MEMORIAS DE UNA VENDEDORA
En estos días mi hermana llegó a mi tienda a unos minutos de cerrar y me preguntó ¿Por qué la cara de odio? Mis respuesta automática con la sonrisa más falsa que encontré fue: Trabajo con atención al cliente ¿Qué esperas? Sin embargo, debo confesar que dentro de esas cuatro paredes, he presenciado momentos que me han movido la fibra. Me recuerdan que soy humano, me enternecen, me llenan y me dan esperanza, por mí, por la gente.
Un vez, en una tarde movida de algún mes caluroso, me tocó llevar las cuentas de la caja del local. Por nuestro horario y responsabilidad rotativa, esto de la caja me toca seguido y la verdad es de mis jornadas favoritas; lo puedo ver todo desde allí. En esa oportunidad estaba con dos de mis compañeras, la tienda a full y poca paciencia. Una mujer de unos 30 años quizá, estuvo mirando la bijouteri tipo: noche que vendemos; en mi tienda de outlet tenemos variedad de accesorios, mientras más lindos más costosos y los de noche son de los más vistosos. Con mucha inseguridad nos preguntaba si lo que iba escogiendo combinaba
y la verdad es que mi paciencia iba en picada hasta que me dijo que era para una boda, eso me inclinó a ayudarla.
Después de un rato, aquella mujer de apariencia bastante humilde, debo admitir, se acercó al mostrador a pedirme que le cobrara lo que llevaba en manos. Había escogido un brazalete hermoso plateado, con aros y collar a juego, muy nerviosa me pidió la cuenta a lo que respondí que eran $1470 y ella, más nerviosa aún, buscó en su cartera y luego le pidió a la niña que le acompañaba que le revisara en las bolsas de compras que llevaba, buscó y buscó... Al final, con lágrimas en sus ojos, me dijo que no le alcanzaba, que sólo podía pagar dos de las prendas que llevaba, que gastó el dinero en las últimas compras para su boda. Inmediatamente pregunté: ¿Tú eres la novia?
Ya todo el tiempo en caja de la chica había captado la atención de una de mis compañeras, mientras la otra seguía mirando a las demás clientes, se iba acercando cuando la pobre mujer sacó los zarcillos de la bolsa y dijo que sólo llevaría el brazalete y el collar, "con el cabello no se va a notar", dijo temblorosa. Me pagó y salió llorando.
Por supuesto que yo ya estaba llorando también ¿Cómo es que era su boda y no iba a tener accesorios para lucir hermosa en el mejor día de su vida? Ese día debe ser perfecto. Y si tanto lloraba, es porque de verdad lo deseaba ¿No? Cuando mi compañera llegó a mi lado, asustada me preguntó por qué las lágrimas y le dije: "Ella era la novia, chama; no le alcanzó la plata para llevar los aritos" y ella conmocionada me dijo que se los podíamos pagar entre todas. Pero la mujer ya se había ido.
En ese tiempo la tercera de nosotras ya se había acercado a preguntar cuál era el drama y de inmediato me preguntó que por qué no se los di así sea regalados, entonces impulsivamente la otra salió corriendo gritando: "yo voy a ir a buscarla". Y para buena suerte suya, de la novia, y de todas, la encontró. Estaba en la parada de autobuses a veinte metros de nuestra puerta. La novia estaba allí, aún llorando por no haber podido comprar sus accesorios para lucir en su boda y mi compañera la encontró justo a tiempo. Casi arrastrada la llevó de vuelta a mi caja y allí la estábamos esperando las otras dos vendedoras. Entre lágrimas y risas nerviosas le dimos los zarcillos más lindos que vendíamos y hacían juego con lo que llevaba y le deseamos la mayor felicidad. Quizá no era el regalo más ostentoso pero estoy segura que fue la novia más linda que hubo en Quilmes ese día. Su sonrisa genuina, sus lágrimas y palabras de agradecimiento me lo dijeron. Fue el regalo más sincero que hemos hecho.
Todos los días pasan cientos de clientes por mi tienda.
Cientos de historias que veo a diario.
Cientos de anécdotas que puedo contar.
Historias que voy guardando en mis memorias.
MEMOIRS OF A SALESWOMAN
These days my sister came to my store a few minutes before closing and asked me why the hateful face? My automatic response with the fakest smile I could find was: I work with customer service, what do you expect? However, I must confess that within those four walls, I've witnessed moments that have pulled at my heartstrings. They remind me that I am human, they touch me, they fill me, and they give me hope, for me, for people.
Once, on a busy afternoon in a hot month, I was in charge of the cashier's office. Because of our schedule and rotational responsibility, I often have to work the cash register and it is one of my favorite days; I can see everything from there. On that occasion I was with two of my colleagues, the store at full capacity and little patience. A woman, maybe 30 years old, was looking at the night type bijouteri that we sell; in my outlet store we have a variety of accessories, the prettier the more expensive and the night ones are the most colorful. With a lot of insecurity I was asking us if what I was choosing matched with what I was choosing
and the truth is that my patience was going downhill until she told me that it was for a wedding, that inclined me to help her.
After a while, that rather humble looking woman, I must admit, approached the counter to ask me to charge her for what she was holding. She had chosen a beautiful silver bracelet, with matching earrings and necklace, very nervously she asked me for the bill to which I replied that it was $1470 and she, even more nervously, searched in her purse and then asked the girl accompanying her to check in the shopping bags she was carrying, she searched and searched.... In the end, with tears in her eyes, she told me that she couldn't afford it, that she could only pay for two of the clothes she was carrying, that she spent the money on the last purchases for her wedding. I immediately asked: Are you the bride?
Already all the time in the girl's box had caught the attention of one of my companions, while the other one kept looking at the other customers, she was getting closer when the poor woman took the earrings out of the bag and said she would only wear the bracelet and the necklace, "with the hair you won't notice it", she said trembling. She paid me and walked out crying.
Of course I was already crying too. How come it was her wedding and she wasn't going to have accessories to look beautiful on the best day of her life? That day must be perfect. And if she was crying so much, it's because she really wanted it, right? When my companion arrived at my side, scared, she asked me why the tears and I told her: "She was the bride, girl; she didn't have enough money to wear the earrings" and she told me in shock that we could all pay for them together. But the woman had already left.
At that time the third one of us had already approached to ask what the drama was and immediately asked me why I didn't give them to her, even if it was a gift, then impulsively the other one ran out shouting: "I'm going to go look for her". And to the good fortune of her, her girlfriend, and all of us, she found it. She was at the bus stop twenty meters from our door. The bride was there, still crying over not being able to buy her accessories to wear at her wedding and my partner found her just in time. She almost dragged her back to my box and there the other two salesgirls were waiting for her. Between tears and nervous laughter we gave her the cutest earrings we were selling that matched what she was wearing and wished her the greatest happiness. It may not have been the most ostentatious gift but I am sure she was the prettiest bride in Quilmes that day. Her genuine smile, tears and words of gratitude told me so. It was the most sincere gift we have ever given.
Every day hundreds of customers pass through my store.
Hundreds of stories I see every day.
Hundreds of anecdotes I can tell.
Stories that I keep in my memories.
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