Nadie puede describir mejor una guerra que sus víctimas. Mientras que los soldados en el campo de batalla lo pasan mal, los civiles que terminan involucrados involuntariamente lo pasan aún peor. Pero los civiles no son las únicas víctimas de una guerra; hay otras víctimas que están en peor situación. Por eso he querido contar la historia de dos víctimas de una guerra, que no son ni soldados ni civiles, pero que, como estos últimos, se han visto implicados involuntariamente en una guerra que no provocaron.
No one can describe a war better than its victims. While the soldiers on the battlefield have a hard time, the civilians who end up involuntarily involved have an even harder time. But civilians are not the only victims of war; there are other victims who are worse off. That is why I wanted to tell the story of two victims of a war, who are neither soldiers nor civilians, but who, like the latter, have been involuntarily involved in a war they did not provoke.
Bajo el fuego de la artillería.
Todo empezó un día sin previo aviso. Bueno, aunque no hubo ningún aviso, o al menos ninguno que llegara a sus oídos. Si hubo señales que ignoraron; Algunos días antes, en las cercanías del pueblo, habían oído grandes estruendos que sonaban como truenos, que arrojaban relámpagos. En aquellos días hacía buen tiempo y ni siquiera estaba nublado, por eso la duda si se trataba de truenos y relámpagos. De ahí que Vlamirdy y Yuliosk les parecían extraños esos estruendos parecidos a truenos, que sonaban tanto de día como de noche. Y aunque eso le llamaba la atención, pues en esa región nunca se habían oído truenos sin ver el rayo, y mucho menos en la noche, donde la secuencia era cien por ciento percibida por todos, primero el rayo, luego el relámpago y por último el trueno. Era algo raro que ahora ni se vieran los rayo y se escuchara primero el trueno y luego el relámpago. Pero, aun así, en esos momentos ignoraron esta señal de mal presagio.
En Sirlinko las noches siempre habían sido tranquilas, al menos en los diez años que Vlamirdy podía recordar, y él era mayor dos años que Yuliosk. Fue precisamente en una de esas noches tranquilas que Vlamirdy conoció a su fiel amigo Yuliosk, hacía ocho años. Años, hermosos y prósperos para esa región. Donde los campos de trigo, al crecer, parecían grandes lagos verdes, pero cuando sus espigas maduraban parecían grandes desiertos cubiertos de arena amarilla. Otra señal que los dos amigos ignoraron fue que en Sirlinko todos sus habitantes se conocían; como es típico en los pueblos pequeños. Pero hacía algunos días Yuliosk, que era muy observador, se dio cuenta de que algunos jóvenes faltaban en el pueblo. Sin embargo, Vlamirdy quera más distraído y poco observador, no se percató de la ausencia de los jóvenes del pueblo, así como de la ausencia de otros jóvenes de los pueblos de alrededor que frecuentaban su aldea. Lo interesante, fue que no fueron solo los jóvenes varones los únicos ausentes. Y es que ahora, cuando Yuliosk menciona la ausencia de los jóvenes, que Vlamirdy nota la ausencia de Shaska.
Hasta ese momento nunca había faltado el saludo de Shaska, la hermosa joven que, desde que se mudó a casa de su abuelo, la casona principal de la finca Tramintaris, aledaña a la casa donde vivían los dos amigos. Y es que nunca, ni un solo día antes, a ocurrir estos raros acontecimientos, ella había dejado de saludar a ninguno de los dos amigos. Ahora, después de un simple análisis relámpago, dos preguntas vinieron a la mente de Vlamirdy: ¿fue una coincidencia o fue todo parte de eventos concatenados? Además, hace unas pocas horas todo el valle quedó inundado de tropas. Lo cierto es que, nadie había anunciado la llegada de tropas a las inmediaciones del pueblo. Habían pasado varios años desde que se habían producido movimientos de tropas en esa región. En el último ejercicio militar en la zona solo se vieron algunos camiones militares, cargados de soldados, pasando por la carretera central del pueblo. Aun así, una semana antes, el alcalde había anunciado que se realizarían ejercicios militares en la región, por lo que nadie se sorprendería si vieran equipo y personal militar cerca del pueblo.
