No codiciarás lo ajeno / Thou shalt not covet that which is another's
Saludos, hermanos de @mcgicares. En esta oportunidad voy a compartir con ustedes un mensaje que compartí en la congregación y es el final de la serie acerca de los diez mandamientos. En esta ocasión se trata del décimo mandamiento, en el que el Señor nos enseña a no ser codiciosos con las cosas del prójimo.
Éxodo 20: 17 »No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la esposa de tu prójimo, ni su siervo, ni su sierva, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca». (NTV)
Éxodo 20: 17 »No codiciarás la casa de tu prójimo: no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su esclavo, ni su buey, ni su burro, ni ninguna otra cosa que le pertenezca». (NBV)
Éxodo 20: 17 »No codicies la casa de tu prójimo: No codicies su esposa, ni su esclavo, ni su esclava, ni su buey, ni su burro, ni nada que le pertenezca». (NVI)
Éxodo 20: 17 No codiciarás la casa de tu prójimo, no codiciarás la mujer de tu prójimo, ni su siervo, ni su criada, ni su buey, ni su asno, ni cosa alguna de tu prójimo. (RV1860)
El mandamiento es claro: No te antojes de lo que tiene tu prójimo. Entre las cosas que menciona el mandamiento primero menciona a la esposa, luego habla de sus trabajadores, después de sus herramientas de trabajo y termina diciendo el Señor: Ni nada que le pertenezca.
Veamos cómo define la Real Academia Española a la codicia: AFÁN EXCESIVO DE RIQUEZAS.
Ahora bien, relaciones el concepto de codicia con el mandamiento, lo que nos permite crear un nuevo concepto como: El deseo excesivo de obtener riquezas a costa de tu prójimo.
Ya el hecho de ser codicioso es malo, pero tratar de ser a costa del prójimo es más dañino aún. Hay un pasaje que siempre me ha llamado la atención con respecto a esto, y es cuando Juan el Bautista le dijo a los soldados que querían ser bautizados que dejaran de extorsionar y se conformaran con su salario. Veamos el siguiente pasaje:
Lucas 3:10 Y la gente le preguntaba, diciendo: Entonces, ¿qué haremos? 11 Y respondiendo, les dijo: El que tiene dos túnicas, dé al que no tiene; y el que tiene qué comer, haga lo mismo. 12 Vinieron también unos publicanos para ser bautizados, y le dijeron: Maestro, ¿qué haremos? 13 Él les dijo: No exijáis más de lo que os está ordenado. 14 También le preguntaron unos soldados, diciendo: Y nosotros, ¿qué haremos? Y les dijo: No hagáis extorsión a nadie, ni calumniéis; y contentaos con vuestro salario.
Podemos ver que la mejor manera de combatir la codicia es con la generosidad, es decir, en lugar de querer tener hay que desear dar, pero esto es muy difícil en el ser humano porque su ego le indica que él es primero y que nadie está por encima de él, por lo que el Maestro nos deja una enseñanza para aprender a matar a nuestro ego en el siguiente pasaje:
Mateo 20: 25 Entonces Jesús, llamándolos, dijo: Sabéis que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas, y los que son grandes ejercen sobre ellas potestad. 26 Mas entre vosotros no será así, sino que el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor, 27 y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro siervo; 28 como el Hijo del Hombre no vino para ser servido, sino para servir, y para dar su vida en rescate por muchos.
El Señor nos está diciendo que nuestro debe ser el de servir, y que sumado al pasaje anterior podemos decir que el carácter del discípulo de Cristo (cristiano), debe ser el de un siervo generoso, contento con su salario del cual aparta una porción para compartir con su prójimo. Ahora bien, veamos quién nuestro prójimo:
Lucas 10: 36 ¿Quién, pues, de estos tres te parece que fue el prójimo del que cayó en manos de los ladrones? 37 Él dijo: El que usó de misericordia con él. Entonces Jesús le dijo: Ve, y haz tú lo mismo.
