One of the great pleasures of mankind is to listen to sounds that follow a rhythmic pattern, or following tonalities, combinations and dynamics, enliven feelings. It is something of a mystery why sounds are capable of such emotional feats, including the human inclination to create these works of artistic expression. It has an explanation, of course, but that's not what this article is about.
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Surely you've all heard of Mozart. That child prodigy who demonstrated a great creative capacity for music in addition to great technique and skill. Of course, today's world is different from that time, but today there seem to be no Mozarts.
There are a considerable number of artists who, without a doubt, in technique equal those great interpreters, and I venture to say that perhaps some surpass them. In technique, they are a marvel, but in creativity, they are poor.
An interpreter is like a radio, they just repeat the music. That they add a unique touch is not denied, but they are just very skilled radios. Don't they have that creative itch? Do they just want to sing what others created centuries ago?
I listen to their masterful renditions that leave my eyes wide open about to pop out of their sockets, and what I think is, "whoever created that song is awesome." Of course I admire the magnificent ability of the interpreter, thanks to him or her we get to have that contact with the author, but not with them. Then, I have the thought: "I would like to listen to a song of this or that interpreter". But it is impossible because they only dedicate themselves to reproduce songs of others, and that they, in some cases, have millions of times more capacity to present more surprising or emotional songs.
I envy their excellent discipline and wonderful skills developed by years of practice, but I don't understand how they abandon their creative artistic expression, or maybe there's something I don't understand.
Uno de los grandes placeres de la humanidad es el escuchar sonidos que siguen un patrón rítmico, o que siguiendo tonalidades, combinaciones y dinámicas, avivan sentimientos. Es como un misterio el hecho de que los sonidos sean capaces de tales hazañas emocionales, incluyendo la inclinación humana a crear estas obras de expresión artísticas. Tiene explicación, por supuesto, pero este artículo no es sobre eso.
Con seguridad todos habrán oído hablar sobre Mozart. Aquel niño prodigio que demostró una gran capacidad creativa para la música además de una gran técnica y habilidades. Claro es que el mundo actual es diferente aquel tiempo, pero hoy no parece haber Mozarts.
Existen un número considerable de artistas que, sin duda, en técnica igualan a aquellos grandes interpretes, y me aventuro a decir que tal vez algunos la superan. En técnica, son una maravilla, pero en creatividad, son pobres.
Un interprete es como un radio, solo repiten la música. Que le pongan un toque único, no se le niega, pero son solo radios muy habilidosos. ¿No tienen esa picazón creativa? ¿Solo quieren cantar lo que otros crearon hace siglos?
Escucho sus magistrales interpretaciones que me dejan los ojos abiertos apunto de salirse de sus cuencas, y lo que pienso es: «el que creo esa canción es impresionante». Por supuesto que admiro la magnífica capacidad del que interpreta, gracias a él o ella logramos tener ese contacto con el autor, pero no con ellos. Luego, me salta el pensamiento: «quisiera escuchar una canción de este o aquel interprete». Pero es imposible porque solo se dedican a reproducir canciones de otros, y eso que ellos, en algunos casos, tienen millones de veces mayor capacidad para presentar canciones más sorprendentes o emocionales.
Envidio su excelente disciplina y su maravillosas habilidades desarrolladas por años de practica, pero no entiendo por qué abandonan su expresión creativa artística. O tal vez hay algo que no comprendo.