EL BURRO Y EL ÁGUILA
Por diecinueve centavos,/
un burrito mercader,/
para un águila vender/
se fue al mercado de esclavos.
Así fue como ese día/
curiosos y compradores/
miraban de mil amores/
la preciosa mercancía:
unas plumas cuyos brillos/
envidiaban los diamantes/
y unas garras tan cortantes/
como filosos cuchillos.
El curvo pico de acero,/
los ojos, la envergadura;/
en fin, el ave más pura/
que existe en el mundo entero.
Llegó al lugar en carrera/
un comprador arrogante/
y con aires de pedante/
echó mano a la cartera.
Diciendo "el negocio es nuestro/
porque yo llegué primero",/
al ave entregó el dinero/
y al burro puso un cabestro.
MORALEJA:
Que surja esta confusión/
no es raro ni sorprendente:/
en el mundo mucha gente/
no parece lo que son.
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Gracias por sus amables lecturas
Texto e imagen de Tomás Jurado Zabala