La palabra que examinaremos esta semana, es bien conocida entre nuestros lectores. Proviene del latín liber, libri, que significa corteza de árbol, material que utilizaban los romanos para escribir. Esta voz ha perdurado a lo largo de la historia con ligeras variantes, por ejemplo, libro en italiano, livre en francés, livor en portugués, entre otras.
En el antiguo Egipto, había ejemplares de rollos de papiro que medían de 18 a 37 metros de longitud. Cada rollo constituía un volumen, del que pendían dos cartelitos: el titulus y el index. Mientras que en las regiones de Alta Mesopotamia, como Asiria, se utilizaban tablillas de arcilla, en las que se grababan caracteres cuneiformes y luego se cocían para su endurecimiento y mejor conservación.
Algunos siglos más tarde, en la Edad Media, se popularizó el uso del pergamino, cuyos ejemplares de lujo se teñían de púrpura y se escribían con tintas de oro y plata. Durante los años 1041 y 1049, el inventor chino, Bi Sheng, se adelantó al descubrimiento de Gutenberg y utilizó por primera vez tipos móviles en la impresión de libros. Al principio, las placas eran de madera, luego de porcelana y finalmente de hierro, con la intención de que la imprenta fuera más duradera. Después el mundo entero supo de la Biblia mazarina y la impresión de libros en masa estuvo a la vuelta de la esquina, anunciando la llegada de la época moderna.
Por este motivo, la RAE define esta palabra como cualquier "conjunto de muchas hojas de papel, vitela, etc., ordinariamente impresas, que se han cosido o encuadernado juntas con cubierta de papel, cartón, pergamino u otra piel, etc., y que forman un volumen".
Desde 1988, cada 23 de abril se celebra el Día Mundial del Libro y del Derecho de Autor, en honor a varios grandes escritores que nos ha legado la historia. Con razón, pues debemos a estos maravillosos vehículos que son los libros, el placer de viajar al pasado o al futuro, de vivir el presente con mayor intensidad, de estar en la piel de un esclavo o un emperador, de correr entre líneas en busca de lo que no se dice pero se transmite, de conocer nuestros orígenes y, por lo tanto, hacia donde nos dirigimos.
Está demás decir que en este blog amamos los libros. Vivimos rodeados de ellos y tenemos una extraña obsesión por acumularlos y no leerlos. Nos gusta el olor de sus páginas viejas y aprendimos a vivir en simbiosis con los hongos que habitan sus hojas. Así que no podíamos dejar pasar la oportunidad de hablar sobre esta palabra que tanto resuena en nuestro día a día.
Un libro es un salvavidas, un medio de transporte, un arma letal o un portal hacia otro mundo. La palabra libro nos recuerda a libertad, a la plenitud de vivir bajo el mandato de nuestras propias decisiones. Nos hace pensar en los volúmenes que reposan en las estanterías de las bibliotecas, y que esperan, por cada uno de nosotros, para que formemos parte de esas miles de vidas que guardan sus páginas.
Referencias:
• Real Academia Española. (1992). Diccionario de la lengua española (21a ed.).
• Nazoa, A. (2da.). (2014). La palabra de hoy. CENAL.
• Wells et. al (1964). Gran Enciclopedia del Mundo. DURVAN, S. A. de Ediciones.
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