El silencio. Fuente de bienestar
Si bien es cierto que el hablar, el conversar es una de las cualidades humanas que más placer nos produce, el silencio, no se queda atrás. Ambos: hablar y silencio son parte de nuestra esencia, los dos son conveniente cultivarlos por los múltiples beneficios que nos aportan a nuestra salud integral.
Sin embargo, el silencio, no es algo que en nuestra cultura tienda a cultivarse, por lo que, generalmente, buscamos dar una respuesta verbal a todos, incluso estar frente a una persona y mantenernos en silencio puede crearnos una sensación de incomodidad, lo que llaman en las novelas un “silencio embarazoso”, así sea el desconocido que está en la sala de espera buscamos darle conversación porque nos cuesta disfrutar del silencio.
Al detenerme a pensar en el silencio se me ocurre que hay por lo menos tres tipos de silencios, veamos:
tres tipos de silencios
A.- El silencio social. Aquel que por voluntad propia decidimos no expresarnos verbalmente, por no tener disposición o ganas de conversar, válido, aun cuando podamos ser percibidos como personas tímidas, poco comunicativas, que tenemos problemas para la interrelación o que sencillamente somos aburridos, por supuesto que muchas de estas razones dependen de los contextos y momentos en que nos ubiquemos.
Al caracterizar este silencio podemos distinguir aquel que aun cuando no participemos activamente en la conversación estamos inmersos en ella, estamos en una escucha atenta y está aquel en donde, estando presentes, nos encontramos a muchos kilómetros de distancia porque estamos conectados por ejemplo al teléfono, restándole valor a todo lo que sucede a nuestro alrededor.
B.- El silencio que no es silencio. Aquí nos mantenemos con la boquita cerrada, pero nuestra mente no para de hablar: nos preguntamos, nos respondemos y en ocasiones son tantas cosas a la vez que realmente es un bullicio lo que tenemos en la cabeza.
El silencio interior. Es aquel donde logramos acallar nuestra mente, es el que nos puede dar tranquilidad y sosiego. Cuando logramos entrar en este silencio, nuestra energía vital se potencia. Es en el silencio interior donde aprendemos a conocernos más, donde podemos escuchar la voz interna que nace del ser, que reconforta y guía
Quizás es precisamente por ese no querer escuchar la voz interna que llenamos nuestros días con el bullicio externo e interno, estamos en esa constante búsqueda de la voz exterior que hace que fijemos nuestra atención afuera y no en nuestro interior. Con frecuencia escuchamos, repetimos y decimos que es solo en nuestro interior que podemos hallar las claves de nuestra felicidad, crecimiento y bienestar, pero ¿Con cuánta frecuencia nos entregamos a esta acción?
Porque el silencio interno requiere de una intención consciente, de una acción deliberada que comienza por crear las condiciones individuales y ambientales para que se produzca, entre ellas, buscar un espacio que en la medida de lo posible nos aísle de las sonoridades externas, buscar un tiempo y espacio para la quietud del cuerpo y una disposición genuina a querer entrar en ese estado profundo y único que da el silencio.
El silencio como fuente de bienestar
Distintas religiones del mundo tienen dentro de sus prácticas el llamado voto de silencio, para unos es la manera de conectarse con la fuente y desde allí encontrar sabiduría y paz, para otros puede ser una práctica piadosa o una manera de expiar las culpas, en todo caso el silencio es valorado como una acción que invita al recogimiento, a estar con uno mismo. Saliéndonos de ámbito espiritual, el silencio es una práctica que nos proporciona bienestar, veamos de qué manera:
El estar hablando todo el día es un derroche de energía vital, además que nos perdemos de la valiosa oportunidad de conocer a los que nos rodean. Escuchar al otro con atención, con cariño, respeto es todo un arte, aprender a dominarlo nos ubica entre el grupo de personas que “saben escuchar” siendo esta la primera condición para la comprensión del otro y poder ser empáticos, lo que nos convierte en un apoyo real para los demás. Si estamos anotados en la fórmula del dar y recibir, encontrarás en tu silencio el bienestar que produce la ayuda al otro.
