En el mes de junio, exactamente el día 11 de este año se cumplieron 120 años de la creación del Automóvil Club Argentino más conocido por sus siglas ACA.
Sorprende quizás la fecha, se fundó en el año 1904, apenas 18 años después de la primera patente de invención del automóvil con motor de combustión interna atribuido a Karl Friedrich Benz.
Así era la Argentina de entonces, cómodamente instalada entre los países más ricos, prósperos y modernos del mundo.
El automóvil club argentino nació como un club de automovilistas, cuya misión principal fue entonces la de agrupar a propietarios de autos para el intercambio de experiencias, apoyo mutuo y la organización y concreción de eventos relacionados con la difusión de ese tipo de vehículos.
En el año 1926 ingresó como miembro de la Federación Internacional del Automovilismo (FIA) agrupación que coincidentemente con el ACA, se había fundado en 1904.
Con el correr de los años el ACA agregó diferentes servicios y asesoramiento a automovilistas como la cartografía, la asistencia a viajeros y el auxilio mecánico. Más adelante en el tiempo agregó servicios turísticos, hoteles, moteles y estaciones de expendio de combustible que hoy en día están repartidos a lo largo y ancho de todo el país.
Es el organismo encargado de la fiscalización de todas las categorías vigentes del automovilismo deportivo en el país y también ha realizado diferentes aportes a la comunidad como por ejemplo su activa participación en la ley nacional de vialidad, la creación de la primera escuela de conductores, la creación del museo de automóviles históricos y la edición de una revista de automovilismo y turismo que es un ícono en el rubro.
En alguna etapa de mi vida, cuando viajaba con regularidad a distintos destinos dentro del país para practicar la pesca, me hice socio y solía alojarme en sus cómodos hoteles distribuidos en todas las provincias. Solo en una oportunidad debí recurrir al auxilio mecánico y no justamente por mi vehículo sino por el de un amigo, yo había viajado a Río Negro en autobús y desde allí con el vehículo de este amigo partimos a pescar a una localidad distante a 200 kilómetros de la ciudad capital de Neuquén, allí un desperfecto nos dejó al costado de la ruta, llamé al ACA y una grúa de su equipo permanente de asistencia nos trajo de nuevo hasta su hogar. Eso se pudo realizar porque el socio es la persona, no el vehículo.
Con el paso del tiempo ya no uso el auto para recorrer el país, ahora prefiero el avión, más rápido y cómodo. Decidí cancelar mi adhesión, simplemente porque son tiempos donde es necesario evitar gastos que no son totalmente necesarios.
El ACA es parte de la vida de todos los argentinos y tiene una gran historia que es bueno recordar y admirar.
120 years is not a short time
In June, exactly on the 11th of this year, 120 years have passed since the creation of the Argentine Automobile Club, better known by its initials ACA.
The date is perhaps surprising, it was founded in 1904, just 18 years after the first patent for the invention of the automobile with an internal combustion engine attributed to Karl Friedrich Benz.
This was Argentina at that time, comfortably installed among the richest, most prosperous, and most modern countries in the world.
The Argentine Automobile Club was born as a club of motorists, whose main mission was then to bring together car owners to exchange experiences, mutual support, and the organization and realization of events related to the dissemination of this type of vehicle.
In 1926, it became a member of the International Automobile Federation (FIA), a group that, along with the ACA, had been founded in 1904.
Over time, the ACA added different services and advice to motorists, such as cartography, assistance to travelers, and mechanical assistance. Later, it added tourist services, motels, and fuel stations, which today are spread throughout the country.
It is the body responsible for the supervision of all current categories of motorsports in the country. It has also made different contributions to the community, such as its active participation in the national road law, the creation of the first driving school, the creation of the museum of historic cars, and the publication of a motorsports and tourism magazine that is an icon in the field.
At some point in my life, when I regularly traveled to different destinations within the country to go fishing, I became a member. I used to stay in their comfortable hotels spread throughout the provinces. Only once did I have to resort to mechanical assistance and not exactly for my vehicle but for that of a friend. I had travelled to Río Negro by bus and from there with this friend's vehicle we went fishing in a town 200 kilometers from the capital city of Neuquén. There a breakdown left us on the side of the road. I called the ACA and a tow truck from their permanent assistance team brought us back to their home. This was possible because the member is the person, not the vehicle.
With time I no longer use the car to travel around the country, now I prefer the plane, which is faster and more comfortable. I decided to cancel my membership, simply because these are times when it is necessary to avoid expenses that are not entirely necessary.
The ACA is part of the life of all Argentines and has a great history that is good to remember and admire.
Héctor Gugliermo
@hosgug