Salir a comer helados era algo relativamente común en la niñez, recuerdo varias tardes en un centro comercial compartiendo, también planes vacacionales y fiestas familiares y eventos similares incluían este postre.
Aunque con el tiempo se ha hecho menos frecuente, hubo una ocasión en la que fue curioso tenerlo como acompañante. Aquel día tuvo lugar unos meses después de una ruptura amorosa, en un día en el que fui a visitar otra ciudad en busca de piezas para un trabajo que iba a realizar.
Habiendo encontrado la pieza y ya a poco de irme del lugar (no habrían pasado 10 minutos desde mi llegada), un McDonald's me llamo la atención. Aquel sitio lo había visitado de pequeño. De inmediato me invadieron recuerdos y un aire de nostalgia me acompañó.
Entré a aquel local, pero no con intención de comprar una hamburguesa, sino tan solo de comprar un helado y reposar un rato antes de partir a la chamba, como suelen decir por acá; sentado en aquel lugar estuve recordando días con menos preocupaciones, con más tranquilidad y por supuesto mayor descanso.
Pero ya al terminar tocaba seguir, aquella etapa ya pasó y vivir de recordar el pasado es arriesgarse a perder el futuro. No deja de ser agradable, pero, no es más que eso, recuerdos del pasado, memorias de lo que ya fue.
Lo que a día de hoy toca enfrentar y las decisiones que se tomen construirán parte del futuro de cada quien. Aunque viendo un poco de nuestra historia humana, es fácil perder toda una vida en nimiedades y terminar en un lecho lamentándose por omisiones, oportunidades desaprovechadas, amores no confesados y cortes de raíz necesarios que no se hicieron a tiempo...
Imagen de @lanzjoseg, para el concurso semanal de TopFamily