Esteban y Andreína estaban recién mudados a su casa propia. Después del nacimiento de su segunda hija, querían un espacio propio para mudarse de casa de los padres de él, que aunque se la llevaban muy bien entre todos, esta pareja anhelaba tener su lugar aparte.
Al estar muy bien ubicado en la ciudad, no pasó mucho tiempo cuando la familia de Andreína, empezó a pedirle alojamiento por días, aumentando la frecuencia y las excusas, afectando la relación de la pareja, quienes empezaron a aceptar una que otra vez ayudar a algún pariente.
Andreína tuvo decirles que no podían seguir recibiéndolos, pues la situación económica estaba también complicada. Eso bastó para ganarse de enemiga a toda su familia, pero también la tranquilidad de no tener que inventar para evitar esas continuas visitas.
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Una tarde, luego de llegar con las niñas del colegio, ven una patrulla frente a su casa. Nerviosa, Andreína se acerca a los oficiales que esperaban en la puerta, y luego de dejar entrar a las niñas, sale a hablar con ellos, quienes le dieron la noticia: Esteban había fallecido en un incendio que se generó en la planta de gas donde trabajaba.
El mundo de Andreína se vino abajo.
Se encontraba sola y sin la ayuda de su familia. Algunos amigos se acercaron los primeros días, pero ya luego de los rezos, la casa se hacía grande y los silencios ensordecedores.
Toc, toc! Escucha en la puerta de entrada. Para su sorpresa era Amilcar, un primo lejano de Esteban, quien cursaba estudios de enfermería en la ciudad y se había quedado sin residencia cuando los dueños de esa casa decidieron emigrar y venderla.
Andreína casi no lo reconocía, era apenas un puber cuando se casó con Esteban y verlo ya de adulto pues le causó una rara impresión. La dirección se la dio su abuela, la suegra de Andreína, y ante ese panorama de verlo con las maletas a cuestas, no tuvo otra opción que aceptarlo, con la condición de que fuera solo por unos días mientras conseguía nueva residencia.
Los días se hicieron meses, pero la presencia de Amilcar no fue un estorbo, sino más bien una grata compañía, sobre todo para las niñas, quienes lo veían como una figura paterna.
Al haber suficiente espacio en la casa, Andreína le propone que se quede de forma permanente, con la condición de compartir los gastos, a lo cual Amilcar aceptó sin ningún tipo de quejas.
No pasó mucho tiempo, cuando su actitud empezó a cambiar, y pasó de ser un tipo sociable y hogareño, a una persona que solo iba a dormir y ya. Las niñas fueron las primeras en notarlo, pero Andreína supuso que era por cuestiones de estudios.
Su necesidad de compañía no la llevó a ver las señales, que cada vez eran más evidentes. Muchas de sus cosas, de esas que no eran de uso común, empezaban a desaparecer, pero al no necesitarlas creía que solo las había movido de lugar.
Amilcar, ya ni siquiera compartía la cena, y aunque eso era un cierto alivio en el sentido de tener que cocinar menos, las niñas extrañaban esos momentos de risas y conversaciones que se habían hecho costumbre al principio.
Una tarde, luego de dejar a Victoria, quien ya tenía 7 años, en una fiesta de pijamadas con su mejor amiga de la escuela, Andreina regresa a casa con Anastasia. No estaba tan convencida de ello, pues nunca había dormido fuera, pero ante la insistencia de la niña y el hecho de estar solo a un par de cuadras de distancia, la llevó a dejarla allá.
Al volver a casa con su hija mayor, ve un carro desconocido estacionado justo al frente, y la puerta abierta de par en par. Amilcar había decidido marcharse sin avisar, pero también llevándose no solo sus cosas, sino también lo que no le pertenecía. La reacción de Andreína fue confrontarlo, pero con un empujón la dejó en el suelo y le dijo que no se metiera en eso.
Anastasia (su hija), quien se había quedado atrás, comprando algunas golosinas en el quiosco de la esquina, al ver a su madre en el piso, se acercó a Amilcar, en un intento de parar todo lo que sucedía. Le pedía explicaciones, pero él solo atinó a repetir que lo dejaran en paz. Pero ella no quedó conforme y se acercó tratando de frenar esa mudanza no planificada, mientras su madre solo veía incrédula todo el panorama.
Un hilo rojo saltó al aire, haciendo una figura grotesca en la pared.
Andreína de un salto se incorpora y como leona busca defender a su cría, quien estaba en un charco de sangre en el piso, con un corte limpio en el cuello que iba de oreja a oreja.
Los ojos desorbitados de Amilcar no mostraron compasión ni arrepentimiento. Inclusive fue capaz de repetir su hazaña con Andreína, quien no vio venir el ataque, tratando de salvar a su hija.