Lo que nos está diciendo el Señor es que nuestro prójimo es toda persona, pero también nos dice que debemos ayudar a todos los necesitados, que es diferente a satisfacer los caprichos de las personas, es decir, no uses tus recursos para cumplir los caprichos ajenos porque no estás obligado, pero sí te obliga el Señor a ayudar al necesitado. Veamos el siguiente pasaje:
Gálatas 6: 10 Así que, según tengamos oportunidad, hagamos bien a todos, y mayormente a los de la familia de la fe.
Es bueno comparar la codicia con la avaricia, porque ambos son pecados ya que nos llevan a ser egoístas, pero antes de la comparación hay que conocer el concepto de avaricia, por lo que tomamos el concepto que nos da la Real Academia Española: AFÁN DESMEDIDO DE POSEER Y ADQUIRIR RIQUEZAS PARA ATESORARLAS.
La codicia y la avaricia coinciden que ambas actitudes buscan obtener riquezas, con la diferencia que la avaricia lo que persigue es acumularlas, es un querer tener más que los demás, lo que evidencia una mente totalmente envanecida, pero miremos la enseñanza que nos da el Señor al respecto:
Lucas 12: 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios.
Lo que guardemos no nos va a servir para pagar por nuestra salvación ya que para ello el Señor se proveyó de Cordero; con esta afirmación no digo que sea malo ahorrar, pero hay que tener claro cuándo es el momento de ahorrar y cuándo es el momento de ayudar al necesitado.
Veamos un poco ahora el carácter del codicioso:
- El codicioso desea cosechar lo que no ha sembrado y recibir un pago por un trabajo no realizado. Miremos el siguiente pasaje:
Proverbios 3: 9 Honra a Jehová con tus bienes, Y con las primicias de todos tus frutos; 10 Y serán llenos tus graneros con abundancia, Y tus lagares rebosarán de mosto.
Hay una instrucción clara de honrar al Señor con todo lo que tenemos porque todo es suyo y querer tomar algo de lo suyo para hacerlo nuestro es codicia y se pone peor cuando el Señor honra a alguien y deseamos obtener una porción de aquello que no nos corresponde.
El codicioso desea tener reconocimiento por algo que no hizo, así vemos el caso de David, quien siendo rey muchos deseaban su puesto, siendo uno de los casos más tristes en la escritura es el de Absalón, quien codició el trono de su padre y terminó muerto. Así podemos ver que la codicia mata.
El codicioso no quiere tener lo material de otra persona sino que muchas veces alcanza a nuestra personalidad, círculo social, ministerio y demás bendiciones recibidas que pueden ser producto de la diligencia con que actuemos o las promesas hechas por el Señor a nuestros ascendientes. Un ejemplo de este pecado es lo hecho por David al tomar a la mujer de Urías porque él sabía que ella estaba casada.
El codicioso desea administrar recursos que no son suyos, es decir, cree que puede dar mejor uso a los recursos de otras personas sin la intención de usar los suyos. Así miramos a Judas cuestionando a María Magdalena al ungir al Señor con su perfume, alegando que se podía vender para dar a los pobres cuando la realidad es que él deseaba tomar de ese dinero.
El codicioso desea asumir posiciones para las que no está capacitado, tal como es el caso de ser obispo, para lo que se debe cumplir con ciertos requisitos, pero hay muchos que usurpan las funciones porque desean el cargo sin cumplir el perfil que el Espíritu Santo nos señala. Así también quien desee servir en el altar debe cumplir con un perfil que lo haga un ejemplo para quienes estén comenzando a conocer la palabra del Señor. En todo caso, debemos recordar que desear un ministerio no es igual a desear el ministerio de alguien porque ya eso es codicia.
El codicioso desea aprovecharse de la fama de los demás para no esforzarse en crear una propia o porque ya la suya está manchada. Así que debemos cuidar ese bien intangible como es la reputación y la fama, porque una vez manchada cuesta mucho limpiarla.
