Un motel siniestro
Desde aquél trágico accidente las cosas han cambiado para peor. Siento ruidos extraños que provienen de la habitación de al lado, y aún sabiendo qué lo motivó, mi mente no puede dejar de recordar esa última imagen de ellos saliendo en una bolsa para cadáveres.
Tenía que hospedarme en algún lugar al llegar a la ciudad de Larsson. No disponía de tanto dinero por lo que decidí ir a un motel de dos estrellas donde tenía lo necesario para vivir cómodo durante mis días de hospedaje. Me habían contratado para un trabajo y me era muy conveniente tratar de gastar lo menos posible hasta mi próximo cobro.
Allí fue que conocí a Don Antonio, quien con su bastón que apenas podía soportar su viejo cuerpo sacaba casi a la misma hora la basura, dejando entrever la habitación donde podía verse a su esposa, de casi la misma edad, tomando un té con la radio sobre la mesa.
Doña Estela era muy agradable, aunque jamás salía, pues solía asomarse de vez en cuando a esperar a su esposo, quizás observando de no caerse por las escalera. Siempre los veía a la noche, cuando regresaba del trabajo, pero un día algo me llamó realmente la atención.
Llegué a eso de las 8:20 PM y noté que ambos estaban alterados, mucho más ella quien se podía escuchar decir delirios inconclusos. Pasaron al menos quince minutos así hasta que un silencio inquietante irrumpió el lugar.
Me preocupé bastante, pues me parecía algo muy extraño. Golpeé la puerta unas cuantas veces y no obtuve ningún tipo de respuesta. No fue hasta que me retiraba a buscar ayuda que vislumbré por el rabillo del ojo el picaporte moviéndose bruscamente.
Pude sentir como ese anciano intentaba abrir la puerta la cual a mi parecer tenía una llave rota dentro de la cerradura. Fue entonces que sentí un olor a gas muy intenso y la caída de un peso muerto desplomándose sobre las maderas de ese piso.
Los bomberos llegaron casi de inmediato por el llamado de una vecina de allí que me vio como loco por la situación. Desearía que no hubiese sido así, pues ella los llamó pensando que había un incendio y al momento exacto de derribar la puerta una chispa encendió el lugar haciéndolo explotar hacia todas direcciones.
Todo había sucedido tan rápido que no pudimos siquiera contenernos y también sufrimos heridas, aunque la peor parte se la llevó uno de los bomberos sufriendo quemaduras de segundo grado, incluso teniendo puesto un traje apropiado para el fuego.
Poco tiempo después llegaron las ambulancias y la policía quien se encargó de cerrar el lugar con sus típicas cintas de criminalística. Quizás porque no tendrían otra o porque sucedió algo de lo que no estaba al tanto. Solo puedo asegurar que se amaban mucho.
Los días siguientes transcurrieron con normalidad, aunque para mí no era así. No podía olvidar lo sucedido ni aunque quisiera. Me preguntaba qué habría sucedido realmente y si estaban con vida antes de aquella explosión que consumió sus cuerpos por completo. Quizás habían desmayado, y si esa llamada la hubiese hecho yo, hoy quizás estarían vivos.
Luego de varias visitas de los forenses parecía que todo iba a quedar en la nada. Retiraron la cinta y ese lugar quedó inaccesible para todos, incluso el personal del propio motel. Le habían retirado el número para que nadie intente entrar a la habitación erróneamente.
Fui a terapia porque no podía conciliar el sueño luego de ello. Sentí que era yo quien estaba bajo un estrés que me hacía suponer cosas, pero luego me di cuenta que algo estaba sucediendo realmente al otro lado de la pared de mi habitación.
Una noche mientras intentaba dormir escuché el sonido de una puerta cerrarse muy fuerte. Me asomé hacia el pasillo y no había nadie. Al entrar ese sonido se sucedió nuevamente, por lo que apoyé mi oído sobre la pared y pude notar que había una radio encendida con el mismo tema que había escuchado la última vez cuando los vi con vida.
Me animé a ver por la mirilla de la puerta y veía todo tal cual estuvo alguna vez. Las paredes no estaban ennegrecidas por las llamas, veía apoyada sobre aquella mesa una radio de color rojo vibrante, con la antena desplegada para sintonizarse mejor. Y algo que me asustó en demasía, una sombra pasar desde la cocina hacia lo que creo que era el baño de ese monoambiente.
Me alejé cayéndome de espaldas del horror que había visto y salí asustado hacia afuera del motel. No sabía que pensar pero sí pude sentir un escalofrío invadiéndome el cuerpo y a su vez haciendo que mis ojos se cubran en lágrimas, quizás de miedo o terror.
Regresé adentro preguntando si alguien se había instalado allí y me respondieron que esa habitación no se había usado nunca más desde el accidente. Todo era realmente confuso, más teniendo en cuenta que ya estaba comenzando a desconfiar de mi cordura mental.
Fui hacia mi habitación pero no era tal cual la recordaba. Esta vez sus paredes estaban arruinadas, con una textura oscura y pegajosa que dejaba sus rastros en las palmas de mi mano. Un piso en el que se podían ver dos siluetas impregnadas en la madera la cual se sentía débil y a punto de romperse; cuando supe que no era mi habitación, la puerta se cerró fuertemente y caí varios metros hacia una zona desconocida.
Mis piernas se habían roto por completo, incluso no me podía erguir del dolor. Miré hacia arriba y vi al conserje abriendo la puerta con suma precaución. El resplandor de la luz artificial del motel iluminó por unos instantes el lugar hasta que decidió irse y cerrar.
