Este año se cumplirán cinco desde el anuncio de la Pandemia y las restricciones que nos llevaron a nuevas experiencias en todos muchos sentidos, por supuesto hay quienes conservan recuerdos amargos como la muerte de un ser querido, otros el trauma del encierra, pero también es algo que nos permitió ser resilientes ante hechos que ponían a tantas personas en un estado incluso paranoico, pero aun cuando las cosas sucedieron de ese modo, actualmente prefiero conservar solo lo bueno, uno de estos aspectos positivos fue mi graduación de la Licenciatura en Artes Plásticas.
Realmente fue una graduación extraña, después de meses de haber suspendido el acto por las restricciones, nos permitieron el último día de julio tener nuestro título, pero la graduación fue por secretaría, aunque la universidad hizo un esfuerzo en conservar las normas y los graduandos cumplimos con los protocolos, una vez fuera del recinto obviamente era difícil de cumplir tales requerimientos, pero como todo en esta vida, hay que adaptarse a las circunstancias, así que a una distancia prudencial se encontraba la estación de fotografía para que cada quien pasara con su familia a tomarse unas fotos.
Una de las cosas que me dolió fue que desde nel principio nos anunciaron que no se permitía llevar invitados, de hecho entramos solos a la universidad siguiendo un camino marcado, recogimos el título, firmamos, con cabello recogido, guantes, bañados del alcohol y cada quien son su propio bolígrafo, pero la soledad era lo que se sentía extraño, aun cuando yo estaba acostumbrada a ir a Barquisimeto a la universidad siempre sola, esperaba que una vez finalizada la carrera mi hijo y mi mama pudieran ver cuando me entregaran el título, así que al salir y ver a la mayoría de mis compañeros con sus familiares esperando me sentí muy sola.
Regresé a mi ciudad ese día un poco triste, llegué a casa con el título en mano, con la distinción de honor Magna Cum Laude, pero con el corazón un poquito agrietado, pero lo más importante era compartir el logro con mi familia asi que traté de disimular, pero gracias a que me hicieron el préstamo de una toga y un birrete, pude usarlos para tomarme unas fotos con mi mamá y mi hijo al día siguiente en casa, hacer este recuerdo fotográfico fue no solo mi compensación emocional, sino también un agradecimiento a mi mamá y a mi hijo por todo el apoyo y la motivación, ahora que veo esta imagen noto los años en el crecimiento de mi hijo, porque para mi fue ayer.
Esta es mi entrada al Concurso TBT una foto una historia un día de esos
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