Recuerdo en llamas - Segunda Parte [ESP-ENG]

in #hive-1792916 months ago


Foto de Cherry Laithang en Unsplash


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Primera parte

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Los primeros dos días eran agobiantes, no podía revertir la pena que sentía Carmela, además de un miedo que evolucionaba de manera angustiante, y que, por desgracia, nunca vi crecer. Un asaltante de la medianoche se alojaba en su mente y le hacía verter pesadillas sobre su almohada.

—¡Oh, no, por favor! —Gritaba Carmela en medio de la noche. Me desperté de súbito y acudí a ella para despertarla. Jadeaba con fuerza. Sudaba. Los ojos casi se le salían de las cuencas, luego tosió con fuerza para liberarse del terrible hostigamiento.

—¿Estoy a salvo? —Decía aterrada en un tono susurrante.

—Tuviste una pesadilla, Carmela, pero tranquila, ya estoy junto a ti. —Le aseguré y la arropé con mi abrazo.

—Me estaba estrangulando mientras su pesado cuerpo estaba encima de mí. ¡Ese asqueroso degenerado! ¡Quiero que se largue rápido! —Vociferaba mientras sollozaba.

—¡Carmela debes calmarte! Si sigues así te vas a enfermar.

—¡Es que no lo soporto! ¡Quiero que se vaya!

—Lo sé, pero debes controlar tu imaginación o te terminarás enfermando. Además, no creo que ese desgraciado se atreva a hacerte algo en casa de tus padres.

—Ya lo sé, pero el solo hecho de que me mire de esa manera me hace sentir asqueada.

De nuevo la abracé, ella estaba rota. Le dije que durmiera conmigo en mi cama para que se sintiera más segura. Ella se secó las lágrimas y comenzó a suspirar profundamente, luego se calmó y empezó a dormir profundamente. El sueño se me había arrebatado y la noche fue muy larga, hasta que por fin pude apagar mis pensamientos y hundirme en el letargo.


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Foto de Quin Stevenson en Unsplash


La mañana siguiente era muy fría, Carmela se sentó a un lado de la ventana de mi cuarto observando su casa desde allí.

—Estoy muy atenta —murmuró tranquila—, espero a que el doctor Rodríguez salga de la casa para poder ir a mi habitación y buscar mi estuche de maquillaje, por desgracia lo olvidé y no me siento bien sin él.

—Puedes usar el mío, no te preocupes —le aseveré tomando el estuche y ofreciéndoselo.

—No te preocupes, te lo agradezco mucho. Ya estoy más tranquila, no quiero engancharme en esto y que arruine estos maravillosos días contigo. Gracias por ser tan comprensible, querida amiga.

Ella me tomó de las manos y pude sentir su paz. Rápidamente, ese semblante de chica atemorizada que estaba presente anoche se había desvanecido de mi memoria. Sonreí, mientras acariciaba el terso cabello rojo de Carmela.

Después de desayunar, salimos un rato al pueblo. Ella abandonó aquella angustiante idea de que el doctor Rodríguez quisiera hacerle daño, o eso aparentaba, pues de manera insólita había recuperado de nuevo a mi amiga. En esos bellos momentos, no podía pensar que alguien pudiera hacerle daño a alguien tan dulce como ella.

Volvimos como al mediodía a la casa. Mi madre nos estaba preparando un gran almuerzo, pero Carmela, en un último minuto, me dijo que debía ir a comer a su casa porque su mamá ya la estaba extrañando. Le dije que no había problema. Le envié un mensaje a mi madre que retirara un plato de la mesa. Carmela y yo nos separamos a final del camino y cada quien se fue a su casa.

