Esta es mi participación al Hispaliterario 36 Espero que les agrade.
La escalera infinita
Alejandro no entendía lo que acababa de suceder. Había subido y bajado esas escaleras cientos de veces desde que el ascensor se averió, y nunca le había pasado algo así.
Perplejo, se preguntó cómo rayos fue a terminar en el piso cinco si ya estaba subiendo hacia el seis, dónde él vivía.
—Debe ser que me equivoqué en la cuenta— se dijo, y observó el cartel que señalaba piso 5, así que le faltaba subir uno más.
Siguió su marcha y llegó a su apartamento. «¡Al fin!» se dijo, e introdujo la llave en la cerradura, sin éxito, pues la puerta no abrió. Al mirar la señal, vio que marcaba 5-1, cosa que no podía ser porque ya había pasado el piso 5. Se sintió irritado y se preguntó qué diablos estaba pasando.
Volvió a las escaleras. Miró hacia arriba y hacia abajo, dió un suspiro de resignación, y subió. Está vez se fijó en la señal, que para su asombro, seguía siendo el piso 5. Miró a su alrededor,pensando que podía ser una broma de mal gusto.
Decidió entonces bajar, pensó que de esa forma podría sorprender a los bromistas. Descendió por los escalones corriendo y con cara de satisfacción miró la señal. Piso 5.
No lo podía creer. Siguió bajando, y lo mismo. Siguió otro piso más abajo, y la situación no cambiaba.
—Estando las cosas como están, me llegaré hasta la planta baja, es la única forma de salir de este embrollo— y diciendo esto se lanzó escaleras abajo.
Cinco pisos más abajo, seguía en el quinto piso. Desesperado, se puso a llorar, gritar y maldecir. «Y justo ahora, que tengo que arreglarme para la cita» decía en voz baja.
Pensando sobre lo que podría hacer, escuchó una puerta tras de sí. Al girar vio a un hombre con peluca y nariz prominente.
Al verlo, el hombre, que en pocas palabras era un payaso, mostró su asombro y Alejandro lo bombardeó con miles de preguntas. El otro no hizo más que reírse y le dió la bienvenida al circo.
Alejandro, sin entender lo que pasaba, giró y vio gente a su alrededor. De pronto se prendieron unas luces que lo cegó y escucho una voz atronadora que decía «¡Y ahora, la nueva atracción del circo Maximus» y con gesto teatral presentó lo que llamó La escalera infinita.
Alejandro estaba perplejo. «Esto debe ser un sueño, una pesadilla» se decía mientras las luces lo enfocaban y el no podía ver nada aunque sí podía escuchar los aplausos y gritos de la gente.
El payaso se reía y le indicaba las escaleras. Lo instaba a subir, aunque Alejandro no entendía nada. El payaso seguía riendo y sacaba la lengua en un gesto grotesco y hasta obsceno.
Hasta que no escuchó el disparo Alejandro no se movió. El payaso le apuntaba con una pistola y fue cuando él se dispuso de nuevo a correr. ¿Subir o bajar? El payaso le señalaba hacía arriba, así que se dispuso a correr, y luego otra vez y otra vez y otra vez, el corazón le latía muy rápido y escuchaba las voces, los gritos, las balas y la risa grotesca del payaso que se burlaba de él... Hasta que no pudo más y un sonido fuerte lo oscureció todo... Hasta que despertó de ese turbio sueño.
Al salir de su apartamento, vio que todo estaba en orden. Bajó hasta el Hall, y al abrir la puerta, la mirada furtiva de un hombre de pelo rojo y nariz prominente lo paralizó por un instante. Fue entonces cuando escuchó esa risa perturbadora que lo devolvió al infinito piso del cual no pudo escapar.