El angelito le dio un codazo al serafín y le señaló la dama que se deslizaba entre los cirros y cumulonimbos:
—¡Mira, esa es la señora que te mencioné, la de las caraotas rojas con paticas de cochino!
Ceilán los observó con el ceño fruncido,,, 275 años habían pasado ya desde su muerte y ocurría lo mismo cada vez que se encontraba con un difunto o un angelito que no la conociera de antes. Recordó las circunstancias que la habían llevado a esa parte del Paraíso…
Había pasado por el mal rato de hacerse extraer tres muelas.
Llegó a casa, su suegra le tenía hecha “su sopita” .
¡Nunca pensó que esta especie de “ayuno parcial” la haría sufrir tanto!
A las 48 horas de mantener esta dieta estaba desesperada. Consomé, caldo, jugo, refresco, agua, té…le llenaban la panza más no la satisfacían y seguía con un hambre de locos.
Hora 70...
Lo que aumentaba su sufrimiento era el olor… Y es que su suegra,, ese día había hecho para el almuerzo minestrone de caraotas rojas con paticas de cochino y el provocativo olor la estaba volviendo loca.
La suegra le subió una paila llena del potaje .
El minutero marcó el 12 y Ceilán marcó la milla dispuesta a devorar en tiempo record el plato. A la tercera cucharilla apurada tuvo que soltar el cubierto pues le dio una puntada fortísima en la boca del estómago y cayó desvanecida.
Cuando tuvo conciencia de sí misma de nuevo formaba parte de una larguísima cola para responder las preguntas de un señor de poblada barba blanca que estaba sentado en el aire flotando frente a un escritorio. Al ver los angelitos a lado y lado y el báculo brillante se dio cuenta que era San Pedro y que ella había fallecido.
Conforme se iba acercando al escritorio escuchaba la pregunta que todos respondían
—¿Qué causó su deceso?
—Me caí de una moto
—…
—¿Qué causó su deceso?
—Una mala praxis médica
—¡Otra!
…
Cuando tocó el turno a Ceilán se sintió muy apenada.
—¿Qué causó su deceso?
—Eeeh… un plato de caraotas rojas con paticas de cochino.
—Hable más fuerte, por favor ¿Por qué susurra?
—Es que me da pena…todos los que he oído han muerto en circunstancias comunes
—No se preocupe por eso, atienda lo suyo ¿Cómo fue su deceso?
—Por un plato de caraotas rojas…con paticas de cochino
—¿Mmmm? Explíquese
Tuvo que contar la historia al detalle. Y se puso roja al notar los esfuerzos que hacían lo angelitos para no reír. Se pusieron rojos hasta la punta del ala.
San Pedro, aguantándose la risa que pugnaba por estallar, le dijo…
—Bueno… escribiré acá---“por lambucia”
Una carcajada general de los difuntos más cercanos que habían oído la historia hizo que los angelitos no pudieran contenerse y rieran a más no poder. San Pedro mismo, sujetándose el prominente abdomen rió tan fuertemente que se cayó de espaldas dejando a la vista de todos sus hermosas sandalias doradas comúnmente cubiertas por la larga bata blanca.
Gracias por llegar leyendo hasta acá
Este cuento fue inspirado en un caso de la vida real - y de una muerte irreal- ya que estuve a punto de morirme ese día en que me comí las caraotas rojas... por lambucia
El texto fue creado sin utilizar IA
Foto propia tomada con celular Samsung J2 Prime y editada en Inshot versión gratuita
Si lo deseas puedes seguirme en las redes:
▶️ 3Speak