La esperé después del almuerzo, pensé que llegaría antes, pero no fue así. Le envié mensajes, pero no me respondió ninguno. Supuse de que estaba ocupada con su visita y sus padres. Se reportó casi a las seis de la tarde: “Voy a tu casa”, avisó Carmela en un mensaje. Me quedé parada frente a la puerta hasta que escuché que sonó. Apenas abrí, Carmela se abalanzó hacia mí y me dio un fuerte abrazo. Mi padre, que se hallaba en el sillón, observó la escena con mucha preocupación y se acercó a nosotras.

—Carmela, hija, ¿te ocurre algo? —Preguntó mi padre.

Carmela se acomodó el cabello y restregó sus manos en su rostro. Intentó erradicar cualquier rastro de lágrima que se hallara en su mejilla y de inmediato cambió de expresión.

—Estoy bien, no se preocupe, señor Romano. Es un juego que tenemos su hija y yo, ya que me estoy preparando para ser actriz. A veces me paso de dramática y me vuelvo muy realista. —Contestó Carmela con una sonrisa fingida.


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Foto de Lesly Juarez en Unsplash


Yo quedé pasmada con la boca abierta y los músculos entumidos. Mi padre me observó con el rostro arrugado, buscando la verdad en mis expresiones.

—¿Es verdad eso, hija? —Me preguntó. Quedé congelada por un momento. Observé a Carmela y con su mirada de súplica me pedía que le siguiera la corriente. —Sí… sí, papá, es cierto, de hecho, vamos a ensayar en mi cuarto. Vamos, Carmela.

La tomé del brazo y salimos corriendo de allí. Al estar encerradas, encaré a Carmela de inmediato.

—¿Qué está pasando? —Le murmuré alterada— ¡Jamás le había mentido a mi papá así!

—¿Crees que nos creyó? —Preguntó Carmela preocupada con las manos apretadas.

—Tal vez, no lo sé. De verdad que lo preocupaste.

Carmela suspiró y se echó para atrás avergonzada, luego se recostó en la cama bruscamente.

—Me estaba tocando… —Dijo mientras regurgitaba pequeños sollozos—. Pensaba que él no intentaría nada cerca de mis padres, pero se atrevió… ¡Cerdo, hijo de puta, se lo voy a contar a papá para que lo eche y lo denuncie! ¡Ay, no sabes el asco que siento en este momento!

—Carmela, lo siento, —le dije en tono de consuelo— pero debiste habérselo dicho a tu padre hace días.

—Lo sé, y me castigo por no haberte hecho caso, pero esta vez estoy decidida. ¡Ese cabrón no volverá a ponerme un dedo encima!

Había un fuego rabioso en su voz. Me sentía feliz y a la vez aterrada, pues tenía un mal presentimiento. Jamás habíamos enfrentado algo así, pero tenía fe de que todo saldría bien y que ese desgraciado pagaría. Sin embargo, mi desafortunada amiga dejó que el tiempo pasara cuando debió haberle advertido a su padre esa misma noche. Después de que me enteré de lo que había pasado al día siguiente, no volví a ser la misma.

CONTINUARÁ...


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MEMORY IN FLAMES

Second Part


The first two days were overwhelming, I could not reverse the grief that Carmela felt, in addition to a fear that evolved in a distressing way, and that, unfortunately, I never saw grow. A midnight assailant would lodge in her mind and make her pour nightmares on her pillow.

-Oh, no, please! -Carmela cried out in the middle of the night. I woke up suddenly and went to her to wake her up. She was panting heavily. She was sweating. Her eyes almost popped out of their sockets, then she coughed loudly to free herself from the terrible harassment.

-Am I safe? -she said in a terrified whisper.

-You had a nightmare, Carmela, but don't worry, I'm with you now. -I assured her and wrapped my arms around her.

-He was strangling me while his heavy body was on top of me. That disgusting degenerate! I want him to get out of here fast! -I shouted as I sobbed.

-Carmela, you must calm down! If you go on like this you'll make yourself sick.

-I can't stand it! I want him to go away!

-I know, but you must control your imagination or you'll end up getting sick. Besides, I don't think that bastard would dare do anything to you at your parents' house.

