Hay un dolor sentado en los aposentos
esperando a que pase el sopor de la tarde
lo miro desde lejos y me mantiene despierto
y deseo que de hastío y tedio pronto se largue.
Ese dolor pendenciero es tuyo y es mío,
pero sin dudarlo yo quiero esquivarle
ya he pasado por muchos desafíos
y ya es mucho este corazón que arde.
Quédate con el dolor paciente que está en la puerta
y no dudes en dejarme a mi la ingrata tarea de olvidar,
al final el dolor se puede disimular con caretas
y el olvido tiene una cara que no se puede maquillar.
Ese dolor sin nombre que espera sin tregua,
es de los que te consumen el tiempo y la paz
de esos que ni siquiera se mueren de mengua,
ni cuando el motivo ya no es posible recordar.
¿Hay otro camino para esquivar a ese dolor?
Quizás alguna ventana abierta
¿Por qué cuando sin remedio se termina un amor
es el dolor la única penitencia?
Bastante dolor es el haberte amado sin cordura
y que nuestros corazones no hayan encontrado camino,
es más que suficiente la certeza vivir en la locura
de que pudimos ser más que amantes, más que amigos.
Ese dolor no es un castigo, es una condena
de la que parece no nos podremos esconder
tal vez es una de las extrañas maneras
que tiene la vida de enseñarnos a querer.
Hay un dolor sentado frente a la puerta
esperando a que termine de llorar por ti
a través de mis lágrimas miro su tristeza
de tener que volver a hacerme infeliz.
Foto propia