All of us at some point in our lives have experienced a heavy day at work, and I am not talking about a literal burden or effort, but rather I am referring to those days where certain things conspire against you. An altercation with a colleague, the incompetence of others and the lack of responsibility make you suddenly look at the clock and you are surprised that only half a morning and the stress and emotional pressure are like that of a working day of more than twenty hours. At times you feel so suffocated that you simply want to run and leave everything behind, trying to find a button that allows you to restart a day that seemed to be much better than what you have now.
That's how bad I could feel, and I admit that at times I couldn't find what to say or what to think in order to drain things a bit. What bothered me the most was the cold and disinterested reaction of others and how they did absolutely nothing to remedy things a bit. With that, I waited until I was left alone at my workplace, and there I began to question the idea of no longer continuing. With some tears in my eyes I tried to find something to motivate me and give me a boost to get up, but I admit that I felt totally lost. In the middle of my discomfort suddenly someone knocked on my office window, and I immediately heard the voice and smile of one of my coworkers saying: "It's time for a break".
That act of kind attention was just what I needed, and it instantly had a positive effect on me. It is the first time that my friend has been so kind to me that she even took her to my workplace. Something that also caught my attention was that, when faced with my obvious state of discouragement, she didn't ask me "How are you?" "Why are you like this?", and not because she didn't notice, but because she understood that it wouldn't help me. Rather, she started joking with me and smiling as she likes so much, and in a matter of minutes she infected me with that same state of mind that practically turned my soul. It was a few minutes that passed in a fleeting manner, but with the necessary time to achieve in me a change of attitude to face my work activities.
I felt like that child I once was who was happy when his mother bought him his favorite candy, and it is now that I understand that the reaction was never for the candy or the gift itself, but for the feeling and the motivation of that person to carry out a detail that changes your life in the blink of an eye. After that, my vision regained the sense and strength it had lost, and I focused more on what my friend did than on what the other co-workers didn't do. I even felt so good that later in the afternoon break I went upstairs to where the group was gathered, and although my attention was again focused on my friend, we were all able to enjoy a small dessert that one of the secretaries had prepared precisely for the afternoon break.
Already at the end of the day my thoughts turned to that special detail that my friend had with me, something that has also increased my curiosity and my creativity in order to reciprocate an action that practically pulled me out of that pit in which I was already in, and from which I would not have been able to get out on my own. I remember that in the afternoon break I jokingly told her that I am now indebted to her, but she insisted that it was not something I would not do again and with all the pleasure in the world. Still, I hope to soon be able to have an equally special detail for her and hoping it will be at a time when, unlike me, she is not having a hard time at her job.
Just as I left work the weather turned a little darker and cloudier than usual, forecasting possible rain that would accompany me on my way. Suddenly I came across two rainbows and a beautiful landscape that forced me to stop for a moment. Faced with such a scenario, I had no choice but to smile, and after a few minutes I reflected on the idea that "In a dark and unexpected environment, a rainbow can always come and change the vision of your reality. And so it was, because my friend became that beautiful rainbow that appeared and shone in the middle of the storm".
All photos are my property.
Thank you for giving value to this publication with your time and attention.
See you soon.
Todos en algún momento de nuestra vida hemos experimentado un día pesado de trabajo, y no estoy hablando de una carga o esfuerzo literal, sino más bien me refiero a esos días donde ciertas cosas se confabulan en tu contra. Un altercado con un compañero, la incompetencia de otros y la poca responsabilidad hacen que de pronto mires el reloj y te sorprendas que a tan solo media mañana ya el estrés y la presión emocional son como la de una jornada laboral de más de veinte horas. Por momentos te sientes tan asfixiado que simplemente quieres correr y dejar todo atrás, tratando de buscar un botón que te permita reiniciar un día que parecía ser mucho mejor de lo que ahora tienes presente.
Así de mal pude sentirme, y admito que por momentos no encontraba qué decir o qué pensar a fin de drenar un poco las cosas. Lo que más me molestaba era la reacción fría y desinteresada de los demás y como no hacían absolutamente nada para remediar un poco las cosas. Con eso, esperé hasta quedarme solo en mi lugar de trabajo, y allí empecé a cuestionar la idea de no seguir más. Con algunas lágrimas en mis ojos trataba de encontrar algo en qué motivarme y tomar un impulso para levantarme, pero reconozco que me sentía totalmente perdido. En medio de mi malestar de pronto alguien tocó a la ventana de mi oficina, y enseguida escuché la voz y la sonrisa de una de mis compañeras de trabajo diciendo: "Es hora del break".
Aquel acto de agradable atención era justo lo que necesitaba, y de manera instantánea tuvo un efecto positivo en mí. Y es que es la primera vez que mi amiga tiene ese detalle conmigo hasta el punto de llevarmela hasta mi lugar de trabajo. Algo que también llamó mi atención, fue que ante mi evidente estado de desánimo ella no me preguntó "¿Cómo estás?" "¿Por qué estás así", y no por no darse cuenta, sino porque entendió que así no me ayudaría. Más bien, empezó a bromear conmigo y sonreír como a ella tanto le gusta, y en cuestión de minutos me contagió ese mismo estado de ánimo que prácticamente me volvió el alma. Fueron unos minutos que transcurrieron de forma fugaz, pero con el tiempo necesario para lograr en mí un cambio de actitud para afrontar mis actividades de trabajo.
Me sentí como aquel niño que una vez fuí y el cual se alegraba cuando su madre le compraba su golosina favorita, y es ahora que comprendo que la reacción nunca fue por el dulce o el regalo en sí, sino por el sentimiento y la motivación de aquella persona para llevar a cabo un detalle que te cambia la vida en un abrir y cerrar de ojos. Después de eso, mi visión retomó el sentido y la fuerza que había perdido, y me concentré más en lo que mi amiga hizo que en lo que los demás compañeros de trabajo no hicieron. Incluso me sentí tan bien que luego en el break de la tarde subí a donde estaba el grupo reunido, y aunque mi atención se centró nuevamente en mi amiga, todos pudimos disfrutar de un pequeño postre que una de las secretarias había preparado precisamente para la pausa de la tarde.
Ya al final del día mis pensamientos giraban en torno a ese detalle especial que mi amiga tuvo conmigo, algo que también ha aumentado mi curiosidad y mi creatividad a fin de corresponder a una acción que prácticamente me sacó de ese foso en el que ya me encontraba, y del cual no habría podido salir por mi propia cuenta. Recuerdo que en el break de la tarde le dije a modo de broma que ahora estoy en deuda con ella, pero ella insistió en que no fue algo que no haría de nuevo y con todo el gusto del mundo. Aún así, espero poder pronto tener un detalle igual de especial para ella y deseando que sea en un momento en el cual, a diferencia de mí, no esté pasando por un mal rato en su trabajo.
Justo al salir del trabajo el clima se puso algo oscuro y nublado de lo habitual, pronóstico de una posible lluvia que me acompañaría por el camino. De pronto me encontré con dos arcoiris y un paisaje muy hermoso que me obligó a detener por un instante. Ante semejante escenario, no tuve más remedio que sonreír, y después de algunos minutos reflexioné en la idea de que "Ante un ambiente oscuro e inesperado, siempre puede llegar un arcoiris que cambie la visión de tu realidad. Y así mismo fue, porque mi amiga se convirtió en ese hermoso arcoiris que apareció y brilló en medio de la tempestad".
Todas las fotos son de mi propiedad.
Gracias por darle valor a esta publicación con tu tiempo y atención.
Hasta pronto.