Desde niña los caballos me han atraído. Hubo una vez una novela que se llamaba Las amazonas, eran tres mujeres que vivían en una hacienda cerca de caracas y en los primeros capítulos salían cabalgando en unos caballos hermosos y ellas lucían cuál jinete con estilos y expertas en esa categoría, cada vez veía esa acción y me cautivaban. Varias veces, deseé cabalgar con ese estilo, a veces hasta me lo imaginé. Luego tuve la oportunidad de andar como a los 12 años en un caballo con otra muchacha en una hacienda de una amiga de mi madre. Como yo era menor me tocó ir en anca. Cuando pasamos cerca de un jinete bromista hizo que el caballo corriera de forma desenfrenada, yo asustada por tanta velocidad del animal, viví esa sensación de adrenalina, me veía cabalgando todo un camino, abrazando a la muchacha de su cintura y mi cabello alborotado, hasta que un adulto hizo que el animal se calmara y se detuvo poco a poco. Cuando me ayudaron a bajarme de ese animal estaba temblorosa, gracias a Dios no pasó un mal mayor, pero aun así me encantaba ese noble animal.

---

Una vez tuve una experiencia en un viaje acompañando a mi hijo de 11 años al pueblo de sanare. Una población cercana a mi ciudad, un viaje organizado por la escuela con la maestra y toda la sección de 5.º grado. Había un grupo de caballos mansos los cuales uno podía pagar y montarlo, le dije a mi hijo que si quería montábamos uno cada uno y el encantado dijo que sí. Cuando de repente veo a mi hijo muy contento ya arriba del animal cuando yo apenas intentaba subirme varias veces y no podía y mi hijo ya estaba finalizando el recorrido y yo todavía enredada no sabía dominar el animal para hacerlo marchar.

---

Cuando uno anhela algo, algún día se hace realidad, entonces desde hace 20 años he estado cerca de un ambiente natural en una pequeña hacienda por los lados del estado Falcón, y he vivido lo que en ese entonces cuando niña anhelaba. Todo se me ha hecho realidad, pero no tengo la juventud, ni la algarabía, solo la sabiduría.

---

Una vez intenté montar un burrito, y cuando fui hacerlo, repentinamente estaba en el suelo, rodé suavemente hasta el otro lado sin darme cuenta. Lo que si me di cuenta de la risa que los mirones que estaban alrededor hasta yo no dejaba de reír ja, ja, ja, de ver que cuando uno no aprende un oficio desde joven, cuando adulto, es bien difícil ejecutar. Montar un animal es un arte que envidio cada vez que veo a mi esposo cabalgar.

---

En otro viaje para la hacienda hicimos una travesía de un potrero a otro. Cabalgué en un caballo muy manso, que aunque iba de último cumplía poco a poco el recorrido observando toda la belleza a mi alrededor, observaba los árboles enormes, escuchar el trinar de pájaros, el mugido de las vacas, el sonido de los monos aulladores, algunos monos danzando entre árboles, la sensación de pasar un río. Y seguí hasta llegar unas cuantas horas de retraso, hasta estaban un poco angustiados, pero cuando iban a buscarme, de repente divisaron mi figura en la lejanía, tarde, pero llegué sana y salva. Quedé muy satisfecha por el logro de esa meta. Pero el día después no podía ni levantarme de las agujetas que me produjo la forma de jinetear, ya que mi cuerpo no estaba acostumbrado al andar en ese animal.