La culpa es un sentimiento que carcome el alma y te roba la paz.
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Saludos queridos amigos y seguidores de @holos&lotus y en especial de la columna de @emiliorios, quien esta semana nos hizo reflexionar en su propuesta después de darle vueltas a mi mente y meditando en diversas situaciones en mi vida en las que la culpa se hizo presente voluntaria o involuntariamente, pero ciertamente marcó mi vida.
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Mi primer encuentro con la culpa
La primera vez que me enfrenté a la culpa, fue para mí como caer del cielo a la tierra, tenía aproximadamente 9 años y se me había prometido pasar una temporada de vacaciones junto a uno de mis tíos y su familia, a pesar que solo estaba a 30 minutos de mi casa, para mí era genial, para ello se me exigió cumplir con varias metas, entre ellas: sacar buenas calificaciones, tener en casa todo arreglado esto implicaba (limpiar la casa, fregar los utensilios de cocina, tener el baño aseado en todo momento, lavar mi ropa y la de mis hermanos menores).
Para mí realizar esas labores me parecía un poco de carga pero contar de pasar unos días con mi querido tío, eso valía la pena, el día llegó dejé en casa todo de punta en blanco, a mis hermanos bañados y almorzados y sus respectivas meriendas, mientras mi madre llegaba a casa, ella tardó en llegar así que me fui sin verla, esa noche estuve compartiendo con la familia de mi tío, hicimos una noche de acampada, asamos malvaviscos y él me relato parte de sus aventuras.
A la mañana siguiente al ir al mercado por los víveres, nos encontramos con mi padrastro quien en una manera muy cruel me dijo – ingrata todo lo que tú madre hace por ti y tu la dejas en casa sola y enferma; mi felicidad se transformó en un sentido de culpa inmenso, sentía que el mundo se me venía encima, por mi culpa mi madre se había enfermado, ese era un dolor y una angustia que no se la deseo a nadie; cuando mi madre salió el día anterior estaba bien y sin síntomas de enfermedad alguna.
Debido a esto regresamos a casa de mi tío recogí mis cosas y volví a casa, al llegar a casa mi madre estaba junto con el resto de la familia jugando bingo y sin ningún síntoma de estar enferma, en ese momento me sentí burlada y frustrada, yo había cumplido con mi parte del trato y ellos no, al hablar con mi mamá me dijo que ciertamente el día anterior había llegado con un fuerte dolor de cabeza, pero no era tanto como para que yo regresara.
Ese día aprendí que no siempre podía confiar en las promesas de otros y que algunas veces podemos dar todo de nuestra parte y no lograr el objetivo, más no dejé de sonreír y buscar oportunidades de compartir con mi tío.
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Un fracaso inesperado
Después de postergar mis estudios universitarios por cuidar de mis hijos, quise retomarlos y así lo hice, pero cuando iba en el segundo semestre un problema con el túnel carpiano me impidió culminar una evaluación, después de ello me sentí nuevamente frustrada y triste porque realmente quería culminar esa meta pausada.
Pero al verme con el especialista me dijo que debía someterme nuevamente a una operación y esta vez sería un poco más delicado el cuidado post operatorio, ya había pasado por ello dos veces y sinceramente no deseo volver a pasar por ello.
Así que dejé la tristeza a un lado y me concentré en realizarlas labores u oficios que sí podía lograr, aunque de vez en cuando me toca tomarme mi reposo he conseguido sentirme bien conmigo misma.
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Su partida no es mi culpa
Cuando tuvimos que enfrentarnos a la muerte de mi madre, uno de mis sobrinos me dio a entender que su muerte había sido nuestra culpa, él me dijo – ustedes me la dejaron morir; esas palabras hicieron eco en mi mente por muchas horas y en verdad llegaron a hacerme sentir culpable.
Por momentos me decía, si no la hubiéramos llevado al hospital y le hubiéramos controlado la baja de glucemia en casa, no la habrían hecho pasar por una paciente con Covid-19, y ella quizás estuviera viva todavía.
Ese quizás retumbaba mi mente a cada momento y revivía el último respiro de mi madre una y otra vez, hundiéndome en ese abismo de culpa una persona muy querida me mandó un discurso de un líder de mi Iglesia en el cual había una cita que me impacto y me hizo reflexionar, esa cita decía algo así parafraseando: “si había alguien enfermo, y se había hecho todo lo que humanamente y medicamente se podía hacer y se le había dado una bendición de salud, y aun así esta persona fallecía, esto es porque su hora de muerte había llegado.