El codicioso trata de robar los proveedores, enlaces, y todo aquel que ayude a su semejante, con el fin de sacarlo de la competencia, situación común en el comercio.
Entre las causas de la codicia están la falta de amor, la inmadurez, la mediocridad, la baja autoestima, entre otras.
Podemos concluir que debemos aprender a no cuestionar lo que el Señor entrega a otras personas porque pecamos de soberbios al creer que somos más justos que el Creador. Debemos procurar obtener lo que deseamos sin tratar de quitar nada a nadie. Muchas veces queremos tanto lo que otro tiene que cuando nos damos cuenta, no solo no hemos obtenido lo deseado sino que hemos perdido muchas cosas, incluyendo uno de los bienes más preciados para toda criatura como lo es la juventud.
Greetings, brothers and sisters of @mcgicares. In this opportunity I am going to share with you a message that I shared in the congregation and it is the end of the series about the ten commandments. This time it is about the tenth commandment, in which the Lord teaches us not to be covetous with the things of our neighbor.
Exodus 20: 17 "Do not covet your neighbor's house. Do not covet your neighbor's wife, or his manservant, or his maidservant, or his ox, or his donkey, or anything else that belongs to him." (NTV)
Exodus 20: 17 "You shall not covet your neighbor's house: you shall not covet your neighbor's wife, nor his male servant, nor his female servant, nor his ox, nor his donkey, nor anything else that belongs to him." (NKJV)
Exodus 20: 17 "You shall not covet your neighbor's house: you shall not covet his wife, or his male or female slave, or his ox or his donkey, or anything that belongs to him." (NIV)
Exodus 20: 17 Thou shalt not covet thy neighbor's house, thou shalt not covet thy neighbor's wife, nor his manservant, nor his maidservant, nor his ox, nor his ass, nor any thing that is thy neighbor's. (NKJV1860)
The commandment is clear: Do not crave what your neighbor has. Among the things that the commandment mentions, first it mentions the wife, then it speaks of his workers, then of his work tools and ends saying the Lord: Nor anything that belongs to him.
Let's see how the Royal Spanish Academy defines covetousness: EXCESSIVE EAGERNESS FOR WEALTH.
Now, we relate the concept of covetousness to the commandment, which allows us to create a new concept as: The excessive desire to obtain wealth at the expense of your neighbor.
Already the fact of being greedy is bad, but trying to be at the expense of your neighbor is even more harmful. There is a passage that has always caught my attention regarding this, and it is when John the Baptist told the soldiers who wanted to be baptized to stop extorting and be content with their wages. Let's look at the following passage:
Luke 3:10 And the people asked him, saying, What shall we do then? 11 And he answered and said unto them, He that hath two coats, let him give to him that hath not; and he that hath meat, let him do likewise. 12 There came also tax collectors to be baptized, and said unto him, Master, what shall we do? 13 And he said unto them, Exact no more than that which is commanded you. 14 Soldiers also asked him, saying, What shall we do? And he said unto them, Extort from no man, and slander not; and be content with your wages.
We can see that the best way to fight greed is with generosity, that is, instead of wanting to have, we must desire to give, but this is very difficult in the human being because his ego tells him that he is first and that no one is above him, so the Master leaves us a teaching to learn how to kill our ego in the following passage:
Matthew 20: 25 Then Jesus called them to him and said, "You know that the rulers of the Gentiles lord it over them, and those who are great exercise authority over them. 26 But it shall not be so among you: but whosoever will be great among you shall be your minister, 27 and whosoever will be chief among you shall be your servant; 28 even as the Son of man came not to be ministered unto, but to minister, and to give his life a ransom for many.
The Lord is telling us that our character should be to serve, and that added to the previous passage we can say that the character of the disciple of Christ (Christian), should be that of a generous servant, content with his wages from which he sets aside a portion to share with his neighbor. Now then, let us see who our neighbor is:
Luke 10: 36 Who then of these three seems to you to be the neighbor of him who fell into the hands of the robbers? 37 He said, He that showed mercy on him. And Jesus said unto him, Go and do thou likewise.
