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Según la mitología germana, Mefistófeles es un personaje maléfico, un acólito de satanás, una entidad diabólica que fue inmortalizada por el escritor alemán Johann Wolfgang von Goethe en su famosa obra de teatro Fausto.
Pero también es el nombre de un vehículo que hizo historia y que acaba de cumplir 100 años de una hazaña extraordinaria.
El Fiat Mefistofele (así, sin la s final y sin tilde) tiene una gran historia, digna de ser contada. Fue un precursor del automovilismo de competencia, podríamos decir con respeto que es el abuelo de los actuales bólidos de carreras que nos asombran con su velocidad, su estética y su poder.
Apenas finalizada la primera guerra mundial, Ernest Eldridge, hijo de una familia de la alta burguesía londinense, se dedicó de lleno a sus más preciados objetivos: la aventura y la gloria, muy común en los jóvenes adinerados de aquella época romántica. Comenzó explorando su interés por los motores, los automóviles y los aviones, tenía la intención de crear un automóvil capaz de rodar a altas velocidades y si podía, batir el record mundial.
Para lograr su cometido, en 1921 Eldridge adquirió un Fiat SB4, un automóvil de competición diseñado en 1907, inmediatamente comenzó las tareas para adaptarle un motor de avión también Fiat, del modelo A.12 un monstruo de 6 cilindros de grandes prestaciones muy apreciado por los denominados "ases del aire", también jóvenes y entusiastas que dedicaban sus vidas a volar en ese mismo tiempo.
Por esos años no existían los ingenieros especializados en crear aleaciones más livianas o carenados con extraordinarios perfiles aerodinámicos, todo era rudimentario y los mismos conductores eran los que trabajaban día y noche en los talleres reformando pistones, adaptando chasis y haciendo lo imposible para lograr un vehículo que funcionara rápido, no había mayores preocupaciones por la seguridad ni por otros detalles considerados superfluos. Ejemplo de ello fueron algunos restos de un viejo colectivo en desuso que Eldridge utilizó para reformar y adaptar la carrocería de su vehículo.
El resultado fue un enorme engendro capaz de desarrollar 350 CV, hacía un ruido espantoso y de allí surgió el apodo de Mefistofele que terminó inmortalizando su creación.
Delage, una marca especializada en la construcción de vehículos de carreras que desarrollaban altas velocidades, se interesó por las prestaciones del Fiat Mefistofele de Eldridge y lo retó a intentar batir la marca mundial de velocidad, ellos pondrían lo mejor que tenían, su Delage V12 "La Torpille" de 350 CV y a su piloto estrella, René Thomas múltiple ganador de las famosas 500 Millas de Indianápolis.
El 5 de julio de 1924 se desarrolló la competencia en rutas francesas y el Mefistofele rompió el record de velocidad alcanzando los 230,55 kilómetros por hora, pero su marca no fue homologada porque el vehículo no poseía marcha atrás, algo solicitado por los organizadores y por el reglamento de la competencia.
No contento con lo ocurrido, Eldridge acudió a los servicios de un herrero local quien en pocos días le adaptó mediante el uso de una cadena, una polea y una palanca un rudimentario sistema que le permitiera tener esa marcha. El 12 de julio logró romper el record con una velocidad final de 234,98 kilómetros por hora.
Actualmente el Fiat Mefistofele se exhibe con orgullo en el Centro Storico Fiat de Turín donde congrega una gran cantidad de curiosos, deseosos de observar y aprender cómo se forjó la historia y la tradición de los automóviles de carrera.
Mefistofele
According to German mythology, Mephistopheles is an evil character, an acolyte of Satan. This sinister entity was immortalized by the German writer Johann Wolfgang von Goethe in his famous play Faust.
But it is also the name of a vehicle that made history and has just celebrated 100 years of an extraordinary feat.
The Fiat Mefistofele (without the final s and without the accent) has a great history worth telling. It was a precursor to competitive motor racing; we could respectfully say that it is the grandfather of today's racing cars, which amaze us with their speed, aesthetics, and power.
Barely after the end of the First World War, Ernest Eldridge, son of a family of the upper bourgeoisie of London, dedicated himself fully to his most precious objectives: adventure and glory, very common among wealthy young people of that romantic era. He began exploring his interest in engines, cars, and airplanes, to create a car capable of running at high speeds and, if possible, breaking the world record.
To achieve his goal, in 1921 Eldridge acquired a Fiat SB4, a racing car designed in 1907, and immediately began work on adapting an airplane engine, also a Fiat, the A.12 model, a high-performance 6-cylinder monster highly appreciated by the so-called "air aces", also young and enthusiastic, who dedicated their lives to flying at the same time.
In those years, there were no engineers specialized in creating lighter alloys or fairings with extraordinary aerodynamic profiles, everything was rudimentary and the drivers themselves were the ones who worked day and night in the workshops refurbishing pistons, adapting chassis, and doing everything possible to achieve a vehicle that ran fast, there were no major concerns about safety or other details considered superfluous. An example of this was some remains of an old disused bus that Eldridge used to refurbish and adapt the bodywork of his vehicle.
The result was a huge monster capable of developing 350 hp, it made a terrible noise, and from there arose the nickname of Mefistofele which ended up immortalizing his creation.
Delage, a brand specialized in the construction of racing vehicles that developed high speeds, was interested in the performance of Eldridge's Fiat Mefistofele and challenged him to try to beat the world speed record. They would put the best they had, their Delage V12 "La Torpille" of 350 hp and their star driver, René Thomas, multiple winners of the famous Indianapolis 500.
On July 5, 1924, the competition took place on French roads and the Mefistofele broke the speed record, reaching 230.55 kilometers per hour, but its record was not approved because the vehicle did not have a reverse gear, something requested by the organizers and by the competition regulations.
Not happy with what had happened, Eldridge turned to the services of a local blacksmith who in a few days adapted a rudimentary system that allowed it to have that gear using a chain, a pulley, and a lever. On July 12, it managed to break the record with a final speed of 234.98 kilometers per hour.
Today, the Fiat Mefistofele is proudly displayed at the Centro Storico Fiat in Turin, where it attracts a large number of curious people, eager to observe and learn how the history and tradition of racing cars was forged.
Héctor Gugliermo
@hosgug