La Vinotinto
La selección de Venezuela perdió su primer encuentro de las eliminatorias a la Copa del Mundo. Esto, por supuesto, no es una singularidad; más bien tiene un carácter anecdótico. Una Colombia decidida sacó los tres puntos en casa y sembró nuevamente la duda habitual en el largo historial del pesar Vinotinto: ¿Se podrá clasificar al Mundial? Más allá del resultado, lo demostrado en el campo dejó más dudas e inquietudes que certezas.
De todas formas, permitiéndome extenderme en mi visión desde la opinión más sincera, ni en el planteamiento más optimista imaginé que esta Venezuela, plagada de problemas y con una cartera de jugadores que viven en sus clubes una actualidad –en el mejor de los casos– dentro del promedio/bajo, fuera capaz de vencer a los cafeteros en su morada. Sin embargo era posible rasgar un punto, que en calidad de visitante es excelente, y esa oportunidad se desperdició por, como de costumbre, un gol de camerino, un error puntual defensivo y, más adelante, por la responsabilidad de un técnico sin ideas junto a un grupo de jugadores cuyas piernas flaquearon a la hora de buscar el gol que pudiera devolverles la paridad.
Quiero hacer ahínco en eso último, porque es una desgracia que parece repetirse en todas las eliminatorias, como si se tratase de una maldición que recae sobre la casaca vinotinto. En este caso, mientras se mantuvo el marcador a cero, los nuestros respondieron; sin ser espectaculares mantuvieron el orden e incluso podría decirse que hubo ocasiones claras para aventajar, sobre todo aquella en el 17' que Wilker Ángel cabeceó como nunca un futbolista debería cabecear un balón. Pero llegó el gol y este partido terminó ahí. Si me dijeran que los once venezolanos que saltaron al campo en el complemento no eran los mismos que lo hicieron en el primer tiempo estaría cerca de creerlo. De lo que estoy seguro es que, por lo menos, la actitud, eso que algunos llaman garra, sí la dejaron en el camerino en el entretiempo.
La Vinotinto
Es aquí donde recae la responsabilidad sobre el profesor Fernando Batista, quien aparentemente no terminó de comprender que el encuentro ya no se mantenía a cero. Si su objetivo se basó en evitar recibir más goles merece una felicitación, pues lo cumplió con creces; de lo contrario parece que solo dejó en evidencia que los amistosos de días previos sirvieron para poco y nada. Así mismo, en varios tramos del compromiso algunos de los vinotintos dieron la sensación de que jugaban juntos por primera vez. Los cambios (y los "no cambios") de Batista, hacia el final, acabaron por dejarlo en evidencia.
Espero que, en el fondo, tanto jugadores como cuerpo técnico tengan en claro que Venezuela no cayó por una diferencia mayor solo porque el cuadro colombiano no es, ni de cerca, de lo mejor en Sudamérica en cuanto a poderío ofensivo. Una parte de este servidor quiere creer que el cotejo representará un punto de inflexión para la mentalidad Vinotinto; que a partir de ahora comenzarán a hacer las cosas de mejor forma. No obstante, la experiencia reciente (y la no tan reciente) me demuestra lo contrario.
A Paraguay hay que vencerlo. Supongo que todos estaremos de acuerdo en eso. Pero me aventuraré a apostar un poco más. Desde mi muy personal punto de vista, en caso de no vencer a los guaraníes en Maturín el venidero 12 de septiembre, firmaría porque Venezuela quedará, una vez más, fuera del baile. Por fortuna tenemos la dicha de jugar en la Conmebol, donde uno de nuestros rivales directos (Ecuador) inició con una desventaja notable de tres puntos (caso Byron Castillo) y, para mejorar el panorama, por primera vez hasta la séptima peor selección de la confederación será capaz de mantenerse en carrera por un cupo a la Copa del Mundo. Muchos hablan de fe, yo prefiero las probabilidades.
Lo cierto es que, a pesar de todo lo negativo, es esta la eliminatoria que Venezuela enfrenta con mayor posibilidad de alcanzar el sueño mundialista.
Selección Colombia
Juan Pavón Antúnez