[ESP] ¿Cómo llegué a ser esto?

in #hive-1115162 days ago


aliaksei-lepik-sq4b_LC5eo0-unsplash.jpg

¿Cómo llegué a ser esto?

Desde que tengo uso de razón, siempre he sentido que algo faltaba en mi vida. Crecí en un barrio humilde, donde las oportunidades eran escasas y abundaban las tentaciones. Mis padres trabajaban muchas horas para mantenernos a flote, y yo pasaba la mayor parte del tiempo solo, buscando algo que llenara el vacío que sentía en mi interior.

Recuerdo que, de niño, solía pasar horas en el parque cercano a mi casa. Veía a los otros niños jugar y reír, mientras yo me sentía como un espectador en mi propia vida. A veces, me unía a ellos, pero siempre había una barrera invisible que me separaba del resto. Era como si estuviera destinado a ser un extraño, incluso entre mis propios amigos.

A medida que crecía, esa sensación de vacío se hacía más intensa. Finalmente, conseguí entrar en uno de los colegios más caros de la ciudad, claro gracias al trabajo de mi padre. Allí también luché por encajar, pero nunca encontré mi sitio. Mis notas eran mediocres y los profesores parecían haber perdido la esperanza en mí. Fue entonces cuando conocí a Arthur, un chico mayor que yo que parecía tenerlo todo bajo control. Era carismático y popular, y yo le admiraba en secreto.

Un día, Arthur me invitó a una fiesta en su lujosa casa. Era la primera vez que alguien me incluía en algo, y no pude rechazar la oportunidad. La fiesta estaba llena de música gótica, risas y humo. Arthur me ofreció un cigarrillo y, aunque nunca había fumado, acepté sin dudarlo. Quería formar parte, sentir que pertenecía a algo.



El cigarrillo fue únicamente el principio. Arthur me presentó a su grupo de amigos y pronto me vi arrastrado a un oscuro mundo de fiestas y excesos. Al comienzo, todo parecía excitante y liberador. Las drogas me proporcionaban una sensación de euforia que nunca había experimentado. Y sí, me sentía invencible, como si por fin hubiera encontrado lo que buscaba.

Pero la realidad no tardó en hacerse patente. La adición, que parecía ser la solución a todos mis problemas, se convirtió en una prisión. Mi vida empezó a desmoronarse, perdí interés por la escuela, mis amigos de la infancia se alejaron y mis padres, aunque preocupados, no sabían cómo ayudarme.

Recuerdo una noche en particular en la que todo cambió. Estaba en una fiesta, rodeado de gente que apenas conocía. La música retumbaba en mis oídos y el humo llenaba el ambiente. Arthur me ofreció algo nuevo, algo que prometía llevarme a un nivel de euforia que nunca había experimentado. Sin pensármelo dos veces, acepté, y él únicamente sonrió con malicia.

Así que nos adentramos en un ala desierta de la propiedad y, tras caminar unos minutos, nos detuvimos frente a una verja de hierro con un diseño bastante aterrador. Arthur se adelantó y la empujó, y el chirrido me ensordeció durante unos segundos. Dentro la atmósfera era espantosamente pesada, ni siquiera un rayo de luz penetraba en el espacio, entonces vi los ojos rojos de Arthur encendidos como chispas, observándome como un cazador a su presa acorralada.

Lo que siguió fue una pesadilla. De repente sentí que una fuerza impresionante me sujetaba los brazos mientras Arthur me agarraba la mandíbula y me mordía el cuello. Sentí que mi alma se separaba de mi propio cuerpo y, de alguna manera, podía ver lo que me estaba ocurriendo. Mi cuerpo se estremecía como un pez al que sacan del agua, se me heló la sangre y mi mente se llenó de imágenes distorsionadas y aterradoras. Sentí que me desmoronaba, que perdía el control de mi propia existencia. Todo se volvió negro e insignificante.



Desperté muy confundido, pero por alguna razón me sentía bien, fuerte y con hambre. Entonces oí unas cadenas cerca, me giré y vi a Pilar, una chica de mi colegio que siempre me había despreciado. Mientras me acercaba, ella suplicaba piedad, pero un instinto en mí solo quería una cosa. Podía olerla, sentía su vena palpitando, su corazón bombeando sangre, así que me abalancé sobre ella y la mordí bebiendo toda la sangre de su cuerpo.

Fue en ese momento cuando me di cuenta de lo que había hecho. Había dejado que mi búsqueda de pertenencia y euforia me llevara por un camino oscuro y destructivo. Pero, a pesar de todo, no podía parar. Esto que soy ahora se había convertido en mi única vía; sin embargo, el vacío en mi interior era mayor y solamente encontraba alivio cuando me alimentaba y robaba la vida y los recuerdos felices de mis víctimas.

Mientras escribo estas líneas, no puedo dejar de pensar en mis padres, quizá aún me estén buscando, pero no puedo volver. Soy un monstruo capaz de hacer daño a cualquier humano que se cruce en mi camino.




Fuente de las imágenes
1, 2, 3, 4