Pero en esta ocasión no se había dado ninguna advertencia. Por otro lado, la posición donde se encontraban los dos amigos, no les permitía ver con seguridad si era el ejército o alguna milicia, de la cual habían oído hablar a algunos lugareños. Unos minutos más tarde, los dos amigos notaron un extraño movimiento en el pueblo. El ambiente habitual de Sirlinko era tranquilo y no muy ruidoso. Por ello, el revuelo y él corre, corre, es un presagio de que las cosas no van bien. Y para colmo, una vez más se escuchan esos inusuales truenos, esta vez parecían haber sonado en el valle, donde estaban acampadas las tropas. Es increíble lo rápido que fluyen los pensamientos por la mente, instantes después de escuchar el sonido del trueno Yuliosk relincha anunciando que un par de relámpagos avanzan desde el campamento militar en dirección al pueblo. A continuación, se escucha sonar la alarma de combate de la aldea y segundos más tarde se escucha la detonación de dos proyectiles impactando en las inmediaciones de la finca Tramintaris.
La detonación produce un silbido en sus oídos, tal y como si se hubiera removido la válvula de presión de una olla. Esto a su vez produce en ambos amigos tanto miedo que los hace temblar de espanto. Aún, mientras mira hacia la casona principal de la granja Tramintaris, se da cuenta de que la casa de la bella Shaska ha sido volada y la pieza que aún queda en pie está en llamas. El miedo y la desesperación crecen y hacen que Vlamirdy se congele de pánico, mientras que el pánico tiene otro efecto en Yuliosk, quien inmediatamente comienza a correr en dirección a la puerta del establo, que permanece cerrada. Pero aun así no se detiene y salta la pequeña baya que durante el día sirve de puerta en el establo.
Vlamirdy, que todavía no estaba seguro si debía seguir los pasos de su amigo y saltar sobre la baya, nota que la sirena que anuncia a los ciudadanos de Sirlinko que deben buscar refugio inmediatamente sigue sonando. Se da cuenta, que su dueño no se enojará con él por abandonar el establo. Incluso él, su dueño, tendrá que buscar refugio. Entonces Vlamirdy se da vuelta para tomar impulso e inmediatamente comienza a correr y salta sobre la baya. Sale corriendo al camino que le lleva al gran campo de trigo en las afueras de la aldea. Su dueño, ya algo anciano, roza los setenta años y cojea de un pie. Es un discapacitado de guerra, en época pasada luchó por la liberación de Afgatannis. Y tuvo suerte de sobrevivir a una emboscada preparada por sus enemigos. Por eso a su dueño, Serkey, no le gusta hablar de guerra, armas y soldados. Hace unos meses, el abuelo de Shaska un viejo refunfuñón llamado Stanfy y Serkey estaban hablando, o más bien discutiendo, sobre temas de guerra. Esa había sido otra señal que los dos amigos ignoraron.
Ambos ancianos hablaban de la incorporación de las mujeres a la lucha armada, de cómo podían defenderse y ser útiles en cualquier frente. Al principio, Serkey desconocía esta idea y decía que las mujeres solo eran buenas enfermeras. Luego reconoció que tenían coraje, pero siguió aferrando a la idea de que debían quedarse en casa, cuidando a los niños, a los ancianos y a los heridos o mutilados que regresaban de las batallas. Qué ingenuos habían sido estos dos amigos, que habían ignorado todo tipo de señales que apuntaban a una guerra en el Vassdon. Ahora, mientras Vlamirdy galopaba hacia el campo, todos esos recuerdos pasaban por su cabeza. Desde el campo de trigo, gira la cabeza y mira la casa del anciano Stanfy, que está en llamas; piensa en el anciano, en su hijo y en su nieta, la bella Shaska, y se pregunta si sobrevivieron o si perecieron en el incidente.
