Sali de casa y con una sonrisa en el rostro, me dirigí al quirófano, recordando mi eslogan: “Hoy es un lindo día para salvar vidas”.
Ya en la faena la concentración era palpable; el ritmo del monitor cardíaco marcaba el compás de nuestro trabajo. A pesar de la presión, había un sentido de calma en el aire. Sabíamos que estábamos haciendo lo que mejor sabíamos: salvar vidas.
Entre risas y anécdotas, mi colega y yo compartíamos momentos de camaradería que aliviaban la tensión del quirófano. A veces, una broma o una palabra de aliento eran suficientes para mantenernos motivados.
La jornada continuó con varios procedimientos, cada uno con sus propios desafíos y recompensas.
Al finalizar la última operación, una sensación de satisfacción nos envolvió. Habíamos logrado lo que nos propusimos: ayudar a quienes más lo necesitaban. Mientras limpiábamos y organizábamos el quirófano, reflexioné sobre la importancia de nuestro trabajo. No se trataba solo de técnicas anetesiológicas quirúrgicas; se trataba de dar esperanza y una segunda oportunidad.
Al salir del salón de operaciones, me volví hacia mi colega y le dije: “Hoy hemos hecho algo grande”. Ella sonrió y asintió, sabiendo que cada día en este lugar es una nueva oportunidad para marcar la diferencia en la vida de los demás.
La foto es de mi propiedad
I left home and with a smile on my face, I headed to the operating room, remembering my slogan: “Today is a beautiful day to save lives.”
Already in the task, the concentration was palpable; the rhythm of the heart monitor marked the beat of our work. Despite the pressure, there was a sense of calm in the air. We knew that we were doing what we did best: saving lives.
Between laughter and anecdotes, my colleague and I shared moments of camaraderie that relieved the tension of the operating room. Sometimes, a joke or a word of encouragement was enough to keep us motivated.
The day continued with several procedures, each with its own challenges and rewards.
As the last operation was over, a sense of satisfaction enveloped us. We had accomplished what we set out to do: help those who needed it most. As we cleaned and organized the operating room, I reflected on the importance of our work. It wasn’t just about surgical anesthesiology techniques; it was about giving hope and a second chance.
As we left the operating room, I turned to my colleague and said, “We did something great today.” She smiled and nodded, knowing that every day in this place is a new opportunity to make a difference in the lives of others.
Photo is my property