Había una vez en la bulliciosa ciudad de Midville, donde los sueños y las habilidades extraordinarias se entrelazaban, un niño llamado Ethan. A diferencia de la mayoría de los niños, Ethan no soñaba con ser un héroe como All Might, sino con convertirse en el mejor soñador del mundo.
En Midville, los sueños eran más que simples imágenes en la mente; eran portales a otros mundos. Los niños entrenaban sus habilidades oníricas en la prestigiosa Academia de Sueños, donde los profesores enseñaban cómo controlar y explorar sus sueños. Pero Ethan tenía un problema: siempre se quedaba despierto hasta tarde, jugando videojuegos o leyendo cómics. Sus sueños eran borrosos y poco emocionantes.
Un día, mientras paseaba por el parque, Ethan encontró un misterioso reloj de arena. El anciano que lo vendía le dijo: "Este reloj tiene el poder de amplificar tus sueños, pero solo funciona si te duermes temprano". Ethan, intrigado, decidió probarlo.
Esa noche, antes de acostarse, giró el reloj de arena y cerró los ojos. De repente, se encontró en un mundo lleno de criaturas fantásticas y paisajes asombrosos. Era como si sus sueños hubieran cobrado vida. Pero había una advertencia: si no se dormía antes de que el reloj de arena se agotara, quedaría atrapado en ese mundo para siempre.
Ethan exploró su nuevo reino de ensueño. Conoció a Luna, una hada que tejía hilos de estrellas para crear constelaciones. También se hizo amigo de Max, un dragón que coleccionaba gemas brillantes. Pero cuanto más tiempo pasaba en ese mundo, más agotado se sentía.
Una noche, mientras observaba la luna llena, Luna le dijo: "Ethan, tus sueños son hermosos, pero necesitas descansar. Si no duermes lo suficiente, tu creatividad se agotará". Max asintió y agregó: "Los héroes también necesitan descansar para estar en plena forma".
Ethan entendió el mensaje. Decidió que debía irse antes de que el reloj de arena se vaciara por completo. Se despidió de Luna y Max, prometiendo volver pronto. Al despertar en su cama, se sintió más inspirado que nunca.
Desde entonces, Ethan se durmió temprano todas las noches. Sus sueños se volvieron más vívidos y emocionantes. En la Academia de Sueños, impresionó a todos con sus creaciones oníricas. Se convirtió en el Soñador Número Uno y demostró que el descanso era esencial para alcanzar la grandeza.
Y así, los niños de Midville aprendieron que, al igual que los héroes, debían cuidar su cuerpo y mente. Porque incluso en los sueños más asombrosos, la verdadera magia ocurría cuando cerraban los ojos y se sumergían en un profundo y reparador sueño.
Y así termina nuestro cuento, con Ethan y su reloj de arena, recordándonos que la hora de dormir es el momento perfecto para soñar y recargar nuestras energías.