A veces pienso en mis posibilidades y en lo que pudo haber sido y no fue. He trabajado mucho en eso para no sentir más remordimientos de conciencia ni sentimientos de culpa.
Es difícil dejarse llevar cuando tu mente te juega malas pasadas. He aprendido a sobrellevar la situación y vivir el proceso. Aceptar las derrotas, y verlas más bien como un elemento transformador que me ayudaron a ser la persona que soy actualmente.
Dicen que rendirse no es una opción, pero está bien dejar algo que te sofoca y que ya no disfrutas. Hubo un tiempo en que dejé de disfrutar la lectura. Entonces me dediqué a ver más películas,escuchar música, ver el fútbol... Y en todo eso siempre estaba el elemento literario presente.
Es bueno perderse, a veces. Es bueno dejar pasar ciertas cosas y vivir con calma, bajarle un poco y encontrar el equilibrio.
No es fácil. Nunca es fácil, porque cuando te pierdes el sentimiento de inutilidad te embarga y te paraliza, te deja sin defensas y dejas de creer en ti.
Pero cuando te das cuenta de que te has perdido, y cuando vives todo ese proceso, resulta que puedes volver a encontrarte, o mejor dicho, descubrirte.
Nos descubrimos en el momento en el que menos creemos en nosotros mismos. A veces pasa que nos descubren. Entonces nos transformamos.
Pero esa transformación debe ser una decisión personal y conciente, es decir, que seamos nosotros mismos quienes tomemos la decisión de cambiar. Si no lo hacemos, estaremos irremediablemente perdidos, sin esperanza alguna, en el hoy más profundo, y eso sería muy triste.
Soltar las cargas a veces es difícil, ¡pero que alivio cuando ya no llevas ese peso! Hay que seguir trabajando, seguir perdiendo, pero perder esas cosas que no te aportan, que te arrastran y te hacen sufrir.
La felicidad va apareciendo de a poco, la estabilidad va llegando. Que hay días malos, pero no son todos. Y seguir un día a la vez. Mañana será otro día.