Un escalofrío recorrió la espalda de Gabriela mientras desdoblaba el papel ajado. Su contenido, escrito con letra temblorosa, la heló hasta los huesos:
Si estás leyendo esto, seas quien seas, huye de este lugar. Tiene planeado matarte. He logrado esconder este mensaje como una última esperanza, pues llevo cinco días encerrada en esta casa y sé que mi final está cerca. Por favor, corre y salva tu vida.
Gabriela releyó las palabras con manos temblorosas, su mente luchando por procesar la aterradora verdad. Aturdida, se dirigió al comedor, donde un ambiente romántico la esperaba: un par de velas titilaban sobre la mesa, iluminando una cena cuidadosamente preparada.
En ese instante, Daniel emergió de la cocina, un cuchillo reluciente en su mano. Se acercó a ella con pasos lentos y pesados, como un depredador acechando a su presa. Gabriela trató de ocultar su creciente terror, simulando una calma que no sentía.
—Perdona la demora—. Necesitaba el cuchillo para cortar los limones. ¿Te importa?
Gabriela observó el cuchillo con recelo, pero respiró hondo y respondió con una sonrisa forzada:
—No te preocupes, Daniel. Siéntete como en tú casa.
En su interior, una ola de alivio la invadió. Había tenido suerte de ser ella quien encontrara el mensaje. Ahora, solo le quedaba actuar con cautela para evitar despertar sospechas.
The Last Supper.
A shiver ran down Gabriela's back as she unfolded the tattered paper. Its contents, written in shaky handwriting, chilled her to the bone:
If you are reading this, whoever you are, flee from this place. He plans to kill you. I managed to hide this message as a last hope, for I have been locked in this house for five days and I know my end is near. Please, run and save your life.
Gabriela re-read the words with trembling hands, her mind struggling to process the horrifying truth. Dazed, she made her way to the dining room, where a romantic atmosphere awaited her: a couple of candles flickered on the table, illuminating a carefully prepared dinner.
At that moment, Daniel emerged from the kitchen, a gleaming knife in his hand. He approached her with slow, heavy steps, like a predator stalking its prey. Gabriela tried to conceal her mounting terror, feigning a calmness she did not feel.
—Sorry for the delay—. I needed the knife to cut the lemons. Do you mind?
Gabriela eyed the knife warily, but took a deep breath and replied with a forced smile:
—Don't worry, Daniel. This is your home too.
Inside, a wave of relief washed over her. She had been lucky to find the message in time. Now, all that was left was to proceed with caution to avoid arousing suspicion.
Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.