No sé por qué me ha costado tanto escribir esta publicación. Tengo las fotos listas desde mitad de diciembre. Quizás es porque me toca de cerca o porque hay muchas formas para enfocar la historia detrás de estas fotos.
Muchos no creería posible tener un paraíso natural dentro de una casa en una ciudad cosmopolita, pero lo es. Al menos para los estándares de Cuba donde uns ciudad de más de quinientas mil personas es una ciudad grande.
Desde que tengo memoria esta vid está en mi hogar y de la cual ya hemos reproducido varios hijos. Un viñedo sembrado en apenas un metro cuadrado, pero que se extiende por todo el techo lo suficiente para alimentar nuestra pequeña tienda de vinos artesanales.
La naturaleza atrae naturaleza. Insectos, mariposas, gatos e incluso aves de diferentes especies se nos acercan a regalarnos sus cantos. Incluso algunos pájaros nos visitan y reclaman áreas comunes de la casa como área de esparcimiento. He visto con frecuencia zunzunes y otras especies hermosas que no sus nombres. Todo en plena ciudad, donde se supone que no deberían coexistir.
Junto al árbol de la uva mi padre ha sembrado otras plantas. Tenemos un árbol de mandarina-limón, un injerto de ambas especies, y algunas en macetas para usos de la cocina, para hacer té o para usos medicinales. Había un limonero, pero enfermo y tuvimos que cortarlo.
Todo está en cómo lo acomodes y el cuidado que le des, pero tener un ambiente de naturaleza en casa es posible. Y esto siempre nos traerá beneficios de salud, emocionales o hasta económicos.
Para estas fotos me puse a jugar con los ajustes de la opción de cámara profesional de mi celular y obtuve resultados que me gustaron mucho. Mi teléfono es un Huawei Y7 2019.
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