Hoy he estado particularmente con un bajón de ánimos, y ello me ha hecho reflexionar sobre tantas cosas que he querido alcanzar en la vida y que por más que me esfuerzo, parece que nunca termino de alcanzarlas.
Pero...
¿Acaso es justificada esta sensación?
Ciertamente, no lo creo, más bien pienso que estos bajones pueden tener un sentido profundo que debo identificar a través del análisis de mis emociones y de mis pensamientos. Ya que el análisis sincero de nuestro propio ser es lo único que puede arrojarnos luces acerca de porqué nos sentimos de un modo o de otro.
Obviamente, no es primera vez que me siento así en mi vida, y sé que todo el mundo se ha sentido igual en ocasiones, pero la cuestión aquí es que sea como fuere, cuando uno está bajo este esquema de sensaciones y pensamientos conviene buscar rápido una solución que nos permita mejorar nuestro estado de ánimo de manera efectiva.
Por lo que he llegado a la conclusión de que quizás me hace falta un poco de diversión, quizás un viaje a la playa, o salir a comer y compartir con amigos. Infortunadamente, mis obligaciones laborales me lo impiden actualmente, pero más allá de eso, siempre puedo apartar espacio para disfrutar de actividades tales como la meditación, ver televisión, leer un buen libro o escuchar música. Como quiera que sea, me parece que la solución a todo esto radica en buscar cosas que atraigan mi atención y dirigirla hacia ellas.
¿La solución se trata entonces de negar el problema?
No, no se trata de eso, sino más bien de dirigir la atención consciente hacia las cosas que nos gustan y no hacia las cosas que nos disgustan. Si algo he aprendido de afrontar momentos de desánimo y vacío existencial es que no se pueden negar y no se pueden ocultar, pero tampoco los puedes combatir de manera abrupta, ya que eso no resultará efectivo.
Más bien, lo que he entendido al respecto es que la solución consiste en quitar comedidamente nuestra atención de los problemas, y centrarla en las posibles soluciones. Y si no tenemos las soluciones aún, entonces debemos poner nuestras mentes y nuestros corazones en algo que nos ayude a centrarnos nuevamente.
Cuando tenemos un bajón de ánimo, eso es técnicamente un bajón de energía y de motivación. No nos sentimos animados a realizar ninguna tarea, aunque sabemos cómo hacerla bien y sabemos que debemos realizarla. La disciplina en estos casos puede ser lo único que permite a la mayoría de la gente no dejar de hacer lo que saben que tienen que hacer.
Pero más allá de la disciplina, yo he notado, por mi propia experiencia, que existen factores internos que nos causan desánimo, y que a nivel de solución de dichos estados emocionales, la disciplina es apenas un "paño de agua caliente". Y entre estos factores está la incertidumbre, el miedo, la preocupación y la ansiedad. Todos ellos se basan en la expectativa de un futuro que nos resulta incierto, pero a la vez angustiante y atemorizante.
Entonces, en tales casos, cambiar nuestro foco de atención hacia actividades que nos resulten placenteras y recreativas, será una forma de vencer los miedos irracionales por cosas que no necesariamente tienen justificación en la realidad.
La frustración se puede vencer
En mi caso, sé también de sobra que tener una capacidad reflexiva y de análisis autocrítico es lo que me ha permitido entender mi "yo" interno para así cuidarlo. Ya que nuestro "yo" interno (el físico y mental) es tan importante como nuestro "yo" externo o físico.
Como bien dije al principio del post, he identificado que mi bajón de ánimos es producto de la sensación que me produce el hecho entender las cosas que he alcanzado en mi vida hasta ahora, en relación con aquellas que aspiro. En otras palabras, lo que tengo es una sensación de frustración al darme cuenta o pensar más conscientemente en las cosas que he querido alcanzar en la vida, cuando las evalúo y noto cuántas de ellas he alcanzado efectivamente en relación con las que aún no he logrado alcanzar.
Ahora, esta frustración podría decirse que es un mal común entre los filósofos, porque reflexionamos constantemente sobre lo que nos acontece y sobre como nos desenvolvemos con el mundo, lo que no quita que sea un problema que debemos tratar de afrontar y solventar. Pero tal frustración se puede vencer, si conocemos bien su esencia y lo que la origina.
Por lo que una forma que he encontrado particularmente efectiva para vencer este tipo de frustración en el pasado, consiste en darnos cuentas de cuántas cosas positivas hemos alcanzado ya en nuestras vidas y darles mayor preponderancia que aquellas cosas que aún no alcanzamos. Es, sencillamente, darnos cuenta de que nuestra felicidad depende de nosotros y no darle espacio a ningún estado de ánimo negativo que nos quiera invadir.
Ya que debemos estar claro en el hecho de que el pensamiento autocrítico, como herramienta filosófica, es un arma de doble filo. Me refiero, a que puede ayudarnos a ver las situaciones de manera objetiva, pero también puede hacer que nos juzguemos a nosotros mismos y nuestros logros de una forma demasiado dura e intransigente. Entonces, conviene que intentemos mantener un equilibrio cuando la usemos para evaluar nuestros progresos y avances en la vida.
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