Nuestra mente necesita del silencio para poder organizar las ideas y dar respuestas más acertadas a las diversas situaciones que se nos presentan. Una mente bulliciosa, descontrolada, tiende a ver más caos del que realidad existe. Aquietar nuestra mente es una forma de sentirnos en equilibrio, de darnos reposo con el pensamiento organizado y reflexivo.
En un nivel más profundo, como señalábamos en párrafos anteriores, es en el silencio que nos encontramos con nosotros mismos y es allí donde también hallamos la paz, el sosiego y la expansión de nuestro ser espiritual.
Practicar el silencio nos llena de salud física, mental y espiritual, permítete regalarte esos momentos de quietud que te llenan de armonía, equilibro y bienestar.
Gracias por ser y estar
@damarysvibra
Silence. Source of well-being
While it is true that talking and conversing is one of the human qualities that gives us most pleasure, silence is not far behind. Both: speaking and silence are part of our essence, both should be cultivated for the multiple benefits they bring to our overall health.
However, silence is not something that in our culture tends to be cultivated, so generally, we seek to give a verbal response to everyone, even being in front of a person and remain silent can create a sense of discomfort, what they call in novels an "awkward silence", even if it is the stranger who is in the waiting room we seek to give conversation because we find it difficult to enjoy the silence.
When I stop to think about silence it occurs to me that there are at least three types of silences, let's see:
Three types of silences
A.- Social silence. That one that we decide not to express ourselves verbally because we are not willing or eager to talk, valid, even when we can be perceived as shy, uncommunicative, that we have problems for the interrelation or that we are simply boring, of course many of these reasons depend on the contexts and moments in which we are located.
When characterizing this silence we can distinguish the one that even when we do not participate actively in the conversation we are immersed in it, we are in an attentive listening and the one where, being present, we are many kilometers away because we are connected for example to the telephone, subtracting value to everything that happens around us.
B.- The silence that is not silence. Here we keep our mouth shut but our mind does not stop talking: we ask ourselves questions, we answer ourselves and sometimes there are so many things at the same time that it is really a bustle what we have in our head.
The inner silence. It is the one where we manage to silence our mind, it is the one that can give us tranquility and calmness. When we are able to enter into this silence our vital energy is boosted. It is in the inner silence where we learn to know ourselves better, where we can listen to the inner voice that comes from the being, that comforts and guides us, that gives us peace and tranquility.
Perhaps it is precisely because we do not want to listen to the inner voice that we fill our days with the external and internal bustle, we are in this constant search for the external voice that makes us fix our attention outside and not within. We often hear, repeat and say that it is only within ourselves that we can find the keys to our happiness, growth and well-being, but how often do we give ourselves to this action?
Because inner silence requires a conscious intention, a deliberate action that begins by creating the individual and environmental conditions for it to occur, among them, finding a space that as far as possible isolates us from external sounds, finding a time and space for the stillness of the body and a genuine willingness to want to enter into that deep and unique state that silence gives.
Silence as a source of well-being
Different religions of the world have within their practices the so-called vow of silence, for some it is the way to connect with the source and from there find wisdom and peace, for others it may be a pious practice or a way to atone for their faults, in any case silence is valued as an action that invites to meditation, to be with oneself. Leaving the spiritual sphere, silence is a practice that provides us with wellbeing:
To be talking all day is a waste of vital energy, besides we miss the valuable opportunity to know those around us. Listening to the other with attention, affection, respect is an art, learning to master it places us among the group of people who "know how to listen" being this the first condition for understanding the other and being able to be empathetic, which makes us a real support for others. If we are registered in the formula of giving and receiving, you will find in your silence the well-being that comes from helping others.
Our mind needs silence to be able to organize ideas and give more accurate answers to the different situations we face. A noisy, uncontrolled mind tends to see more chaos than what really exists. To quiet our mind is a way to feel in balance, to give us rest with organized and reflective thinking.
On a deeper level, as we pointed out in previous paragraphs, it is in silence that we find ourselves and it is there that we also find peace, tranquility and the expansion of our spiritual being.
Practicing silence fills us with physical, mental and spiritual health, allow yourself to give yourself those moments of stillness that fill you with harmony, balance and well-being.
Thank you for being
@damarysvibra
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