FC Barcelona
A territorio luso arribaron los contrincantes; un Barcelona ansioso, que llegaba con ganas de asegurar su pase a octavos de final cuanto antes. En contraste, el Estadio do Dragão recibía a los culés con la esperanza de que su escuadra, el Porto, hiciera lo propio. Al final los dragones ardieron ante un decidido conjunto catalán que se valió de un error para sacar la ventaja. Ganó la visita, pero no deslumbró en juego y dejó tras de sí muchas inquietudes.
Con la última aseveración pretendo referirme a que lo de este día fue quizá el peor partido del Barcelona en lo que va de temporada; y no por eso procuro eclipsar la importancia de esta victoria y, por supuesto, de sumar tres puntos adicionales que los dejan a poco de asegurarse un cupo en la siguiente fase. Los dirigidos por Xavi Hernández ganaron, que al final es lo que importa, pero preocupa la falta de reacción de este equipo que, por fortuna, enfrentó a un Porto que tampoco atravesó su mejor tarde, y se favoreció de la errada noción del árbitro inglés Anthony Taylor.
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Taylor, por desgracia, se vistió de protagonista en un cotejo que, hasta el momento de la polémica, había setenciado de forma correcta y eficaz. Pero al 77', en uno de los tramos más "tranquilos" del compromiso, la mano de João Cancelo dentro del área azulgrana derivó, por lógica, en penal. Sin embargo el principal, tras revisar el VAR, revirtió la decisión. Alegó que hubo una infracción previa por parte del canadiense Stephen Eustaquio, cuando supuestamente bajó la esférica con el brazo. Esto, a mi criterio muy personal, fue una decisión errada y el penal debió cobrarse.
Más allá de la clara equivocación por parte de Taylor y el resto de la terna arbitral, especialmente de parte del equipo del VAR, el encuentro, antes y después de la jugada del penal no sentenciado, se desarrolló con relativa normalidad. El duelo se convirtió en una demostración de defensa férrea, de la cual Jules Koundé fue protagonista con un par de salvadas épicas, entre las que destaca una barrida para arrebatar el balón a Pepê, llegando a la espalda de este, cuando el atacante de los lusos se preparaba para disparar en un mano a mano contra ter Stegen. Esto al 52', en medio de los que quizá fueron los peores minutos del Barcelona en todo el partido.
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Aunque los de Xavi sufrieron en aquel y otros tramos del cotejo, este fue, en líneas generales, muy parejo. Más allá del hecho de que Marc-André ter Stegen sacó a relucir sus dotes guardamentísticos en varias oportunidades, por momentos pareció que el compromiso era uno de esos cuyo resultado podría definirse solo por un error que destrabara las acciones. La fortuna –o infortunio, dependiendo de quién lo mire– jugó su propio partido y Romário Baró levantó esa pesada carga que supone ser uno de los principales responsables de un gol en contra. Su fatal pase en la salida de los locales, que cayó en los pies de Gündoğan e inició la jugada más importante del Barcelona, desembocó, segundos después, en el gol de Ferran Torres (45+1') justo antes del entretiempo. El tanto que 45 minutos después acabó por ser el único en el marcador.
El Barcelona ganó, sí. No obstante, el triunfo deja un tenue sabor agridulce, y es que, por lo menos un servidor, esperaba más. Queda la sensación de que los culés sufrieron demasiado y que los tres puntos fueron muy caros; Lewandowski (lesionado al 34'. Ferran entró en su lugar), Gavi (expulsado por doble amarilla al 90+3') y otros cinco jugadores blaugranas amonestados pagaron el precio. Solo el tiempo dirá si esto terminará por costar más, o no, en jornadas futuras jornadas de la UEFA Champions League, que hoy vivió una segunda fecha llena de intensidad, tal como nos tiene acostumbrados.
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Juan Pavón Antúnez