recuerda, como si fuera ayer, la incursión fatídica en donde él fue el único sobreviviente. Una misión imposible y exitosa a un alto costo.

Las heridas corporales sanaron al poco tiempo de ser extraído del área de operaciones, pero las cicatrices mentales aún perviven en imágenes vívidas de sus compañeros apiñados en el interior del gran helicóptero.

El tiempo pasó mientras él cumplía labores administrativas de cuartel y de instrucción. Aunque de vez en cuando, se le permitió participar en operaciones de baja intensidad.

Sin importar el desempeño extraordinario, la actitud heroica y protectora para con los compañeros era un motivo de preocupación para la superioridad, quienes temían una afectación en el logro de los objetivos en las escasas misiones asignadas.

Antes de partir, el coronel pasa revista a los hombres. Cada rostro le es excepcionalmente familiar. Establece conversación con cada uno de ellos. Y aunque los recuerdos le invaden de nuevo, extraña la sensación de ansiedad disimulada de antaño. Algo cambió en él luego de la última incursión.

Cada soldado es una réplica exacta de compañeros muertos en combate, cuyas conciencias fueron reconstruidas con las piezas de información extraídas de la vida digital de cada uno guardada en la base de datos operada por el gobierno.

Su misión, además de comandar la incursión, es evaluar el desempeño individual y grupal en una situación real de combate.

Todos le son familiares, pero en realidad son seres artificiales, copias fieles, que creen estar vivos.

En pleno combate, registra con asombro las destrezas de soldados invulnerables. Sí, los heridos aunque sangraban seguían avanzando, cuando en condiciones normales estarían muertos.

Pensó, «¿cómo van a morir?, ¡si ni siquiera están vivos!»

Un impacto en el pecho lo sorprende, y sangre mana del interior. Esperó el dolor que nunca llegó. Entonces cayó en cuenta de que él, era también, uno de ellos.