-I know, but just the fact that he looks at me like that makes me feel disgusted.

I hugged her again, she was broken. I told her to sleep with me in my bed so she would feel safer. She wiped her tears and began to sigh deeply, then calmed down and began to sleep soundly. Sleep had been taken from me and the night was very long, until I was finally able to turn off my thoughts and sink into lethargy.

The next morning was freezing, Carmela sat on the side of my bedroom window watching her house from there.

-I'm very attentive, -she murmured calmly-, I'm waiting for Dr. Rodriguez to leave the house so I can go to my room and look for my make-up case, unfortunately, I forgot it and I don't feel good without it.

-You can use mine, don't worry -I asserted taking the case and offering it to him.

-Don't worry, I appreciate it. I'm calmer now, I don't want to get caught up in this and have it ruin these wonderful days with you. Thank you for being so understanding, dear friend.

She took my hands and I could feel her peace. Quickly, that frightened girl's countenance that was present last night faded from my memory. I smiled, as I stroked Carmela's smooth red hair.

After breakfast, we went out into town for a while. She abandoned that distressing idea that Dr. Rodriguez wanted to hurt her, or so it seemed because, unusually, I had recovered my friend again. In those beautiful moments, I could not think anyone could hurt someone as sweet as her.

We returned to the house around noon. My mother was preparing a big lunch for us, but at the last minute, Carmela told me that I should go eat at her house because her mom was already missing her. I told her no problem. I texted my mom to take a plate off the table. Carmela and I parted ways at the end of the road and each went home.

I waited for her after lunch, I thought she would arrive earlier, but she didn't. I sent her messages, but she didn't answer any of them. I sent her messages, but she didn't answer any of them. I assumed she was busy with her visit and her parents. She checked in at almost six in the evening: "I'm coming to your house," Carmela said in a message. I stood in front of the door until I heard it ring. As soon as I opened the door, Carmela rushed to me and gave me a big hug. My father, who was on the couch, watched the scene with great concern and approached us.

-Carmela, daughter, is something wrong? -my father asked.

Carmela adjusted her hair and rubbed her hands over her face. She tried to eradicate any trace of tears on her cheek and immediately changed her expression.

-I'm fine, don't worry, Mr. Romano. It's a game your daughter and I have since I'm preparing to be an actress. Sometimes I get too dramatic and become very realistic. -Carmela answered with a fake smile.

I was stunned with my mouth open and my muscles numb. My father watched me with a wrinkled face, looking for the truth in my expression.

-Is that true, daughter? -he asked. I froze for a moment. I looked at Carmela and with her pleading look, she was asking me to play along. -Yes... yes, Daddy, it's true we are going to rehearse in my room. Come on, Carmela.

I grabbed her arm and we ran out of there. When we were locked in, I immediately confronted Carmela.

-What's going on? -I muttered to her, upset- I've never lied to my dad like that before!

-Do you think he believed us? -Carmela asked worriedly with her hands clenched.

-Maybe, I don't know. You worried him.

Carmela sighed and leaned back in embarrassment, then lay down on the bed abruptly.

-He was touching me- She said as she regurgitated small sobs-. I thought he wouldn't try anything near my parents, but he dared... Pig, son of a bitch, I'm going to tell Daddy so he can throw him out and report him! Oh, you don't know how disgusted I feel right now!

-Carmela, I'm sorry, -I told her in a consoling tone- but you should have told your father days ago.

-I know, and I'm punishing myself for not having listened to you, but this time I'm determined, that bastard will never lay a finger on me again!

There was a raging fire in his voice. I felt happy and at the same time terrified, because I had a bad feeling. We had never faced anything like this before, but I had faith that everything would be all right and that the bastard would pay. However, my unfortunate friend let time pass when she should have warned her father that very night. After I found out what had happened the next day, I was never the same.

THE END

Texto traducido con Deepl | Text translated with Deepl

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