Lo cierto es que a la joven amiga hace unos días no la ve, lo más seguro es que no estuviera en casa, tampoco su padre que acostumbra a salir temprano. Pero el anciano, el anciano, si debe haber muerto con la explosión, además por su edad le cuesta moverse rápido, no cabe duda que no debe haber sobrevivido. Luego, como un relámpago, nuevas ideas pasan por su cabeza, deben regresar por su dueño, que también es un anciano, o será en vano regresar, pues ya él estará resguardado en el refugio de la aldea, o aún no le habrá dado tiempo llegar. De repente oye el sonido de un disparo, vuelve a mirar hacia el frente y a unos 300 metros ve a su amigo Yuliosk intentando dar marcha atrás. Un escuadrón de infantería que avanza por el campo de trigo le dispara. De repente oye gritar una voz suave y femenina. No disparen, ese caballo es de nuestro pueblo, es Yuliosk.
Aunque está muy distante, cree haber reconocido la voz, es la bella Shaska. ¿Pero qué hace ella entre un pelotón de soldados? Quizás ella sea parte de la resistencia, pero qué resistencia u ocho cuartos. Sería mejor escapar y luego descubrir de qué se trata todo esto. Su pueblo, Sirlinko, siempre ha sido un pueblo tranquilo, sus habitantes son solo campesinos que cultivan la tierra, aunque a unos 30 kilómetros se encuentra la lujosa y gran ciudad de Vassdon, lugar donde algunos lugareños trabajan. Por cierto, Sirlinko está cerca de la gran ciudad, pero a miles de kilómetros del desarrollo de ella, su aldea mantiene una fuerte tradición al estilo de la época antigua. La pregunta sería, ¿por qué estaban siendo atacados? Antes de intentar responder a esta pregunta, Vlamirdy, un poco más tranquilo, vuelve a atar los cabos sueltos. Las bombas, que al principio pensaron que eran relámpagos, habían caído sobre la casa de su amigo Shaska, quien estaba involucrada con el pelotón de infantería que parecía más guerrilleros que soldados. Pelotón que está situado precisamente en el lado opuesto del campamento militar de donde procedieron las bombas que destruyeron la casa de Stanfy.
Deteniéndose en medio del campo de trigo esperando la llegada de su amigo Yuliosk, Vlamirdy vuelve la cabeza hacia el pueblo, donde todavía suena la sirena y observa como nuevas bombas chocan sobre una y otra casa. Parece un chaparrón de bombas. Son morteros disparados desde el campamento militar. Y lo hacen contra una población de civiles inocentes. De viejos indefensos, porque el pueblo llevaba días sin jóvenes. De repente, un dolor enorme se apodera del pecho de Vlamirdy. Siente que le arde el corazón, se le aflojan las piernas y cae al suelo. No ha sido herido, el motivo de su dolor es otro, la casa de su dueño ya no está, de ella solo se ve salir humo. Su gran amigo y propietario, el señor Serkey, habrá sobrevivido o no habrá tenido tiempo de refugiarse en el refugio del pueblo. Esta idea no sale de su cabeza; esto lo hace sentirse culpable de no haber regresado a rescatarlo a tiempo.
No tiene fuerzas para continuar, se ha desplomado en el suelo. Hasta él llega su amigo Yuliosk que cree le ha alcanzado una bala. Sorprendido, solo piensa, lo dura que es la vida, hasta hace un tiempo todo era paz y felicidad para él. Y en un santiamén todo se ha convertido en un delirio. ¿Quién puede entender a los hombres que hoy se dan la mano y al día siguiente se pelean? ¿Qué razón podría ser mayor que la preservación de la vida? Por qué los hombres son incapaces de hacer duradera la paz y de no provocar el odio. Estas son frases que escuchó de boca de su dueño, cuando se lamentaba de los dolores de su pierna y cadera derecha; secuelas de la guerra en Afgatannis. Junto a él ha llegado su amigo Yuliosk y segundo después, llegó el escuadrón de infantería que avanzaba por el campo de trigo.
Son los jóvenes del pueblo, que llevaban varios días desaparecidos. Entre ellos se encuentra la bella Shaska, que se ha detenido justo delante de sus ojos. En su mano izquierda sostenía un rifle y con la otra mano comenzó a acariciar a su amigo Yuliosk, mientras de sus ojos brotan enormes gotas de lágrimas. Vlamirdy observa a su bella amiga Shaska, piensa, una vez más, cuál será la causa de sus lágrimas y otro pensamiento le sigue, ¿Qué pudo haber causado esta guerra? Quizás sea como las discusiones que se dan entre los humanos, cuando ven un partido de fútbol. Un grupo quiere que gane un equipo y el otro grupo quiere que gane el otro equipo. Pero el motivo principal no es quién merece la victoria por jugar mejor, sino que hay mayores intereses. Las apuestas que se hacen a favor de un equipo o de otro y ya no se trata de qué equipo gana y pierde, sino de quién va a perder o ganar la apuesta.
