Nadie sabe con certeza cuando llegó, pero el Cangrejo Macho era la mascota del Sr. Luis, era su compañero, era como su hijo, y vivía con él en su casa, lo compartía todo con él, pero no mi cama, como decía el Sr. Luis, lo que desataba risas de sus amigos, muchos de los cuales pensaban que a Luis le faltaba poco para llamarlo loco.
El Cangrejo Macho vivía montado sobre las palmeras de la zona, es un tipo de Cangrejo de color gris azulado, medía unos 10 centímetros, a pesar de que él prefería estar en madrigueras, con el paso de los años descubrió que si se montaba en lo alto de las palmeras se salvaba de ser capturado y terminar en un plato de un restaurante. Ahí lo consiguió el Sr. Luis, cuando tumbaba cocos para vender.
Lo llamó el Cangrejo Macho porque bajaba de la palmera para cortejar a las hembras y aparearse, del resto volvía a su casa. También bajaba para comer cuando el Sr. Luis lo llamaba.
Todos los turistas que frecuentaban el lugar ya conocían al Cangrejo Macho.
Pero un día, pasó lo peor, mientras estaba cortejando a una hermosa hembra lo capturaron, estaba metido en un saco, por más que intentaba romperlo con sus tenazas no logró escapar, lo metieron en la cárcel, una especie de corral.
El Cangrejo Macho no podía ni dormir, él sabía lo que le esperaba, así que se mantenía alerta.
En esos corrales fueron trasladados, tuvo la suerte de que fue vendido a un restaurante de la zona, el Cangrejo Macho lo había visto desde su hogar, lo alto de la palmera.
En el corral de cangrejos los alimentaban para mantenerlos vivos, así que cuando entraba alguien a la cocina se hacía el muerto. El cocinero en cuanto lo vio lo sacó para cocinarlo antes de que se comenzará a descomponer, y ahí el Cangrejo Macho le maltrató el dedo pulgar con su pinza, comenzó la persecución en la cocina, todo se volvió un caos, el cocinero quería venganza, nadie entra y nadie sale, decía.
Pero entró un camarero a preguntar por la orden que tenía pendiente y el Cangrejo Macho no perdió la oportunidad.
Se escabulló entre los pies de los comensales, corrió y corrió hasta llegar con el Sr. Luis, quien al verlo rompió a llorar de alegría.
Esa noche el Cangrejo Macho durmió en la cama con el Sr. Luis.
Pasó el tiempo, y después de la mala experiencia, el Cangrejo Macho se volvió más cauteloso, a las hembras las invitaba al patio de la casa del Sr. Luis para el apareamiento.
Un día el Sr. Luis enfermó de gravedad, el Cangrejo Macho no lo dejaba sólo, ni siquiera para cortejar a las hembras que llegaban del mar, cuando alguien aparecía, el Cangrejo Macho se escondía por temor de que quisieran hacer un caldo.
Pero el cuerpo del Sr. Luis estaba muy delicado, y estaba muriendo, con lo que le daba la voz, el Sr. Luis lo llamó para despedirse, el Cangrejo Macho le tomó el dedo delicadamente con sus tenazas, y todos los presentes pudieron ver al Cangrejo Macho llorar cuando el Sr. Luis se fue en paz.
Esa misma noche el Cangrejo Macho con una hermosa hembra se fue al mar, pensando en que ya era el momento de asumir la paternidad por tanto tiempo postergada.