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Mi infancia.
Lejos de los grafos y los grifos
La pluma más cercana eran esas que soltaban las gallinas en la granja que no teníamos.
Cientos de fraudulentos intentos de mi padre por aferrarme a textos. Las letras me parecían icebergs del ártico, frías, lejanas e inhabitables.
En el último año de bachillerato, cuando se presenta cierto día una neófita del oficio pedagógico, a mi parecer encantadora y nos invita a hospedar lecturas antiquísimas.
Homero y no Simpson fue el primer individuo con el que pude luchar tal cual Hector y Aquiles, en éste coliseo lleno de párrafos, sangre, letras, puntos y comas, yo quería salir vencedor. Por los dioses, quería llevar conmigo la Ilíada tal cual Aquiles se lleva a Héctor.
Aunque cruento puede ser la imagen, cruento actúa el corazón cuando es flechado. ¿Acaso Eros no es violento? Si aprendió a golpear y a lanzar flechas con su padre. ¿Cómo no iba a ser violento?
Luego de la Ilíada vino El Quijote, Romeo y Julieta, aunque hubiese preferido otra Julieta, la de Sade. Y aunque un amor mal llamado platónico hacia esa pitonisa literaria, logró en mí el amor, pero no el que yo esperaba, sino el que ella quería, un amor por las letras y el saber. Una suerte de Diotima llamada Ana.
Ciertos ditirambos espirituales, me condujeron a luchar por la libertad, y nuevamente no era como yo pensaba, aunque debo admitir que el camino hacia el filosofar que comenzó entre asuntos cristianos y literarios cosecharon un juju por escribir y entre el lápiz y yo, entre las teclas y ls punta de mis dedos encontré en la prosa una suerte de refugio y escape, una dicotomía en tensión, esa discordia heraclítea que no es mas que amor y armonía.
Así comenzó ese deambular mío,
e tomar plumas y teclas con las que pude domar leones, cazar dragones y sobre todo hacer brotar primaveras.
Eso de ser prosista no estuvo nunca planeado, de hecho, creo que nunca se tiene planeado una cascada en el desierto.
Está suerte de poema nació como ejercicio literario. Me encuentro explorando senderos creativos alternativos, encontrándome con ese gusto adquirido por escribir sin pretensiones, y sin pensarlo demasiado viaje por allá al 2010, cuando leí los primeros capítulos con una intención más allá de sacar buenas notas y le dedicó ese poema a Ana Villegas, mi profesora de Castellano y literatura en el último año de bachillerato, pues fue quien encendió la chispa literaria.
Apunto de escribir 4 años de dedicarme a la escritura solamente me veo forzado a re-descubrirme como escritor y plantearme nuevos retos, nuevas metas, y nuevos proyectos.
Mantente curioso!
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