Sus ojos vidriosos muestran su preocupación, él se sigue preguntando, ¿Será que en una guerra pasa lo mismo, que, en el futbol, que hay intereses mayores que defender un pedazo de tierra, una cultura o unas pocas vidas? ¿Será que estos intereses geopolíticos van más allá de lo político, que los intereses reales son económicos? Lo triste es que quienes apuestan por los beneficios económicos se olvidan de las víctimas de estos conflictos armados. Lo triste es que quienes estamos en medio del conflicto no tenemos la opción de decir, basta de lucrar con nuestra desgracia, no están apostando dinero, negocios, empresas, lo que aquí se aposta es nuestras vidas. Mientras aún pensaba, escuchó el sonido de nuevos disparos de mortero, su corazón se contrajo una vez más, sintió que su pueblo desaparecería y nunca más lo volvería a ver.
Y efectivamente no lo volverá a ver, porque ellos, han sido descubiertos. Y el objetivo atacado en ese momento no fue precisamente el pueblo, sino ellos. Shaska y los jóvenes huyen en todas direcciones. Solo su fiel amigo Yuliosk se ha quedado a su lado, ambos se miran con ojos vidriosos, con una mirada de despedida. Saben que ha llegado su fin, un fin que no eligieron, pero del que no había salida, porque se habían colocado bajo el fuego de la artillería. Los últimos pensamientos de los dos amigos se producen al unísono, recuerdan cuando su joven amiga Shaska se escondía entre el trigo para cazar codornices, con este bello recuerdo cierran sus ojos en forma de despedida. Y fue así como en los últimos instantes de sus vidas logran despojar su mente de la tragedia y hacer que sus rostros se llenaran de alegría y su corazón de felicidad.
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Under artillery fire.
It all started one day without warning. Well, although there was no warning, or at least none that reached their ears. If there were signs that they ignored; Some days before, in the vicinity of the town, they had heard great rumblings that sounded like thunder, that threw lightning. In those days the weather was fine and it was not even cloudy, hence the doubt whether it was thunder and lightning. That's why Vlamirdy and Yuliosk found these thunder-like rumblings, which sounded both day and night, strange. And even though it was striking, because in that region they had never heard thunder without seeing the lightning, and much less at night, where the sequence was one hundred percent perceived by all, first the ray, then the lightning and finally the thunder. It was somewhat strange that now the lightning was not even seen and the thunder was heard first and then the lightning. But, even so, at those times they ignored this ominous sign.
In Sirlinko the nights had always been quiet, at least in the ten years that Vlamirdy could remember, and he was two years older than Yuliosk. It was precisely on one of those quiet nights that Vlamirdy had met his faithful friend Yuliosk, eight years ago. Years, beautiful and prosperous for that region. Where the wheat fields, when growing, looked like big green lakes, but when their ears matured they looked like big deserts covered with yellow sand. Another sign that the two friends ignored was that in Sirlinko all its inhabitants knew each other; as is typical in small towns. But a few days ago Yuliosk, who was very observant, noticed that some young people were missing in the village. However, Vlamirdy, who was more distracted and unobservant, did not notice the absence of the young men from the village, as well as the absence of other young men from the surrounding villages who frequented his village. Interestingly, it was not only the young men who were absent. And it is now, when Yuliosk mentions the absence of the young men, that Vlamirdy notices Shaska's absence.
Up to that moment, the greeting of Shaska, the beautiful young woman who, since she moved to her grandfather's house, the main house of the Tramintaris estate, next to the house where the two friends lived, had never failed to greet them. She had never, not even a single day before these strange events had occurred, failed to greet either of the two friends. Now, after a simple lightning analysis, two questions came to Vlamirdy's mind: was it a coincidence or was it all part of concatenated events? Besides, a few hours ago the whole valley was flooded with troops. The truth is, no one had announced the arrival of troops in the vicinity of the village. It had been several years since there had been troop movements in that region. In the last military exercise in the area only a few military trucks, loaded with soldiers, were seen passing through the central road of the village. Even so, a week earlier, the mayor had announced that military exercises would be held in the region, so no one would be surprised if they saw military equipment and personnel near the town.
