Versión en Español
En tiempos pasados, los gobiernos totalitarios acechaban a aquellos que osaban cuestionar sus políticas. Las persecuciones se desplegaban tanto de día como en las sombrías horas nocturnas, cuando el factor sorpresa se convertía en un arma eficaz. Los soldados, vestidos con elegancia y portando armamento, se movían como sombras en la oscuridad. Sus fieles perros hambrientos les acompañaban, y su misión era clara: aniquilar a quienes representaban una amenaza. Pero, ¿qué objeto era tan peligroso como para merecer tal destino? Los libros.
Sí, los libros, esos tesoros de conocimiento y subversión. Una vez apresados, los infortunados portadores de ideas eran despojados de sus pertenencias, y los libros, arrancados de sus manos, eran llevados a lugares secretos. Allí, se amontonaban, esperando el fuego purificador. Las llamas devoraban las páginas, mientras los verdugos entonaban himnos en honor a su Gran Líder Supremo.
Hoy, todo ha cambiado. Ya no hay persecuciones, ni miedo que aceche en las sombras. La población vive atrapada en las distracciones cotidianas: trabajo, familia, vacaciones y el pago de impuestos. Pero incluso en los escasos momentos de ocio, el teléfono inteligente se alza como el nuevo ídolo. En ese pequeño aparato, tenemos todo al alcance de la mano: música, tutoriales, información de todo tipo. Sin embargo, preferimos el entretenimiento basura, generándolo y consumiéndolo con avidez.
Los vagones de trenes, las calles, cualquier rincón se llena de personas haciendo "monerías" frente a sus dispositivos. Las conversaciones carecen de profundidad; el arte y la cultura han dado paso a lo banal. Las palabras se reducen, como si temiéramos expresar ideas complejas.
Desde mi cama, reflexiono. Mañana, en la universidad, debo entregar un ensayo sobre la importancia de los libros y el hábito de la lectura. Un tema básico, sí, pero crucial en estos tiempos. No me considero un ávido lector, sino alguien habitual. No idealizo los libros; sé que son formatos para la difusión de información, desde grandes obras hasta contenido basura. ¿No ocurre lo mismo con las películas?
En última instancia, los gobiernos siguen buscando dominio, pero ahora emplean nuevas técnicas: el pan y circo digital.
English Version
In times past, totalitarian governments stalked those who dared to question their policies. Persecutions unfolded both during the day and in the dark hours of the night, when the surprise factor became an effective weapon. The soldiers, elegantly dressed and carrying weapons, moved like shadows in the darkness. Their faithful, hungry dogs accompanied them, and their mission was clear: to annihilate those who posed a threat. But what object was so dangerous as to deserve such a fate? Books.
Yes, books, those treasures of knowledge and subversion. Once imprisoned, the unfortunate bearers of ideas were stripped of their belongings, and the books, torn from their hands, were taken to secret places. There, they were piled up, waiting for the purifying fire. The flames devoured the pages, while the executioners sang hymns in honor of their Great Supreme Leader.
Today, everything has changed. There are no more persecutions, no more fear lurking in the shadows. The population lives caught up in everyday distractions: work, family, vacations and paying taxes. But even in the few moments of leisure, the smartphone rises as the new idol. On that little device, we have everything at our fingertips: music, tutorials, information of all kinds. However, we prefer junk entertainment, generating and consuming it greedily.
Train cars, streets, any corner is filled with people "monkeying around" in front of their devices. Conversations lack depth; art and culture have given way to the banal. Words are reduced, as if we were afraid to express complex ideas.
From my bed, I reflect. Tomorrow, at the university, I have an essay due on the importance of books and the habit of reading. A basic topic, yes, but crucial in these times. I don't consider myself an avid reader, but a regular one. I don't romanticize books; I know they are formats for disseminating information, from great works to junk content. Isn't the same true of movies?
Ultimately, governments are still seeking dominance, but now they are employing new techniques: digital bread and circuses.
Relato creado para el concurso creado por @hispaliterario
Aprovecho para invitar a @vickaboleyn @oswaldotorres @c1udadan0x en la participación de esta dinámica.
Fuente de la imagen
https://pixabay.com/es/photos/vasos-libro-tel%C3%A9fono-iphone-1052023/