Bromas pesadas (cuento) [ESP-ENG]

Todos creo que en algún punto de nuestra vida las hemos padecido o tal vez las habremos hecho, por cierto los hay de todo tipo y gusto, pero hoy en especial necesito a modo de desahogó soltar y contar la que me hicieron y "Cambio para siempre el rumbo de mi vida".

Nací, me contaron en una clínica privada, a pleno sol, tipo once de la mañana en un hermoso mes de marzo, dicha clínica atendía varias obras sociales, modesta pero bonita y fue justo ahí, donde se llevó acabó tan macabra obra, de un loco, porque a la luz de los hechos, no puedo catalogarlo de otra forma, salida de una mente enferma.

¡Fui "cambiado" de madre al nacer! Ambas mujeres no sospecharon nada, de aquel intercambio de bebés recién paridos y entre dolor risas lágrimas y mucho amor desbordado, la vida continúo su curso normal imperceptible como si nada hubiese pasado.

Mi madre recordó el nombre del médico que la asistió en el parto, de mi nacimiento por la sencilla razón de que al contarle como me iba a llamar una vez nacido, él le confesó mostrándole el bolsillo del guardapolvo blanco inmaculado que llevaba puesto que tenía grabado mi nombre y el de mi hermano, valla casualidad me relataba ella tan hermosa.

Muchos años después, en el noticiero informaban que habían atrapado y metido preso a un médico por presuntos asuntos ilícitos en los nacimientos de bebés en un hospital de pueblo. En el reporte ponen en el Graf, al pie de la imagen de su detención sus nombres. ¡El mío y el de mi hermano! Como si eso fuera poco, dicho sospechoso confiesa en una audiencia pública haberlo hecho doce veces. Pensé que tal vez por los 12 apóstoles o los meses que conforman un año, pero también dice, haberlos seguido para monitorear o sea estudiar las vidas de dichos infantes, en ese preciso momento miro al cielo y le doy gracias que mi madre ya está ahí, ella partió hace un par de años sin saber nada de todo esto.

El tipo, aduce a su favor que era adoptado y desandando su propia historia, ese hecho le habría jugado a favor, ya que ahora era un médico poseedor de una hermosa familia e integrante de una clase media alta.

Loco, sicópata o ¿Cómo se le pueda catalogar a este ser abominable?

Una sola cosa me tenía histérico y consumía mí vida. ¿Era yo uno de sus doce?

Me puse en contacto con un abogado y le pedí y pagué para que me contestara esa sola pregunta.

Después de desarrollarle mi historia aquella que me narrará mi dulce madre, y al repetir esto se me armaba toda una confusión mental que luchaba interiormente con mis sentimientos más íntimos, era mi identidad la que estaba en juego carajo...

Pero siempre ganaba el corazón, el alma y mis convicciones más íntimas. Mis padres no eran culpables de nada, y a mi hermano mayor lo amaba y respetaba cómo tal.

Me retire de ahí con un apretón de mano y la fiel promesa que en un par de meses tendría respuestas. Acongojado, tanto que necesite sentarme en el primer banco de la plaza más cercana a llorar y arrancar toda la angustia que oprimía mi pecho.

Pasados unos días, menos de una semana me llamo para que le firmara un escrito elevado al juez que entendía la causa por averiguación de identidad y por supuesto fui lo más rápido que me fue posible.

Y silencio absoluto hasta que… como a los tres meses recibo un mensaje al whatsapp del estudio de abogado diciendo, llegó su respuesta y ya puede venir por ella...

Hice una cita y por supuesto me dirigí a ella en tiempo y forma. Apenas entre y me hice anunciar con su secretaria, cancele mi deuda, como habíamos pactado y me senté a esperar a que me invitaran a pasar. Al estrecharnos las manos me dijo si lo acompañaba a tomar un café, le contesté rápidamente que no, ya que presentía que cualquier cosa que consumiera me caería mal. El prosiguió, se sirvió una taza de una cafetera eléctrica y se sentó, bebió un sorbo y se volvió a incorporar, detrás había un cuadro con una balanza antigua, tal vez, pienso, representando el equilibrio de la justicia, lo abrió como a una hoja de ventana y me asombró. Es decir, no pendía colgado de manera normal sino que detrás escondía una caja fuerte y entre un montón de carpetas que había en su interior tomo una blanca y la extrajo. Me hizo pensar en el blanco de la paloma de la paz, en la luz, del aura que se desprende en la pintura del Sagrado Corazón y instintivamente me persigne y me predispuse a escuchar atentamente.

Fue ahí que dijo, retirando una hoja, acá esta la lista de los doce con todos sus datos pertinentes, que el reo entregó para que le redujeran su pena, la giró y pude ver qué venía con un membrete de un juzgado de la nación, con su dedo hizo hincapié en uno que estaba encerrado en un círculo rojo. Era mi nombre y apellido, número de documento y dirección.

-- Bueno amigo, como podrá apreciar, usted es uno de los dignificados en esta causa, la nota al pie está firmada por el magistrado y estamos listos para demandar

Rompí el silencio que se había formado con un "NO" rotundo salido de lo más profundo de mis entrañas, la respuesta no se hizo esperar.

-- Mire que hablamos de una cifra cuantiosa, que entiendo no podrá jamás borrar la herida pero servirá para mitigar el daño que le ha causado.

Gracias, le dije, pero ese no seré yo, y por supuesto entiendo que entre los once restante está la persona qué fue cambiada por mi y por ende podre llegar a mis progenitores, pero prefiero decir no a las dos cosas, soy este un tipo simple, un hombre común, trabajador, honrado y pretendo seguirlo siendo. Así que daré vuelta la página y todo quedará en un mal chiste.

Después de todo tendría que vivir el resto de mi vida dando explicaciones.

Me prometió guardar todo por si cambiaba de idea, nos apretamos las manos y jamás nos volvimos a ver...

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