But on this occasion no warning had been given. On the other hand, the position where the two friends were, did not allow them to see for sure if it was the army or some militia, which they had heard about from some locals. A few minutes later, the two friends noticed a strange movement in the village. Sirlinko's usual atmosphere was quiet and not very noisy. Therefore, the commotion and him running, running, running, is an omen that things are not going well. And to top it all off, once again those unusual thunderclaps are heard, this time they seemed to have sounded in the valley, where the troops were camped. It is amazing how fast thoughts flow through the mind, moments after hearing the sound of thunder Yuliosk neighs announcing that a couple of lightning bolts are advancing from the military camp in the direction of the village. Next, the village battle alarm is heard ringing and seconds later the detonation of two shells is heard hitting the vicinity of the Tramintaris farm.
The detonation produces a hissing sound in their ears, as if the pressure valve of a pot had been removed. This in turn produces in both friends so much fear that it makes them tremble with fright. Still, as he looks towards the main house of the Tramintaris farm, he realizes that the house of the beautiful Shaska has been blown up and the piece that is still standing is on fire. Fear and despair grow and make Vlamirdy freeze with panic, while panic has another effect on Yuliosk, who immediately starts running in the direction of the stable door, which remains closed. But still he does not stop and jumps over the small berry that during the day serves as the stable door.
Vlamirdy, who still wasn't sure if he should follow in his friend's footsteps and jump over the berry, notices that the siren announcing the citizens of Sirlinko to seek shelter immediately is still blaring. He realizes, that his owner will not be angry with him for leaving the stable. Even he, his owner, will have to seek shelter. Then Vlamirdy turns around to gain momentum and immediately starts running and jumps over the berry. He runs out onto the road that leads to the large wheat field on the outskirts of the village. His owner, now somewhat elderly, is in his late seventies and limps on one foot. He is a war disabled, in times past he fought for the liberation of Afgatannis. And he was lucky to survive an ambush set by his enemies. That's why his owner, Serkey, doesn't like to talk about war, weapons and soldiers. A few months ago, Shaska's grandfather a grumpy old man named Stanfy and Serkey were talking, or rather arguing, about war issues. That had been another sign that the two friends ignored.
Both old men were talking about women joining the armed struggle, how they could defend themselves and be useful on any front. At first, Serkey was unaware of this idea and said that women were only good nurses. Later he recognized that they had courage, but continued to cling to the idea that they should stay at home, caring for children, the elderly, and the wounded or maimed returning from battles. How naive these two friends had been, who had ignored all sorts of signs that pointed to a war in the Vassdon. Now, as Vlamirdy galloped into the field, all those memories flashed through his head. From the wheat field, he turns his head and looks at old Stanfy's house, which is on fire; he thinks of the old man, his son and his granddaughter, the beautiful Shaska, and wonders if they survived or if they perished in the incident.
The truth is that she has not seen her young friend for a few days, most likely she is not at home, nor is her father, who usually goes out early. But the old man, the old man, if he must have died in the explosion, besides, because of his age it is difficult for him to move fast, there is no doubt that he must not have survived. Then, like a flash of lightning, new ideas go through his head, they must return for their owner, who is also an old man, or it will be in vain to return, because he will already be sheltered in the shelter of the village, or he will not have had time to get there yet. Suddenly he hears the sound of gunfire, he looks ahead again and about 300 meters away he sees his friend Yuliosk trying to turn back. An infantry squad advancing through the wheat field fires at him. Suddenly he hears a soft, feminine voice shout. Don't shoot, that horse is from our village, it's Yuliosk.
