La historia que estás a punto de leer es una de amor, tejida con los hilos del destino y la casualidad.
Comienza en una pequeña cafetería en el corazón de la ciudad, donde nuestro protagonista, un hombre de más de 50 años con una vida marcada por la rutina y la soledad, se sienta cada mañana a contemplar el ir y venir de la gente.
Un martes cualquiera, con la desesperación asomada en su voz, imploró al cielo:
—Padre mío, mándame la chica que ya no aguanto esto en que me tienes.
Como si sus palabras hubieran sido escuchadas, en ese preciso momento, una notificación llego a su blog. Era un mensaje de ella, una mujer que, sin saberlo, estaba a punto de cambiar su vida para siempre.
Lo inesperado de aquel mensaje creó una tensión palpable en el aire. Él, con manos temblorosas, abrió el mensaje y comenzó a leer las palabras que darían inicio a la más hermosa historia de amor que jamás se haya contado.
Ella, una mujer también pasada los 50, había encontrado su perfil por casualidad en una red social para amantes de la literatura. Lo que tenían en común era su pasión por los libros y la escritura, un amor por las palabras que trascendía el tiempo y la distancia.
A medida que intercambiaban mensajes, descubrieron que ambos compartían el mismo objetivo: encontrar a alguien con quien compartir sus días, alguien que comprendiera las carencias sentimentales que habían acumulado a lo largo de los años. Él, un viudo que había perdido la esperanza de volver a enamorarse, y ella, una divorciada que creía que el amor verdadero solo existía en las novelas.
Con cada palabra, cada confesión, sentían cómo las canas desaparecían y la energía brotaba de nuevo en sus vidas. La hipertensión de él se controló, y ella, que siempre se había reído de las locuras de los demás, encontró en él a alguien que la hacía soñar con lo imposible.
Él quería llegar a los 105 años, y ella, aunque al principio lo veía como una de sus tantas excentricidades, pronto se sumó a ese sueño, planeando cada detalle de los años que les quedaban por vivir juntos.
Pero la vida, caprichosa como es, tenía otros planes. A medida que su amor crecía, también lo hacía una sombra que ninguno de los dos había previsto. Él enfermó, y a pesar de la lucha, de los tratamientos y la esperanza, no llegó tan lejos como había soñado.
El final de nuestra historia es una de amor y pérdida, donde ella, ahora sola, recuerda cada momento vivido junto a él.
Aunque lo extraña con cada latido de su corazón, sabe que el amor que compartieron fue real, tan real como las historias románticas que tanto amaban.
Pero eso no fue todo. En un testamento, él le dejó una última locura, una novela escrita sobre su historia de amor, con instrucciones de publicarla bajo un seudónimo. Así, incluso en la muerte, él logró cumplir su sueño de convertirse en un autor reconocido, y ella, fiel a su promesa, se convirtió en la protectora de su legado.
La novela se convierte en un éxito de ventas, y nuestra protagonista, en su vejez, encuentra consuelo en las palabras que él dejó para ella, para el mundo, palabras que demuestran que el amor, incluso después de la muerte, puede seguir vivo y latente en el corazón de los lectores.
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Es mi responsabilidad compartir con ustedes que, como hispanohablante, he tenido que recurrir al traductor Deepl para poder llevar mi contenido original en español al idioma inglés. También, hago constar que he utilizado la herramienta de revisión gramatical Grammarly.
English
The story you are about to read is one of love, woven with the threads of fate and chance.
It begins in a small coffee shop in the heart of the city, where our protagonist, a man over 50 years old with a life marked by routine and loneliness, sits every morning to contemplate the comings and goings of people.
On Tuesday, with despair in his voice, he implored heaven:
-My Father, send me the girl, I can't stand it any longer.
As if his words had been heard, at that very moment, a notification arrived on his blog. It was a message from her, a woman who, unbeknownst to him, was about to change his life forever.
The unexpectedness of that message created a palpable tension in the air. He, with trembling hands, opened the message and began to read the words that would begin the most beautiful love story ever told.
She, a woman also past 50, had found his profile by chance on a social network for literature lovers. What they had in common was their passion for books and writing, a love of words that transcended time and distance.
As they exchanged messages, they discovered that they both shared the same goal: to find someone to share their days with, someone who would understand the sentimental shortcomings they had accumulated over the years. He, a widower who had given up hope of falling in love again, and she, a divorcee who believed that true love only existed in novels.
With every word, every confession, they felt the gray hairs disappear and the energy flows back into their lives. His hypertension was controlled, and she, who had always laughed at the follies of others, found in him someone who made her dream of the impossible.
He wanted to live to be 105 years old, and she, although at first she saw it as one of his many eccentricities, soon joined him in that dream, planning every detail of the years they had left to live together.
But life, capricious as it is, had other plans. As their love grew, so did a shadow that neither of them had foreseen. He became ill, and despite the struggle, the treatments, and the hope, he did not get as far as he had dreamed.
The end of our story is one of love and loss, where she, now alone, remembers every moment lived with him.
Although she misses him with every beat of her heart, she knows that the love they shared was real, as real as the romantic stories they loved so much.
But that was not all. In a will, he left her one last folly, a novel written about their love story, with instructions to publish it under a pseudonym. Thus, even in death, he succeeded in fulfilling his dream of becoming a recognized author, and she, true to her promise, became the protector of his legacy.
The novel becomes a bestseller, and our protagonist, in her old age, finds comfort in the words he left for her, for the world, words that prove that love, even after death, can remain alive and latent in the hearts of readers.
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It is my responsibility to share with you that, as a Spanish speaker, I have had to resort to the translator Deepl in order to translate my original Spanish content into the English language. I also state that I have used the grammar-checking tool Grammarly.