¡Hello Hive community!
Today I want to show you something that is out of this world. Something that is not within what ordinary people like us can live. I want to show you a moment where all the beings that have ordinary and common lives have the possibility to live something that very few can say that they lived and only Argentines are going to be able to say it all over the world.
Events where thousands of people gathered in the same place in the history of mankind there were many. Moments where you can feel special, unique and thankful that life is two days! and you have to live them.
Being in the middle of the crowd at the Obelisco to celebrate the Copa America victory was an experience that relived the euphoria of two years ago when we celebrated the World Cup. The excitement started long before we arrived in downtown Buenos Aires. My family, friends and I gathered at home, all dressed in national team jerseys, with flags and vuvuzelas, anxious to wait for the magic of the possible victory.
As we approached the Obelisk, the atmosphere was already charged with excitement. The streets were filled with fans who, like us, had come out to celebrate. The tide of people was slowly moving forward, all with smiles on their faces, sharing hugs and chants. It was a feeling of indescribable unity, as if we were all one big family celebrating together.
As we reached the Obelisk, the heart of the city was beating with a special energy. The crowd stretched out in all directions, a sea of blue and white, waving flags and singing loudly. Every corner was filled with joy and camaraderie. We joined in the chanting, jumped and danced, letting the euphoria wash over us completely. Fireworks lit up the sky, each burst celebrating an achievement that belonged to us all.
The atmosphere was almost magical. Car horns, drums and songs created a symphony of celebration that resonated in the soul. I looked around me and saw people of all ages, from young children on their parents' shoulders to elderly people in tears of joy. Everyone was sharing a moment that would be remembered forever.
As the night progressed, we stayed there, enjoying every moment. We shared anecdotes of past games, relived the goals and plays that led us to victory. The joy was contagious; every smile, every laugh multiplied in the crowd. We remembered what it was like to celebrate the World Cup two years ago, and how this new triumph reinforced that feeling of pride and belonging.
Finally, time passed and, although we wanted to stay forever in that moment of happiness, we turned back home. We walked back, still excited, knowing that we had been part of something monumental. The joy and pride of being champions again will always be with us, and the experience of celebrating at the Obelisco, surrounded by family and friends, will remain forever engraved as a moment of pure shared happiness.
I hope you enjoyed it as much as I did!
Spanish version
¡Hola comunidad de Hive!
Hoy quiero mostrarles algo que es fuera de si. Algo que no esta dentro de lo que las personas comunes y corrientes como nosotros podemos vivir. Les quiero mostrar un momento en donde todos los seres que tenemos vidas mediocores y comunes tenemos la posibilidad de vivir algo que muy pocos pueden decir que vivieron y solo son Argentinos lo que van a pdoer decirlo en todo el mundo.
Acontecimientos en donde miles de personas se juntaron en un mismo lugar en la historia de la humanidad hubo muchisimos. Momentos en donde uno puede sentirse , especial, unico y agradecido de que la vida son dos dias! y hhay que vivirlos.
Estar en medio de la multitud en el Obelisco para festejar la victoria de la Copa América fue una experiencia que revivió la euforia de hace dos años cuando celebramos el Mundial. La emoción comenzó mucho antes de llegar al centro de Buenos Aires. Mi familia, mis amigos y yo nos reunimos en casa, todos vestidos con camisetas de la selección, con banderas y vuvuzelas, ansiosos para por esperar la magia de la posible victoria.
Al acercarnos al Obelisco, el ambiente ya estaba cargado de emoción. Las calles se llenaban de hinchas que, como nosotros, habían salido a festejar. La marea de gente avanzaba lentamente, todos con una sonrisa en el rostro, compartiendo abrazos y cánticos. Era un sentimiento de unidad indescriptible, como si todos fuéramos una gran familia celebrando juntos.
Al llegar al Obelisco, el corazón de la ciudad palpitaba con una energía especial. La multitud se extendía en todas direcciones, un mar de celeste y blanco ondeando banderas y cantando a viva voz. Cada rincón estaba lleno de alegría y camaradería. Nos unimos a los cánticos, saltamos y bailamos, dejando que la euforia nos envolviera por completo. Los fuegos artificiales iluminaban el cielo, cada estallido celebrando un logro que nos pertenecía a todos.
El ambiente era casi mágico. Las bocinas de los autos, los tambores y las canciones creaban una sinfonía de celebración que resonaba en el alma. Miraba a mi alrededor y veía a personas de todas las edades, desde niños pequeños en hombros de sus padres hasta ancianos con lágrimas de felicidad. Todos compartían un momento que sería recordado para siempre.
A medida que la noche avanzaba, nos quedamos allí, disfrutando cada instante. Compartimos anécdotas de partidos pasados, revivimos los goles y las jugadas que nos llevaron a la victoria. La alegría era contagiosa; cada sonrisa, cada risa se multiplicaba en la multitud. Recordamos cómo fue celebrar el Mundial hace dos años, y cómo este nuevo triunfo reforzaba ese sentimiento de orgullo y pertenencia.
Finalmente, el tiempo pasó y, aunque queríamos quedarnos para siempre en ese instante de felicidad, pegamos la vuelta para casa. Caminamos de vuelta, aún emocionados, sabiendo que habíamos sido parte de algo monumental. La alegría y el orgullo de ser campeones nuevamente nos acompañarán siempre, y la experiencia de festejar en el Obelisco, rodeados de familia y amigos, quedará grabada por siempre como un momento de pura felicidad compartida.