El mango es una fruta que forma parte de muchas anécdotas en mi localidad. En aquellos días de gran hambruna, se cuenta que los árboles de esta fruta "cargaron como nunca". La cosecha de mango salvó muchas vidas. Ya sea que lo hiciesen en "carato" porque no tenían licuadora, o optaran por el clásico dulce para comercializar y luego poder comprar algo más. El mango fue el "salvavidas" de muchos.
Su sabor es sumamente agradable, aunque hay un par de especies que no se recomiendan a personas con ciertas patologías. En lo personal me encanta en jugo, cuando están "pintones", pues ese sabor ácido le da un toque que me gusta mucho, aunque no hay que abusar, para evitar problemas del estómago.
Y hablando precisamente de esos problemas, recuerdo que en mis tiempos de bachillerato se solía vender un aperitivo bastante insano. Se trataba de mango verde cortado en trozos, sumergidos en vinagre y sazonados con adobo, un condimento bastante popular en el país. Sin mencionar el propio peligro de la combinación en exceso, lo que me resultaba más preocupante era la falta de higiene a la hora de preparar el producto.
El vendedor incluso llegaba a prepararlos en el mismo sitio, sin guantes, con el mismo cuchillo sin lavar y a pleno sol de mediodía. Recuerdo que calificaban de "sifrinos" a los que evitaban comprarle precisamente por esa falta de higiene... Vaya error, pues un breve momento de "deleite" de aquel aperitivo podía costar varios días padeciendo de males estomacales.
Confieso haber comprado un par de veces, aunque luego de ver las consecuencias en otros compañeros y recibir varias reprimendas, simplemente dejé de hacerlo. A día de hoy no he vuelto a ver el producto en venta, supongo que o bien ya no es tan rentable o han puesto mano dura por causa de algún caso en los que la situación fue más allá de un problema estomacal de una semana.
Imagen de @lanzjoseg, para el concurso semanal de TopFamily