When I entered the alcove, all the hullabaloo that I had felt before fell silent. Everyone was shocked by my appearance, but I couldn't hide it anymore and I wanted to come out so they could see me as I felt. I knew very well that I was a woman from a very early age, although my parents called me Erick, Ericka was always there, from within me protesting her identity. She was a part of me that I wanted to discard, but over time I learned to accept.
I went out dressed as her, even though they looked at me strangely; Erick was my disguise, I had made it, even though my mom had demanded me not to do anything that went against nature. I decided to let go of the ties that prevented me from being myself, there and then I condemned myself to live the banishment of my own family.
My father hated me much more after that fact, his disgust took him to the hospital, while my brothers looked at me with disapproval and my nephews and nieces made fun of me, my grandmother was the only one who did not feel contempt for me. They did not understand that for me it was not just a matter of image, but of being who I really am, living my life in the sex with which I identify. That family meeting ended abruptly and my father whipped me, that if I decided to live as a woman, then I was no longer his son. And he was right, I had lost a son and gained a daughter.
I had to gather my things as fast as I could and leave my house like a thief. In the family WhatsApp groups, they nicknamed me "Maria Caracol" because of the ease with which these animals have to change sex, I hated that nickname, but there was nothing I could do. With a stupid nickname and a lot of personal tragedies, I went to the capital to try my luck in a foundation that provides a home to people who, like me, had suffered rejection from their family.
That place gave me professional counseling for my mental health, a roof over my head and a plate of food for which I was extremely grateful. There I met many other people who, like me, did not identify with the gender they were born with. That experience helped me to understand that maybe what was happening to me was not something that only one person was going through and that there was a whole community of people going through the same thing.
That really encouraged me to start my transition process, start taking hormones and start living my life the way I wanted to. Many days I woke up crying, other days I struggled with my moods, but I always told myself that I had to continue with my process to figure out what to do with my life. I thought I was not going to achieve anything, when you grow up receiving rejection from the people closest to you, your self-esteem is severely affected.
But, I did. I made it through my transition pretty smoothly, although there was something inside me that made me miss my mother. So I started writing her short text messages, just to see how she was doing, and although she initially declined my requests, she soon started writing me more often and asking about her "daughter".
My grandmother, for her part, gave me all the support she could, so when I was finally able to raise some money, I sent for her. Maria Caracoles, graduated with honors as a lawyer, became friendly, confident, self-confident. All those who turned their backs on her, now benefit from her efforts, without rancor, without taboos. The black sheep had become the heroine of a whole family that had to learn, in rejection, to love differences.
THE END
Cuando entre a la alcoba, toda la algarabía que antes se sentía enmudeció. Todos estaban impactados por mi apariencia, pero no podía ocultarlo más y quise salir para que me vieran tal como me sentía. Sabía muy bien que era una mujer desde muy temprana edad, aunque mis padres me llamaron Erick, Ericka siempre estuvo allí, desde mi interior protestando su identidad. Ella fue una parte de mí que quise desechar, pero con el tiempo aprendí a aceptar.
Salí vestida de ella, aunque ellos me mirasen extrañados; Erick era mi disfraz, lo había hecho, a pesar de que mi mamá me había exigido no hacer nada que fuera en contra de la naturaleza. Yo decidí soltar las ataduras que me impedían ser yo misma, allí mismo me condené a vivir el destierro de mi propia familia.
Mi papá me aborreció mucho más después de ese hecho, su disgusto lo llevo al hospital, mientras mis hermanos me miraban con desaprobación y mis sobrinos se burlaban, mi abuela era la única que no sentía desprecio por mí. Ellos no entendían que para mí no era solo cuestión de imagen, sino de ser quien en realidad soy, vivir mi vida en el sexo con el cual me identifico. Aquella reunión familiar terminó abruptamente y mi papá me fustigó, que si decidía vivir como una mujer, entonces ya yo no era su hijo. Y tenía razón, había perdido a un hijo y había ganado a una hija.
Tuve que recoger mis cosas lo más rápido que pude y salir de mi casa como una ladrona. En los grupos familiares de WhatsApp, me apodaban "María Caracol" por la facilidad que tienen estos animales de cambiar de sexo, yo odiaba ese mote, pero nada podía hacer. Con un sobrenombre estúpido y un montón de tragedias personales, me fui a la capital a probar suerte en una fundación que brinda hogar a las personas que, como yo, habían sufrido el rechazo de su familia.
Ese sitio me brindó asesoría profesional en cuanto a mi salud mental, me dio un techo y un plato de comida que agradecí enormemente. Allí conocí a muchas otras personas que, como yo, no se identificaban con el género con el cual habían nacido. Esa experiencia me ayudó a entender que quizás lo que estaba pasando conmigo no era algo de una sola persona y que había toda una comunidad de personas pasando por lo mismo.
Aquello me incentivó mucho a comenzar mi proceso de transición, comenzar a tomar hormonas y vivir mi vida como yo quería. Muchos días despertaba llorando, otros días luchaba con mis ánimos, pero siempre me repetía que debía continuar con mi proceso para buscar que hacer con mi vida. Creía que no iba a lograr nada, cuando creces recibiendo el rechazo de las personas más cercanas a ti, tu autoestima resulta gravemente afectada.
Pero, pude. Logré pasar por mi transición bastante tranquila, aunque había algo dentro de mí que hacía extrañar a mi madre. Así que comencé por escribirle mensajes de texto escuetos, para saber cómo estaba y aunque en un principio rechazó mis solicitudes, pronto comenzó a escribirme más seguido y a preguntar por su "hija".
Mi abuela, por su parte, me dio todo el apoyo que pudo, por eso cuando por fin pude reunir algo de dinero, envié a por ella. María Caracoles, se recibió con honores como abogada, se hizo amena, segura, confiada de sí misma. Todos aquellos que le dieron la espalda, se benefician ahora de su esfuerzo, sin rencores, sin tabúes. La oveja negra, se había convertido en la heroína de toda una familia que tuvo que aprender, en el rechazo, a amar las diferencias.
FIN
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