Grité con todas mis fuerzas, con mucho pánico y terror hasta que me desvanecí sobre la oscuridad que me rodeaba. Supuse que era mi fin, de hecho no había ninguna posibilidad de salir con vida de allí. Me sentí pesimista pero acepté que lo que seguía era mi muerte.
Una luz impactó de lleno en mi rostro y luego de mover la cabeza a sacudidas hacia todas partes, un médico me preguntó cómo me sentía. Le dije que mis piernas me dolían mucho a lo que respondió que era normal luego de la caída por aquellas escaleras del motel. Que enseguida una enfermera me suministraría calmantes.
Muy posiblemente haya sido mi mente la que me jugó una mala pasada, pero no me atrevo a saber si algo de esto pudo ser real. No quise seguir pensando en ello, pero cuando acomodé mi cabeza sobre la almohada una radio sonó; el anciano que compartía habitación conmigo estaba allí junto a su esposa, quien le estaba sirviendo un poco de té.
A sinister motel
Since that tragic accident things have changed for the worse. I feel strange noises coming from the next room, and even knowing what caused it, my mind can't stop remembering that last image of them coming out in a body bag.
I had to stay somewhere when I got to the town of Larsson. I didn't have that much money so I decided to go to a two star motel where I had what I needed to live comfortably during my days of lodging. I had been hired for a job and it was very convenient for me to try to spend as little as possible until my next paycheck.
It was there that I met Don Antonio, who with his cane that could barely support his old body was taking out the garbage almost at the same time, leaving a glimpse of the room where you could see his wife, almost the same age, drinking tea with the radio on the table.
Doña Estela was very pleasant, although she never went out, as she used to peek out from time to time to wait for her husband, perhaps watching to make sure she didn't fall down the stairs. I always saw them at night, when I came home from work, but one day something really caught my attention.
I arrived at about 8:20 PM and noticed that they were both upset, much more so she who could be heard speaking inconclusive ravings. At least fifteen minutes passed like that until an eerie silence broke over the place.
I became quite concerned, as it seemed very strange to me. I knocked on the door a few times and got no response of any kind. It wasn't until I was leaving to get help that I caught a glimpse out of the corner of my eye of the doorknob jiggling.
I could feel the old man trying to open the door which I thought had a broken key in the lock. It was then that I felt a very intense smell of gas and the fall of a dead weight collapsing on the timbers of that floor.
The fire department arrived almost immediately on a call from a neighbor there who saw me freaking out about the situation. I wish it hadn't been like that, because she called them thinking there was a fire and at the exact moment of knocking down the door a spark ignited the place making it explode in all directions.
Everything had happened so fast that we couldn't even contain ourselves and we also suffered injuries, although the worst part was taken by one of the firemen who suffered second degree burns, even though he was wearing a proper fire suit.
A short time later the ambulances arrived and the police took charge of closing the place with their typical criminalistic tapes. Maybe because they wouldn't have another one or because something happened that I wasn't aware of. I can only assure you that they loved each other very much.
The following days passed normally, although for me it wasn't like that. I couldn't forget what happened even if I wanted to. I wondered what had really happened and if they were alive before that explosion that consumed their bodies completely. Maybe they had passed out, and if that call had been made by me, they might still be alive today.
After several forensic visits, it seemed that everything was going to come to nothing. The tape was removed and the place was inaccessible to everyone, including the motel staff. The number had been removed so that no one would try to enter the room wrongly.
I went to therapy because I couldn't sleep after that. I felt it was me under stress that was making me assume things, but then I realized that something was really going on on the other side of my room wall.
One night as I was trying to sleep I heard the sound of a door slamming very loudly. I looked out into the hallway and there was no one there. When I went inside that sound happened again, so I leaned my ear on the wall and I could notice that there was a radio on with the same theme I had heard the last time when I saw them alive.
I looked through the peephole in the door and saw everything as it had once been. The walls were not blackened by flames, I could see resting on that table a vibrant red radio, with the antenna unfolded to tune in better. And something that scared me too much, a shadow passing from the kitchen towards what I think was the bathroom of that one-room apartment.
I fell backwards away from the horror that I had seen and ran out of the motel in a panic. I didn't know what to think but I could feel a shiver invading my body and in turn causing my eyes to well up with tears, perhaps from fear or terror.
I went back inside asking if anyone had moved in and was told that the room had never been used since the accident. It was all really confusing, more so considering that I was already beginning to distrust my mental sanity.
I went to my room but it was not as I remembered it. This time its walls were ruined, with a dark and sticky texture that left its traces on the palms of my hand. A floor where I could see two silhouettes impregnated in the wood which felt weak and about to break; when I knew it was not my room, the door closed tightly and I fell several meters towards an unknown area.
My legs were completely broken, I couldn't even stand upright because of the pain. I looked up and saw the concierge opening the door with extreme caution. The glow of the motel's artificial light illuminated the place for a few moments until he decided to leave and close it.
I screamed at the top of my lungs in panic and terror until I faded into the darkness around me. I assumed it was the end of me, in fact there was no chance of getting out of there alive. I felt pessimistic but accepted that what followed was my death.
A light hit me full in the face and after shaking my head everywhere, a doctor asked me how I felt. I told him that my legs hurt a lot to which he replied that it was normal after the fall down those motel stairs. A nurse would give me painkillers right away.
Quite possibly it was my mind playing tricks on me, but I dare not know if any of it could have been real. I didn't want to think about it any more, but as I settled my head on the pillow a radio played; the old man who shared my room with me was there with his wife, who was serving him some tea.
¡Mundos vibrantes a través de los textos!
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