Todos tienen una actitud ante la vida que define si el cielo, se muestra como lo es pleno e inexplicable, o absoluto, rígido y poco sorpresivo.
Desde niño Michelle y yo supimos que nuestro mundo era la música, el estilo RisingStar nuestra pasión y con la firme creencia que con trabajo se logra todo, nos acostumbramos a simplemente estar en un modo automático.
Mamá decía “nunca te rindas”, pero papá afirmaba que tras el fracaso de nada valía llorar, más de una vez dijo “chille cuando me muera”, y con el tiempo Michelle y yo hicimos de nuestro estilo de vida, la supervivencia, sin tiempo para lamentaciones o procastinación.
Todo se trataba de trabajar en lo que queremos sin pensar, en pausas o espacios para la queja, sonreír y luchar, creímos que obtendríamos el cielo, y así fue, pero no se sentía suficiente.
Supongo que pensar que no había espacio para el dolor o la frustración nos volvió asintomáticos a la euforia o alegría, Michelle parecía la más afectada, ante todos una muñeca ininteligible y auto- programada, la chica sonriente de estilo rudo, una mujer de carácter fuerte, más de un hombre caía a sus pies, sin embargo nadie se acercaba lo suficiente.
Lo peor no era quizás la aparente soledad envuelta a nuestro alrededor, sino como nuestras relaciones con otros se veían afectadas, por ejemplo, yo era profesor de música a tiempo parcial y ninguna excusa era válida para no mirar la música con pasión y que esto se reflejara en la práctica.
Con mis alumnos era poco empático, y rara vez me dejaba convencer por alguna situación que interviniera en la ejecución de un trabajo a la perfección, la falta de flexibilidad que desarrollé para mí mismo, la lleve a otros.
Lo peor es que rara vez conversé con Michelle del asunto y ella parecía muy conforme con su vida, cuando intentaba hablar de ese vacío en el pecho, terminábamos hablando de otro tema, y aunque la veía tan apasionada como cuando teníamos 10 y cantábamos en fiestas familiares, la sonrisa no llegaba a sus ojos.
Sin embargo, un día todo cambió, Michelle fue internada por una apendicitis y en una evaluación médica, la trasladaron a terapia psiquiátrica, ninguno entendió el rumbo de los acontecimientos, pero aparentemente lo sobrio e idílico en mi hermana, no era tan así.
Nunca nos dijeron a ciencia cierta qué es lo que aquejaba a su mente, que de una manera u otra se reflejaba en su ser y de manera muy física.
Lo cierto es que el origen estaba en nuestra forma de lidiar con los pensamientos, por lo que en ese momento comprendí que tenía un problema.
Como humanos tenemos derecho a sentir y eso abarca desde lo positivo, hasta lo negativo, intenso o sobrio, porque eso nos mantiene un entendimiento neto de lo que pensamos y sentimos, por lo que nos permite desarrollar eso que llaman inteligencia emocional.
No validar nuestras emociones, nos hace entrar en un círculo oscuro, donde incluso nuestra mente interpreta como que “no somos merecedores de sentir algo más”, darle espacio a la tristeza o frustración es tan sano como reír o reservarnos el derecho de hacerlo porque no nos apetece.
He estado yendo a terapia y entendiendo que tengo derecho a sentir tanto como respirar, que debo filtrar mis pensamientos porque no todos se basan en la realidad y debo hacer de mi vida un viaje, no una carrera en contra el tiempo y en pos de la supervivencia.
Fin
Everyone has an attitude towards life that defines whether heaven, shown as it is, is full and unexplainable, or absolute, rigid and unsurprising.
Since childhood Michelle and I knew that our world was music, RisingStar style our passion and with the firm belief that with hard work everything is achieved, we became accustomed to simply being in an automatic mode.
Mom would say “never give up”, but dad would say that after failure there was no use crying, more than once he said “scream when I die”, and over time Michelle and I made it our lifestyle, survival, no time for regrets or procastination.
It was all about working on what we want without thinking, pauses or spaces for complaint, smiling and fighting, we believed we would get heaven, and we did, but it didn't feel like enough.
I guess thinking there was no room for pain or frustration made us asymptomatic to euphoria or joy, Michelle seemed the most affected, before everyone an unintelligible and self-programmed doll, the smiling girl with a tough style, a woman of strong character, more than one man fell at her feet, yet no one came close enough.
The worst thing was perhaps not the apparent loneliness wrapped around us, but how our relationships with others were affected, for example, I was a part-time music teacher and no excuse was valid for not looking at music with passion and that this was reflected in practice.
With my students I was not very empathetic, and rarely let myself be convinced by any situation that interfered with the execution of a work to perfection, the lack of flexibility that I developed for myself, I took it to others.
The worst thing is that I rarely talked to Michelle about it and she seemed very content with her life, when I tried to talk about that emptiness in my chest, we ended up talking about another subject, and although I saw her as passionate as when we were 10 and we sang at family parties, the smile did not reach her eyes.
However, one day everything changed, Michelle was hospitalized for appendicitis and in a medical evaluation, she was transferred to psychiatric therapy, none of us understood the course of events, but apparently the sober and idyllic in my sister, was not so.
They never told us for sure what was afflicting her mind, which in one way or another was reflected in her being and in a very physical way.
The truth is that the origin was in our way of dealing with thoughts, so at that moment I understood that she had a problem.
As humans we have the right to feel and that includes from positive to negative, intense or sober, because that keeps us a clear understanding of what we think and feel, so it allows us to develop what they call emotional intelligence.
Not validating our emotions, makes us enter a dark circle, where even our mind interprets as “we are not worthy of feeling something else”, giving space to sadness or frustration is as healthy as laughing or reserving the right to do so because we don't feel like it.
I have been going to therapy and understanding that I have the right to feel as much as breathe, that I must filter my thoughts because not all of them are based on reality and I must make my life a journey, not a race against time and in pursuit of survival.
End
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Fotografías de mi propiedad tomadas con Infinix Note 40.
La traducción se realizó con DeepL.
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Photographs of my property taken with Infinix Note 40.
Translation done with DeepL.