What the Lord is telling us is that our neighbor is every person, but he also tells us that we should help all those in need, which is different from satisfying the whims of people, that is, do not use your resources to satisfy the whims of others because you are not obliged, but the Lord obliges you to help the needy. Let's look at the following passage:
Galatians 6: 10 So then, as we have opportunity, let us do good to all, especially to those who are of the household of faith.
It is good to compare greed with avarice, because both are sins since they lead us to be selfish, but before the comparison we must know the concept of greed, so we take the concept that gives us the Royal Spanish Academy: DESIRABLE EAGER OF POSSESSING AND ACQUIRING WEALTH TO STORE IT.
Covetousness and greed coincide in that both attitudes seek to obtain wealth, with the difference that greed seeks to accumulate it, it is a desire to have more than others, which shows a totally conceited mind, but let's look at the teaching that the Lord gives us about it:
Luke 12: 20 But God said unto him, Thou fool, this night they come to ask thy soul; and what thou hast provided, whose shall it be? 21 So is he that layeth up treasure for himself, and is not rich toward God.
What we save will not serve us to pay for our salvation, since the Lord provided Himself with a Lamb for that purpose; with this statement I am not saying that it is bad to save, but we must be clear about when it is the moment to save and when it is the moment to help the needy.
Let us now look a little at the character of the covetous:
- The covetous man desires to reap what he has not sown and to receive payment for work not done. Let us look at the following passage:
Proverbs 3: 9 Honor the LORD with thy substance, And with the firstfruits of all thy increase; 10 And thy barns shall be filled with plenty, And thy presses shall overflow with new wine.
There is a clear instruction to honor the Lord with all that we have because everything is His and wanting to take something of His to make it ours is covetousness and it gets worse when the Lord honors someone and we want to get a portion of that which does not belong to us.
The covetous desires to have recognition for something he did not do, thus we see the case of David, who being king many desired his position, being one of the saddest cases in the scripture is that of Absalom, who coveted his father's throne and ended up dead. Thus we can see that covetousness kills.
The covetous person does not want to have the material things of another person but many times reaches our personality, social circle, ministry and other blessings received that may be the product of the diligence with which we act or the promises made by the Lord to our ancestors. An example of this sin is what David did when he took Uriah's wife because he knew she was married.
The covetous person desires to manage resources that are not his own, that is, he believes he can make better use of other people's resources without intending to use his own. Thus we see Judas questioning Mary Magdalene in anointing the Lord with her perfume, claiming that it could be sold to give to the poor when the reality is that he wished to take from that money.
The greedy person wishes to assume positions for which he is not qualified, as is the case of being a bishop, for which certain requirements must be met, but there are many who usurp the functions because they desire the position without fulfilling the profile that the Holy Spirit points out to us. In the same way, whoever wishes to serve at the altar must fulfill a profile that makes him an example for those who are beginning to know the word of the Lord. In any case, we must remember that desiring a ministry is not the same as desiring someone's ministry because that is already covetousness.
The greedy person desires to take advantage of the fame of others so as not to make an effort to create one of his own or because his own fame is already tarnished. So we must take care of that intangible good such as reputation and fame, because once tainted, it is very difficult to clean it.
The greedy tries to steal suppliers, links, and anyone who helps his fellow man, in order to take him out of the competition, a common situation in commerce.
Among the causes of greed are lack of love, immaturity, mediocrity, low self-esteem, among others.
We can conclude that we must learn not to question what the Lord gives to other people because we sin of pride in believing that we are more righteous than the Creator. We must try to obtain what we desire without trying to take anything from anyone. Many times we want so much what someone else has that when we realize it, not only have we not obtained what we desire, but we have lost many things, including one of the most precious goods for every creature such as youth.