It was one of those days when a winter wind begins to blow, very different from what we are used to in my city. My friends from the Vox Lucis choir had just finished a productive rehearsal in view of a concert we have soon.
We had that feeling of being satisfied with our job, but we still had the energy to do something else before saying goodbye. The city was slowly getting dark with the breeze, and we wondered what we could do.
Ice cream? Yes, ice cream. The ideal proposal. It's been a while since we went to get one and the weather and emotions were asking for it. So together we went down to "Las Mimikis", an ice cream parlor that has remained providing services despite the many difficulties of our day to day.
We arrived there and the attention was quite good. We were surprised that the girl who waited on us stayed calm with us, because our group is quite problematic at certain times. We took almost half an hour to decide! And for some strange and stupid reason we kept laughing, so the other customers kept looking at us, but we didn't care much.
I decided to order almond and chocolate ice cream, a combination that seemed very right to me after strictly analyzing the offers they had there.
Luckily for those around us, when the ice cream arrived, calm also arrived for our group, and silence took over as we enjoyed our choices.
In the end we left there happy and completely satisfied. Outings with friends when they are like this, unexpectedly, end up becoming pleasant memories that strengthen our connections.
I hope you liked this post. Until next time!
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¡Todos gritamos por helado! 🍨
Versión en Español
Era uno de esos días en los que comienza a soplar un viento invernal, muy distinto de lo que acostumbramos en mi ciudad. Mis amigos del coro Vox Lucis recién terminábamos un productivo ensayo en vistas a un concierto que tenemos pronto.
Teníamos esa sensación de estar satisfechos con nuestro trabajo, pero aún nos quedaba energía para hacer algo más antes de despedirnos. La ciudad oscurecía lentamente junto a la brisa, y nos preguntamos qué podíamos hacer.
¿Helado? Sí, helado. La propuesta ideal. Hacía rato que no íbamos a por uno y el clima y las emociones nos lo pedían. Así que juntos bajamos a "Las Mimikis", una heladería que se ha mantenido prestando servicios a pesar de las muchas dificultades de nuestro día a día.
Llegamos allí y la atención fue bastante buena. Nos sorprendió que la chica que nos atendió se mantuviera calmada con nosotros, pues nuestro grupo es bastante problemático en ciertas ocasiones. ¡Nos tomamos casi media hora para decidir! Y por alguna extraña y estúpida razón no parábamos de reír, así que los demás clientes no paraban de mirarnos, pero a nosotros no nos importó mucho.
Yo decidí pedir helado de almendra y chocolate, una combinación que me pareció muy acertada luego de analizar estrictamente las ofertas que allí tenían.
Por suerte para quienes estaban alrededor de nosotros, cuando llegó el helado llegó también la calma para nuestro grupo, y el silencio se apoderó de nosotros mientras disfrutábamos de nuestras elecciones.
Al final nos fuimos de allí contentos y completamente satisfechos. Las salidas con amigos cuando son así, de imprevisto, terminan convirtiéndose en gratos recuerdos que refuerzan nuestras conexiones.
Espero que les haya gustado este post. ¡Hasta la próxima!
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