Although she is very distant, she thinks she recognized the voice, it is the beautiful Shaska. But what is she doing among a platoon of soldiers? Maybe she is part of the resistance, but what resistance or eight quarters. It would be better to escape and then find out what this is all about. Her village, Sirlinko, has always been a quiet town, its inhabitants are only farmers who cultivate the land, although about 30 kilometers away is the luxurious and large city of Vassdon, a place where some locals work. By the way, Sirlinko is close to the big city, but thousands of kilometers away from the development of it, its village maintains a strong tradition in the style of ancient times. The question would be, why were they being attacked? Before attempting to answer this question, Vlamirdy, a little calmer, ties up the loose ends again. The bombs, which at first they thought were lightning, had fallen on the house of their friend Shaska, who was involved with the infantry platoon that looked more like guerrillas than soldiers. A platoon that is located precisely on the opposite side of the military camp from where the bombs that destroyed Stanfy's house came from.
Stopping in the middle of the wheat field waiting for the arrival of his friend Yuliosk, Vlamirdy turns his head towards the village, where the siren is still sounding and watches as new bombs hit one house after another. It looks like a hail of bombs. They are mortars fired from the military camp. And they do it against a population of innocent civilians. Of helpless old people, because the village had been without young people for days. Suddenly, an enormous pain seizes Vlamirdy's chest. He feels his heart burning, his legs loosen and he falls to the ground. He has not been wounded, the reason for his pain is different, his owner's house is gone, only smoke can be seen coming out of it. His great friend and owner, Mr. Serkey, will have survived or will not have had time to take refuge in the shelter of the village. This idea does not leave his head; this makes him feel guilty for not having returned to rescue him in time.
He has no strength to continue, he has collapsed on the ground. His friend Yuliosk comes to him and thinks he has been hit by a bullet. Surprised, he just thinks, how hard life is, until a while ago everything was peace and happiness for him. And in a jiffy everything has become a delirium. Who can understand men who today shake hands and the next day fight? What reason could be greater than the preservation of life? Why men are incapable of making peace lasting and of not provoking hatred. These are phrases he heard from the mouth of his owner, when he was lamenting the pains in his right leg and hip; after-effects of the war in Afgatannis. Together with him, his friend Yuliosk arrived, and a second later, the infantry squadron arrived, advancing through the wheat field.
They are the young people of the village, who had been missing for several days. Among them is the beautiful Shaska, who has stopped right in front of their eyes. In her left hand she held a rifle and with the other hand she began to caress her friend Yuliosk, while from her eyes gush huge drops of tears. Vlamirdy watches her beautiful friend Shaska, thinks, once again, what could be the cause of her tears and another thought follows, what could have caused this war? Perhaps it is like the arguments that occur among humans when they watch a soccer game. One group wants one team to win and the other group wants the other team to win. But the main reason is not who deserves the victory because they play better, but because there are greater interests. Bets are placed in favor of one team or the other and it is no longer about which team wins and loses, but who is going to lose or win the bet.
His glassy eyes show his concern, he keeps asking himself, Could it be that in a war the same thing happens, that, in soccer, that there are greater interests than defending a piece of land, a culture or a few lives? Could it be that these geopolitical interests go beyond the political, that the real interests are economic? The sad thing is that those who bet on economic benefits forget about the victims of these armed conflicts. The sad thing is that those of us who are in the middle of the conflict do not have the option to say, enough of profiting with our misfortune, they are not betting money, business, companies, what they are betting here is our lives. While he was still thinking, he heard the sound of new mortar shots, his heart contracted once again, he felt that his people would disappear and he would never see them again.
And indeed he would never see it again, because they had been discovered. And the target attacked at that moment was not precisely the village, but them. Shaska and the young people flee in all directions. Only his faithful friend Yuliosk has stayed by his side, both look at each other with glassy eyes, with a farewell look. They know that their end has come, an end they did not choose, but from which there was no way out, because they had placed themselves under artillery fire. The last thoughts of the two friends occur in unison, they remember when their young friend Shaska was hiding among the wheat to hunt quail, with this beautiful memory they close their eyes in the form of farewell. And so it was that in the last moments of their lives they managed to strip their minds of the tragedy and make their faces fill with joy and their hearts with happiness.
Gracias por leer.
- Imagenes creadas en https://www.bing.com/ Copilot a petición del autor, y modificadas posteriormente en Photoshop.
- Relato original creado por mí.
- Traducción al inglés mediante https://www.deepl.com/ (versión gratuita)