Al leer estas palabras pude revivir todo lo sucedido con mi madre desde el principio de su enfermedad, yo siempre estuve allí con ella y para ella, algunas veces dejaba de lado mi salud por atenderle a ella y en ese su último día, no me aparte de ella en ningún momento estuve allí para sostener su mano, lo único que no pude hace fue respirar por ella y esa no era mi culpa.
Así que gracias a esas palabras ese sentimiento que empezaba a crecer en mí dejo de existir y de nuevo volvió la paz, aún me hace falta mi madre, pero sé que en donde está en estos momentos está libre de enfermedad y dolor, y eso me trae felicidad.
Guilt is a feeling that eats your soul and robs you of peace.
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Greetings dear friends and followers of @holos&lotus and especially of @emiliorios' column, who this week made us reflect on his proposal after turning my mind around and meditating on various situations in my life in which guilt was present voluntarily or involuntarily, but it certainly marked my life.
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My first encounter with guilt
The first time I faced guilt, was for me like falling from heaven to earth, I was about 9 years old and I had been promised to spend a vacation season with one of my uncles and his family, although it was only 30 minutes from my house, for me it was great, for that I was required to meet several goals, among them: get good grades, have everything at home arranged this involved (clean the house, scrub the kitchen utensils, have the bathroom tidy at all times, wash my clothes and those of my younger brothers).
For me to perform these tasks seemed a bit of a burden but to spend a few days with my dear uncle, that was worth it, the day arrived I left home all in white, my brothers bathed and lunch and their respective snacks, while my mother came home, she was late to arrive so I left without seeing her, that night I was sharing with my uncle's family, we made a camping night, we roasted marshmallows and he told me part of his adventures.
The next morning when we went to the market for groceries, we met my stepfather who in a very cruel way told me - ungrateful for all that your mother does for you and you leave her home alone and sick; my happiness was transformed into an immense sense of guilt, I felt that the world was coming down on me, because of me my mother had become ill, that was a pain and anguish that I do not wish to anyone; when my mother left the day before she was fine and without symptoms of any disease.
Because of this we returned to my uncle's house I gathered my things and returned home, when I got home my mother was with the rest of the family playing bingo and without any symptoms of being sick, at that moment I felt mocked and frustrated, I had fulfilled my part of the deal and they had not, when I talked to my mom she told me that certainly the day before she had arrived with a severe headache, but it was not so much for me to return.
That day I learned that I could not always trust the promises of others and that sometimes we can give our all and not achieve the goal, but I kept smiling and looking for opportunities to share with my uncle.
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An unexpected failure
After postponing my university studies to take care of my children, I wanted to resume them and so I did, but when I was in the second semester a problem with carpal tunnel prevented me from completing an evaluation, after that I felt frustrated and sad again because I really wanted to finish that goal paused.
But when I met with the specialist he told me that I had to undergo an operation again and this time the post-operative care would be a little more delicate, I had already gone through it twice and I sincerely do not want to go through it again.
So I left the sadness aside and I concentrated on doing the work or jobs that I could do, although from time to time I have to take my rest, I have managed to feel good about myself.
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His departure is not my fault
When we had to face my mother's death, one of my nephews gave me to understand that her death was our fault, he told me - you let her die; those words echoed in my mind for many hours and really made me feel guilty.
At times I would say to myself, if we hadn't taken her to the hospital and monitored her low blood sugar at home, they wouldn't have passed her off as a Covid-19 patient, and she maybe would still be alive.
That maybe echoed in my mind every moment and I relived my mother's last breath over and over again, sinking into that abyss of guilt a very dear person sent me a speech from a leader of my Church in which there was a quote that impacted me and made me reflect, that quote said something like this paraphrasing: "if there was someone sick, and everything that humanly and medically could be done had been done and he had been given a blessing of health, and still this person died, this is because his time of death had come.
As I read these words I could relive everything that happened with my mother from the beginning of her illness, I was always there with her and for her, sometimes I put aside my health to take care of her and on that last day, I was not apart from her at any time I was there to hold her hand, the only thing I could not do was to breathe for her and that was not my fault.
So thanks to those words that feeling that was beginning to grow in me ceased to exist and peace returned, I still miss my mother, but I know that where she is right now she is free of illness and pain, and that brings me happiness.