Y mientras los dos cuerpos se desangraban inevitablemente, Amilcar y sus “amigos” terminaron el cometido llevando todo lo que pudieron, cerrando la puerta con llave y perdiéndose de la ciudad.
El teléfono empezó a sonar, sin respuestas. Andrea se había empezado a sentir mal en la pijamada y llamaban para que la fueran a buscar. Preocupada, la madre de su amiga, va hasta la casa, dejando a la niña en el auto mientras se baja a tocar la puerta. La luz del poste iluminaba dentro de la casa y lo que encontró fue aterrador.
La policía no tardó en llegar, junto con la ambulancia. Andreína seguía con vida, pero solo atinó a decir… él lo hizo… y falleció antes de llegar al hospital.
Esteban and Andreina had just moved into their own house. After the birth of their second daughter, they wanted their own space to move out of his parents' house, which although they got along very well among themselves, this couple longed for their own place.
Being very well located in the city, it did not take long when Andreina's family started asking him for accommodation for days, increasing frequency and excuses, affecting the couple's relationship, who began to accept helping a relative from time to time.
Andreina had to tell them that they could not keep receiving them, because the economic situation was also complicated. That was enough to make her whole family an enemy, but also the tranquility of not having to invent to avoid those continuous visits.
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One afternoon, after arriving with the girls from school, they see a patrol in front of their house. Nervous, Andreina approaches the officials who were waiting at the door, and after letting the girls in, she goes out to talk to them, who gave her the news: Esteban had died in a fire that occurred in the gas plant where he worked.
Andreina's world came down.
She was alone and without the help of her family. Some friends approached the first days, but after the prayers, the house became big and the deafening silences.
Knock, knock! Listen at the front door. To her surprise it was Amilcar, a distant cousin of Esteban, who was studying nursing in the city and had been left without residence when the owners of that house decided to emigrate and sell it.
Andreina barely recognized him, he was just a teenager when he married Esteban and seeing him as an adult caused him a strange impression. The address was given to him by his grandmother, Esteban's mother-in-law, and in the face of this scenario of seeing him with his bags on his back, she had no choice but to accept him, on the condition that it be only for a few days while he got new residence.
The days became months, but Amilcar's presence was not a hindrance, but rather a pleasant company, especially for the girls, who saw him as a father figure.
Having enough space in the house, Andreina proposes that he stay permanently, on the condition of sharing expenses, to which Amilcar accepted without any complaints.
It did not take long for his attitude to change, and he went from being a sociable and homely guy, to a person who only went to sleep and that's it. The girls were the first to notice it, but Andreina supposed that it was due to study matters.
Her need for company did not lead her to see the signs, which were becoming more and more evident. Many of his things, those that were not common use, began to disappear, but since she did not need them she thought she had only moved them.
Amilcar no longer even shared dinner, and although that was a certain relief in the sense of having to cook less, the girls missed those moments of laughter and conversations that had become customary at the beginning.
One afternoon, after leaving Victoria, who was already 7 years old, at a sleepover with her best friend from school, Andreina comes home with Anastasia. She was not so convinced of it, because she had never slept outside, but in the face of the insistence of the girl and the fact of being only a couple of blocks away, she took her there.
As she returned home with her older daughter, she saw an unknown car parked right in front of her, and the door wide open. Amilcar had decided to leave without warning, but also taking not only his things, but also what didn't belong to him. Andreína's reaction was to confront him, but with a push he left her on the ground and told her not to get involved.
Anastasia, who had stayed behind, buying some candy at the corner kiosk, seeing her mother on the floor, approached Amilcar, in an attempt to stop everything that was happening. She asked for explanations, but he only managed to repeat that they leave him alone. But she was not satisfied and approached trying to stop this unplanned move, while her mother only saw incredulous the whole panorama.
A red thread jumped into the air, making a grotesque figure on the wall.
Andreína jumps and, like a lioness, seeks to defend her cub, who was in a pool of blood on the floor, with a clean cut on the neck that went from ear to ear.
Amilcar's bulging eyes showed no compassion or remorse. He was even able to repeat his feat with Andreína, who did not see the attack coming, trying to save her daughter.
And while the two bodies bled inevitably, Amilcar and his "friends" finished the job by taking everything they could, locking the door and leaving the city.
The phone started ringing, with no answer. Andrea had started feeling bad in her sleepover party and they were calling to pick her up. Worried, her friend's mother went to the house, leaving the girl in the car while she got down to knock on the door. The light from the streetlamp illuminated inside the house and what she found was terrifying.
The police didn't take long to arrive, along with the ambulance. Andreína was still alive, but she only managed to say ... he did it ...and she died before reaching the hospital.
Foto/Photo by: Beau Barnett, Max Fleischmann, Immo Wegmann All from Unsplash
Edición /edited by: @mamaemigrante
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