Saludos comunidad de @tophivefamily, hoy me uno al Concurso Observa Piensa Escribe, con una imagen compartida por @lanzjoseg, que evoca tan anhelados recuerdos.
Antes de continuar, quiero invitar a
@mvart e
@irenenavarroart para que participen.
Imagen propiedad de @lanzjoseg
Dicen que una imagen puede llegar a despertar todos nuestros sentidos; sin duda alguna, esta lo hace, llevándome al pasado. Tiempos en donde aún se podía sustentar a toda una familia, solo con un sueldo mínimo; cuando hacer un mercado duraría aproximadamente un mes entero, bien surtido; con carros de supermercado llenos hasta el tope con productos de la mejor calidad, pues era así cómo se vivía en mi país.
Los productos ubicados en el pasillo de refrigeración se volvieron la preferencia de muchos consumidores, que constaba con un plazo de validez y fecha de vencimiento, pero sobre todo, una variedad de gusto al paladar. Mis padres siempre se quedaban un rato en esa sección, observando los productos, revisándolos y preguntándose cuál era mejor opción para llevar.
La margarina de nombre de Mavesa dorada, aún con su distinguida y reconocida imagen, el tupperware de muchos venezolanos, o el pote para agarrar agua. Es que, su presentación perduró por mucho tiempo, pasando a formar, de alguna manera, parte de nuestra identidad, con su sabor tan familiar. Recuerdo derritiéndose en las arepas del desayuno que mi madre preparaba para ir al colegio o la preferida para la repostería, donde ella elaboraba unas ricas y deliciosas galletas de mantequilla.
Un mercado con variedades de queso de todos los gustos que, aunque sigan existiendo, ya no hay ese capital que nos permita darnos todos esos placeres las veces que sea posible. Un queso de bola, con un alto valor, pero que no podía faltar dentro de la mesa de pasapalo de cualquier evento, desde quince años hasta bodas, deleitado en su forma completa con acompañamientos en su interior; como lo fue en la boda de un primo, donde solo se ubicaba una mesa de un sinfín de quesos, desde el telita o crineja hasta amarillo y el que nunca faltaba, ese queso de bola.
Una oportunidad que se daba para ese entonces, de elegir entre tantos productos, sin objetar el precio, ese debate entre la calidad y el gusto, entre tradición y novedad.
Espero les haya gustado. Los invito a revisar mi blog para ver más de mis contenidos. Muchas gracias.